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Isabel Orta Peral | Enfermera en el Hospital de Valme

"La poesía es una vacuna frente al Covid y mitiga un poquito el dolor"

Isabel Orta Peral, en el Hospital de Valme.

Isabel Orta Peral, en el Hospital de Valme. / Juan Carlos Muñoz

Poemas en el Hospital de Valme. Isabel Orta Peral quiere rendir homenaje a sus padres cada vez que sale su nombre. Enfermera, Beli, como la conocen en el Hospital de Valme, inunda con poesía los teléfonos móviles de sus compañeros cada mañana. Sensibilidad para hacer frente a momentos muy duros. Siente al Valme como su propia casa y su voz se llena de dulzura al hablar de sus compañeros. Sustituye los besos y abrazos por poemas. Poetisa y fotógrafa, nació en Las Cabezas de San Juan, pero se siente vinculada a un pequeño pueblo, Cabezas Rubias, comarca del Andévalo, donde están enterrados sus padres. Lugar donde encuentra calma.

–Cada mañana lee un poema a compañeros del Hospital de Valme. Palabras que acarician, ¿cómo surgió?

–Cuando empezó todo, en marzo, sentí cómo la luz y la alegría abandonaba la mirada de mis compañeros. Les veía tristes, muy angustiados… especialmente a los que soportan cierta responsabilidad. Les decía: “Que no os roben la alegría”. Se me ocurrió crear un grupo de difusión en Whatsapp: Poemas anti-Covid.

–Poesía como terapia.

–A medida que el virus se extendía decidí hacer lo mismo con la poesía, a la inversa. Soy mucho de besar y de abrazar. Con los poemas, con este proyecto, trato de dar ese beso y ese abrazo, sin riesgo.

–¿Le reclaman?

–Durante el confinamiento hasta el día de mi cumpleaños, el 19 de junio, envié cada mañana un poema recitado. De lunes a viernes a las siete y media de la mañana; y los sábados y domingos, a las diez. Lo dejé en verano pensando que las personas ya estaban cansadas, pero comenzaron a reclamarme mis poemas mañaneros.

– Y ¿sus poemas siguen?

–Después del verano, pensé que era buen momento para reiniciarlo. Creé un grupo nuevo de Whatsapp en octubre, que ahora se llama Palabras que acarician.

Los sanitarios somos un ejército pero no somos héroes, nunca lo hemos sido... somos personas

–¿Cuántas personas?

–Son 169 personas en el grupo. Personas de todas las categorías, médicos, enfermeros, subdirectores, limpiadoras. También lo reenvío a grupos de literatura y de teatro. Estos poemas son para compartir. Si piensas que alguien se puede beneficiar de ese abrazo a través del poema, pues lo único que tienes que hacer es reenviarlo. Quiero que vuele. Pretendía algo muy utópico: Ser una vacuna contra el Covid.

–¿Una vacuna emocional?

–Sí. Que los poemas lleguen a todo el mundo. Llenar a las personas de poesía frente al Covid. Además, me di cuenta que me estaba beneficiando. La poesía y la fotografía han sido mi tabla de salvación.

–¿Cómo vive la pandemia?

–El confinamiento lo llevé muy bien gracias a la poesía. También creé un grupo para los niños de mis compañeros, se llamaba Teatro de los Sueños. Me grababa cuentos y se los mandaba a los niños para hacerles más amenos aquellos momentos.

–¿Y ahora?

–Estoy cansada. Hay que seguir y salir de esta. Los sanitarios somos un ejército. No sé en otros hospitales, pero en Valme hay un gran corazón. Los profesionales de Valme, además de muy buenos profesionales, tiene un gran corazón.Lo dan todo y más. Somos el hospital de los sentimientos, de los valores. Es nuestra seña de identidad.

–¿Qué es lo que mayor impacto le ha provocado?

–Cuando veo que hay gente que todavía parece que no se entera de la situación, como si viviera de espaldas. A veces soy egoísta y doy gracias por no estar a pie de cama porque no sé si soportaría ver morir a las personas solas, sin su familia. Lo que peor llevo es que las personas tengan que morir solas, aisladas...

–¿Qué le duele más?

–Que una parte de la población que nos ha dado tanto, como son los abuelos, mueran solos. Ellos que nos han permitido llegar hasta aquí. Ellos que han hecho este país; ellos que han luchado por nosotros; ellos que han salido de una guerra… Y que ahora tengan que morir solos… No entiendo que la gente no lo vea. Se están muriendo. Y... mis compañeros... que están a pie de cama ... son personas.

–Personas. No héroes.

–No somos héroes, nunca lo hemos sido. Los sanitarios no tenemos una capa especial que nos proteja. Antes había murmullo en los vestuarios; ahora, solo hay silencio. Estamos cansados. Un día y otro, siempre lo mismo. Ver morir.

–Ver tanto dolor y tener capacidad de que no le afecte.

–Eso es imposible. Siempre afecta. Y mucho. El traje que nos ponemos hacia el exterior es otro, pero interiormente el dolor y el cansancio están ahí. Es mucho lo que se están viviendo.

–¿Cuáles son las raíces de su sensibilidad?

–Mis padres. Mi madre siempre me decía: No hagas a nadie lo que para ti no quieras. Mis padres eran muy especiales. Soy lo que soy gracias a ellos. Me inculcaron el amor a la familia, a los mayores, a mi tierra… el Andévalo. Mi padre fue un servidor público, Guardia Civil, pero sobre todo, gran persona. Mi madre es la estrella que me guía a diario. Los ojos que veo cuando voy a dormir y cuando me levanto son los de mi madre.

–¿Otros proyectos?

–En el 2017 hice el Camino de Santiago con pacientes que había superado el cáncer de mama e hice una serie de fotos. Y surgió una exposición en el Hospital de Valme. Son 49 fotos y escribí un pequeño poema a cada foto. La exposición se titula “4 más 9”y tiene una historia. Son 49 fotos porque partimos en el mes séptimo y anduvimos siete etapas. Siete por siete: 49. Éramos 48 peregrinos más el conductor, 49. Y 4 más 9 son 13. Trece son las mujeres con cáncer de mama que iban en el grupo. Esta exposición ha viajado por casi todos los pueblos del área del Valme; y por Cádiz, Jerez, y seguirá después de la pandemia.

–¿Qué cuentan esas fotos?

–Es una historia contada con imágenes: Después de una situación tan complicada como el cáncer se puede seguir adelante. Hay vida.

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