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MARÍA PELÁE | CANTANTE

María Peláe: "En mi día a día soy muy vergonzosa contra todo pronóstico"

La cantante malagueña María Peláe.

La cantante malagueña María Peláe. / M. G.

María Peláe (Málaga, 1990) no tiene pelos en la lengua. Tampoco tiene miedos a la hora de enfrentarse a una partitura en blanco para confeccionar versos que demuestren su claro compromiso social. Precisamente es uno de los ingredientes de su éxito, que se conjuga con un estilo que recuerda a las folklóricas más clásicas y a una ironía descarnada. Muchos la han bautizado como la Lola Flores millennial. Ella asume este apodo con respeto hacia la familia de La Faraona y hacia el arte único de la jerezana. Todavía recuerda esas salas que la vieron nacer, guitarra en mano, hasta llegar a convertirse en referente. Esta noche actúa en el Open Festival de Tomares (Sevilla).

-¿Qué ha cambiado respecto a la María Peláe que cantaba Calma en la sala madrileña Libertad 8?

–El fondo sigue siendo el mismo, aunque una modifica su forma de expresarse y sus prioridades conforme van pasando los años. El cambio gordo, de puertas para afuera, fue cuando comenzamos este proyecto con canciones como La niña o Mi tío Juan. Empezamos con otro tipo de producciones que facilitaron que llegara a las orejas de más gente, como yo digo, cosas que venía haciendo desde hace muchos años. Ha cambiado el envoltorio, pero no el fondo.

-Ahora la consideran la Lola Flores millennial.

-Si lo hubiera escuchado mi abuela diría que es enojar a Dios. Ya quisiera parecerme a Lola Flores en un 1%. Además, me lo tomo con mucho respeto por su familia, porque aquí ha dejado unos genes de arte enormes.

–Es curioso que parece que acaba de empezar, pero lleva más de una década luchando por estar en la cima. De hecho, sacó su trabajo Hipocondría gracias al crowfunding.

-Es como cuando conoces a una amiga nueva. Para ti lo es, porque te la acaban de presentar pero esa persona existe desde hace mucho. Conmigo pasa lo mismo. Empecé hace 14 años tocando en teterías de Málaga con mi guitarrica. Después me fui a Sevilla y cantaba todos los martes en La Estación. Una de las cosas bonitas que vivo ahora es llegar a conciertos donde sí puede haber más público, pero entre esa multitud también hay un grupo que me dice que ya me escuchaba en Libertad 8. Para esta gente sí vengo muy reventada y para los que me acaban de conocer pues bienvenidos. Bendita sea la hora de habernos conocido.

–Sus canciones tienen un corte reivindicativo con toques de humor. ¿Ese espíritu social bebe de su faceta como cantautora?

-Sí. Es una mezcla con mis otras profesiones. He estudiado Trabajo Social y Antropología. He trabajado muchos años de ello mientras tocaba. Todo se ha mezclado propiciando un mejunje en el que escribir debe tener un mensaje y servir para algo.

–¿Qué temas son los que más le gusta reivindicar?

-Según por donde vaya el cabreo. Que vengan a por mí surgió de una situación concreta. En Mi tío Juan quise ser más irónica, pero también nació por historias que me fueron contando. En Solo era pena hablo del suicidio. Tengo muchos temas que pueden ser controvertidos, algunos un poco tabúes y otros más cachondos. Hay un poquito de todo.

"Estamos rematando todos los temas que entrarán en el disco que saldrá a final de año"

–Bebe del flamenco y del folklore mezclándolo con otros estilos musicales. ¿Cree que el flamenco está viviendo una especie de etapa de experimentación?

-El flamenco se puede fusionar con todo. Hace poco hablaba con el cantaor Israel Fernández y me decía que este género es muy agradecido, porque mejora cualquier estilo con el que lo mezcles. Lo que no quiere decir que eso sea flamenco. No me voy a meter en ese debate. Pero hay muchas cosas que pueden estar empañadas o beber directamente de nuestra cultura. Eso, mezclado con tu forma de sentir, te lleva a hacer una fusión que no quiere decir que sea un flamenco por derecho.

–¿Con qué estilos le gusta fusionar su flamenco?

-Tengo a Spotify un poco loco, porque no sabe dónde meterme. Cada canción es de un estilo completamente diferente y lo que es común son mis formas. De hecho, tengo un tanguillo que dice que "no es el estilo, es el artista, y justo eso es lo que te despista". Lo mismo te encuentras un tema que va más por latino y en el nuevo disco habrá otro que es una mezcla entre copla y tango argentino. Todo es riqueza y varía según lo que pida la canción.

–Los que han ido a sus conciertos dicen que hace labores de monologuista. ¿Es igual encima del escenario que debajo?

-A mi me encantaría ir diariamente con una bata de cola y con las chaquetas de brillo que saco en los escenarios. Pero comprar el pan así se me hace un poco complicado sin llamar la atención. En mi día a día soy muy vergonzosa contra todo pronóstico. Me da vergüenza hasta pedir una pizza por teléfono. María se transforma y en ese sentido soy hasta más libre. Cuando enciendo el modo show forma parte del espectáculo. Además, así me siento de un modo diferente cada vez que subo al escenario.

–Acaba de publicar El Grillo. Entiendo que es un adelanto de su nuevo trabajo.

-Sí. Estamos en el proceso de rematar todos los temas que van a entrar en el disco que saldrá a final de año. Como en La folcrónica habrá un poquito de todo. De seriedad, de cachondeo y mucha flamencura. Siendo Alba Reig la productora, la modernura estará en cada milésima de ese álbum.

–Su concierto de esta noche coincide con el Orgullo, fiesta de la que ha sido pregonera en Torremolinos. ¿Cómo ve el panorama?

-Vanesa Martín no pudo dar un pregón el jueves en Sevilla más elegante y diciendo cosas. Estamos en una situación en la que hay que poner luz y foco en determinadas cuestiones. Yo llevo el Orgullo diariamente.

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