"Que le cuenten a un rumano que el modelo a imitar era Rumanía"
-Nacido en Guadix y vinculado por familia a Cabra del Santo Cristo, en Jaén. ¿Hay una genética de lo andaluz?
-Eso es una chorrada. Lo que sí existe es una ciencia llamada genética de las poblaciones por la que grosso modo sabemos que los europeos occidentales somos todos muy parecidos desde aquí hasta Noruega, con un salto profundo en el Estrecho de Gibraltar.
-¿Cómo se lleva la genética con la igualdad de género?
-¿Qué es eso de igualdad de género? ¿Es que el género humano es igual que el chimpancé? Eso de llamar género al sexo es una de las pudibundeces de los gringos. Otra cosa es la igualdad de sexos, que no existe porque las diferencias son clarísimas. Y la igualdad de derechos. ¿Quién lo duda?
-Hay un relato de Leopoldo Lugones en el que cuenta que los monos saben hablar, pero no lo hacen por miedo a que los pongan a trabajar...
-Prefiero un libro del húngaro Leo Szliard, físico atómico y biólogo molecular. Se titula La voz de los delfines. Cuenta que los delfines están debajo del agua para salvar a la humanidad...
-¿El lenguaje es lo que nos distingue del resto?
-Mi convicción personal es que el ser humano no es comparable a una máquina informática; lo es en todo caso a la información contenida en esa máquina. El ser humano no es sus moléculas, no es su cuerpo, tampoco su alma. Sólo somos nuestro cerebro. Los monos también tienen cerebro. ¿No cree usted que el perro tiene el concepto de adjetivo cuando distingue una persona simpática de otra antipática, una comida agradable de otra desagradable?.
-Walt Disney estaría encantado con su disertación...
-No es una disertación. Son opiniones de café.
-Dirigió en el Escorial un curso sobre alimentos transgénicos. ¿Un reto?
-No soy especialista. Lo que estoy es perfectamente dispuesto a comérmelos.
-¿Todo está en los genes?
-Casi nada está en los genes. Nuestro texto genético, el que recibimos de nuestro padre y nuestra madre, está formado por tres mil millones de letras. El equivalente a nueve veces la Biblia.
-Ya hay genéticos preparados para trabajar con los restos de García Lorca...
-Personalmente, como creo que los cadáveres no son personas, que sólo son uñas, pelo y el polvo que se cae, no veo la necesidad de esa veneración. Me parece un lujo innecesario.
-¿La moral es una rama del árbol de la ciencia?
-Es una parte de la ciencia. Hay hongos que se hacen daño a sí mismos en beneficio de la supervivencia de los demás. Está comprobado que hacer el bien proporciona placer al que lo hace.
-Estudia la vida sexual de los hongos. Es digno de un diálogo de Woody Allen.
-La vida sexual de los hongos la descubrió un norteamericano en 1904. El proceso reproductivo se pone en marcha por un intercambio de señales químicas. Estudio un tipo de hongos, los mohos. Son modelo unisex. El sexo es idéntico, se distingue por la conducta. La sexualidad no es tan necesaria en la vida. Es una actividad muy engorrosa y cara desde el punto de vista energético.
-¿Por qué no mantuvo su fuga de cerebro?...
-Cuando terminé en Stanford, Estados Unidos, mi idea era ir a París o a Saarbrücken, en Alemania. Pero Losada Villasante volvió a Sevilla para montar la Facultad de Biología. Se puso a buscar y me incorporé a esa búsqueda. Hicimos una Facultad modélica en España. Hoy eso sería imposible, incluso ilegal. No entiendo de fútbol, pero es como si sólo jugaran los que calientan banquillo, el criterio no es la calidad sino el orden de antigüedad. Esto es un cortijo donde los señoritos no quieren soltar la propiedad. Le tienen miedo a la competencia. Y en tiempos de crisis, la Universidad es una garantía, un sueldo para toda la vida.
-¿Encontró un país cambiado a su vuelta?
-Yo, que había nacido en fechas tan tormentosas como la batalla de Stalingrado, llegaba a una ciudad muy bonita, agradable. A un país muy conservador. Un amigo americano decía que a España había que declararla parque mundial de la conducta. En muy poco tiempo cambió todo. El franquismo perdió su base sociológica y de ser el lugar más recatado pasó a convertirse en el del mayor desenfreno. Con los progres proponiendo como modelo a imitar Rumanía. Para contárselo a cualquier rumano que toca el acordeón.
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