Entrevistas

"Ni lo duden: las hadas son mucho peores que las brujas"

-La nueva Rowling.

-Bueno... Ya me gustaría.

-No sea modesta. Su personaje, Laila Winter, se ha hecho muy popular en todos los blogs 'fantásticos'.

-Sí, es sorprendente, pero le aseguro que cuando inventé mi personaje no había leído ninguna novela de Harry Potter.

-¿Y qué opina de Rowling?

-Ha devuelto la lectura a los jóvenes. Para quitarse el sombrero. Hay mucha literatura juvenil, pero de la que obligan a leer. Y ya se sabe lo que pasa cuando obligan a algo. No es como en los tiempos de Los 7 Secretos o Los Cinco. Harry Potter llena ese hueco y los jóvenes leen por gusto.

-¿Quién es Laila Winter?

-Una chica un poco rara con un pequeño defecto, como podría ser un barrillo, pero que yo he exagerado. Su defecto es que tiene el pelo verde, no un verde cualquiera, sino un verde moco. Por lo demás, se rechaza a sí misma por su aspecto, pero al tiempo es una niña mimada, déspota...

-Ah, una adolescente tipo entonces. Vaya regalito.

-Bueno, pero a lo largo de la historia mejora hasta dejar de considerarse el centro del mundo.

-¿Es hada o no es hada?

-Mitad hada, mitad humana. Entreverá.

-¿Y por qué le dio por las hadas?

-En los cuentos clásicos las princesas sólo buscan príncipes como tontas y las hadas son repateantemente buenas. Quise dar un giro.

-¿Las hadas no son buenas? No fastidie... Las hadas son buenas y las brujas son malas.

-Qué equivocado está. No lo dude: las hadas son mucho peores que las brujas. Un hada coloca a Cenicienta un zapato de cristal. ¿Usted sabe la tortura que es un calzado de cristal? O la princesa cautiva que se deja crecer los cabellos para que el príncipe suba por ellos hasta su torre. ¡Tirándole del pelo! Qué va, qué va. Debajo de las aparentes buenas intenciones de las hadas siempre hay aviesos planes.

-Así que sus hadas son malas.

-Muy muy malas. La realidad pura y dura. Hadas en el mundo de las nuevas tecnologías, con móviles, ordenadores e internet.

-¿Y por qué Laila Winter y no María González?

-Pensé en una protagonista española, pero el mito de mi niñez era Lady de Winter, la mala de Los tres mosqueteros. No lo pude evitar. Así que llamándose Winter, tenía que ser irlandesa, qué le vamos a hacer.

-¿Y esa pasión por Milady?

-Porque hacía lo que le daba la gana, sin convencionalismos, sin importarle el amor. Si tenía que zumbarse a D'Artagnan para conseguir sus propósitos, lo hacía. Una gran femme fatale.

-Usted es médico de urgencias. ¿Por qué no un libro sobre eso? También tienen mucho éxito. Fíjese en House.

-House recoge a la perfección ese mundo. Ocurren muchas cosas en urgencias, un filón. Pero no es ficción. Es dolorosamente cierto.

-¿Era muy repipi de niña?

-¿Por qué?

-Por su pasión por las hadas y las princesas.

-De niña era cursi escribiendo, pero más que repipi yo era Antoñita la Fantástica. Yo quería ser Premio Nobel cuando vi El premio con Paul Newman, quería ser arqueóloga cuando vi a Indiana Jones, la primera piloto del mundo cuando vi Top Gun... Quise ser contrabandista en Malasia. Quería serlo firmemente. Mi madre me decía que todo muy bien, pero que empezara por estudiar algo más... más real.

-Y escogió Medicina.

-Sí. Y la medicina cambió la percepción de las cosas. Le aseguro que tres años trabajando con ancianos, viendo su abandono, su soledad, ensombrece la mirada de cualquier niña.

-Vaya, ¿ya no es una niña?

-Me evado para seguir siéndolo.

-¿Qué opina de la explosión entre los jóvenes de juegos mitológicos en la red?

-Jóvenes y no tan jóvenes. Soy sacerdotisa de La Horda del nivel 80 en World of Warcraft. Hay muchos profesionales de 40 años que prefieren olvidarse de la rutina metiéndose en juegos de este tipo. Prefieren escaparse de las mazmorras o luchar contra orcos que tomar una cerveza detrás de otra en un pub y hablando de lo chungo que es el trabajo. Hay que jugar, da igual cuál sea la edad. Hay que seguir jugando.

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