Antonio M. Díaz. Profesor de Ciencia Política de la Universidad de Cádiz

"Hay una guerra mundial de la libertad frente al totalitarismo"

  • Dice que "los yihadistas actúan como el crimen organizado. Y es simbólico que ataquen a Francia", y aboga por la creación de "un FBI europeo, que pueda actuar en toda la UE".

Antonio M. Díaz Fernández (Cádiz, 1971) se licenció en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Barcelona, donde se doctoró. Tras hacer un máster de Seguridad y Defensa en Madrid, se especializó en Inteligencia en Oxford y Londres. Ha ejercido labores docentes en universidades de Madrid, Barcelona y Burgos, y actualmente es profesor titular de Ciencia Política en la Universidad de Cádiz. Ha trabajado en diversos proyectos de seguridad para la CE. También coordinó el Manual de comunicación contraterrorista de la UE. Es el coordinador del Ágora de Seguridad UCA-Eulen.

-¿El EI es un grupo terrorista, o es algo más? 

-Es un fenómeno complejo, que no se corresponde con un grupo terrorista normal. En parte, es el resultado de la fragmentación de los estados de Siria e Iraq, y se comporta como un grupo criminal.

-¿Funcionan como delincuentes?

-Para financiarse recurren al tráfico de personas, petróleo, obras de arte, a la extorsión… Actúan como el crimen organizado. Por otra parte, usan teléfonos móviles y redes sociales, pero mantienen ideas muy anticuadas. Es simbólico que ataquen a Francia.

-¿Por ser un símbolo de las libertades?

-Sí, porque las sociedades árabes no han sido capaces todavía de asumir la Revolución Francesa. No han evolucionado y mantienen regímenes teocráticos. Necesitan separar la religión del Estado. 

-El EI ocupa un territorio. ¿Los hace más vulnerables para ser atacados?

-Se sabe dónde están. Eso ayuda a vencerlos, porque facilita una intervención militar. En dos meses se podría acabar con ellos.

-Faltan voluntad política y unidad entre los países…

-Francia será contundente, Rusia también, y EEUU lo apoyará. No puedes permitir que unos 30.000 combatientes que tienen,  acaben con una forma de civilización. Militarmente, no son fuertes. No tienen aviación, que es fundamental, y sus entrenamientos son limitados.

-¿Esto es como una Tercera Guerra Mundial?

-La respuesta debería ser afirmativa. Pero no es una guerra mundial como las de antaño, con millones de muertos. Es mundial porque implica a países de Europa, Asia, África y América. Y vuelve a ser una guerra mundial entre quienes defienden la democracia y la libertad frente a quienes aspiran a un totalitarismo, en este caso del fundamentalismo islámico.

-¿El Islam está en el origen del problema?

-Entre los terroristas sólo un 10% tienen origen religioso. También hay delincuentes con antecedentes, jóvenes de familias desestructuradas, gente del crimen organizado... Eso se está canalizando hacia el yihadismo, como en otros tiempos ocurría con los guerrilleros revolucionarios, que no siempre respondían a ideología. Y hay gente sin escrúpulos. John el Yihadista podría haber sido torturador en Chile, o un sanguinario de ETA.  

-Con el EI, también tenemos al enemigo en casa.

-Somos sociedades abiertas. Esa es la superioridad de la democracia. Estamos más expuestos a la guerra sucia, debido a las libertades. Y por eso se les debe exigir respeto a nuestro sistema de vida, que es moralmente superior. Hay que eliminar las banderas que les permiten captar a los jóvenes desarraigados.

-¿Y cómo se consigue?

-Hay que trabajar para acabar con los guetos y con las condiciones lumpen que han radicalizado a esos jóvenes, que son pocos, pero peligrosos. La mayoría de los yihadistas son jóvenes de entre 15 y 25 años, que proceden de segundas o terceras generaciones de emigrantes árabes. Sobre todo en Bélgica, Francia, Alemania y Reino Unido.

-¿Por qué se hacen radicales? ¿Qué les atrae?

-Tienen perfiles vulnerables y no se identifican con los valores occidentales. Suelen ser parados o marginados. La tercera generación de emigrantes es la peor. La primera llegó para un nuevo proyecto de vida, la segunda aún no ha asumido el fracaso, pero la tercera ve que el sueño de sus abuelos no se cumplió y están desarraigados. Gente así la hay en los banlieues periféricos franceses, o en el Molenbeek de Bruselas. Son minorías, pero se unen a través de las redes sociales y canalizan ese odio.

-¿Se deben cerrar las mezquitas radicales?

-Hollande va a hacerlo. Expulsará a los imanes que promuevan el odio. Pero hay que tener cuidado. Debemos ganar manteniendo las libertades.

-¿Fallaron los servicios de inteligencia en los ataques de Francia?

-Era sólo una cuestión de tiempo, ya se habían evitado seis intentos similares. Puede que fallara la coordinación, porque EEUU no dio todos los datos, Turquía avisó sin que esos datos se procesaran...

-Se organizó en Bruselas.

-La Policía belga tiene escasos medios, comparada con la de Francia. En Bélgica no estaban preparados para algo de esa magnitud.

-¿Qué se puede hacer para mejorar la seguridad ?

-Se debe incrementar la cooperación y mejorar los servicios de inteligencia. Ahora se da la información, pero no siempre las fuentes. Es conveniente la creación de un FBI europeo, que actúe en toda Europa.

-¿Van a cambiar nuestras costumbres?

-Los ataques de Francia son un punto de inflexión. Habrá que adoptar medidas, pero será por un tiempo limitado. Tras la Segunda Guerra Mundial pensamos que no volveríamos a vivir una guerra en Europa, y esto nos obliga a cambios, porque ya no estamos tampoco en la Guerra Fría.

-¿Se ganará esta guerra?

-Estoy convencido de que sí. Acabar con el EI es vital, así perderá su influencia. Debemos aprender que esto afectará a la seguridad europea, a las Fuerzas Armadas y a la Policía.

-Son otras formas de criminalidad.

-Está claro. Para los policías, no es como detener a chorizos. La guerra ha entrado en el corazón de las ciudades, ha afectado a la población civil. Los ejércitos tradicionales no estaban preparados para esto. Es otra forma de guerra; y es importante ganarla, porque afecta a la esencia de la democracia y la libertad.

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