"La mayoría de la sociedad catalana nos admira"

Francisco Hidalgo. Escritor, flamencólogo y ex diputado andaluz en el 'Parlament'

Decidió admirar el flamenco y estudiarlo, interpretarlo y escribirlo, y acabó siendo una institución.

"La mayoría de la sociedad catalana nos admira"
"La mayoría de la sociedad catalana nos admira"
Fede Durán

13 de abril 2012 - 09:45

Francisco Hidalgo (Posadas, 1949) nunca prestó demasiada atención al flamenco mientras vivía en Andalucía. Tuvo que aterrizar en Cornellá para comprender el poder integrador y el efecto piña que esas artes generaban entre sus paisanos inmigrantes. Decidió admirarlo y estudiarlo, interpretarlo y escribirlo, y acabó siendo una institución, no tanto un cabal como un flamencólogo, un tipo que ha auspiciado peñas y promovido el mestizaje y hasta viajado a Rusia desde Cataluña para explicar el folclore que produce una mezcla tan estética y luminosa como la que conforman sus dos patrias chicas.

-20 de marzo de 1980. Elecciones al Parlamento de Cataluña. El PSA obtiene dos escaños. José Acosta y usted fueron diputados andaluces en Cámara ajena. Menudo exotismo.

-Fue un atrevimiento con final feliz. La experiencia fue gratificante. Nuestro objetivo era defender los derechos de los andaluces en Cataluña, sobre todo desde el punto de vista lingüístico.

-¿Cómo les trataron?

-Hubo algún desaire por parte de algunos diputados de ERC, pero sabíamos lo que nos planteábamos y la que nos podía caer. La campaña fue muy dura, nos cortaban la megafonía en los mítines. Pero nuestra presencia en el Parlament permitió que el resto de grupos redefiniera sus políticas sobre el idioma, llegando a un consenso para aprobar la primera ley de normalización. Así se garantizó la utilización indistinta y con los mismos derechos de castellano y catalán.

-¿Qué les dijo Pujol cuando les recibió?

-Fue pura cortesía, pero habló poco. Mejor estuvo Tarradellas, el primero en llamarnos tras conocerse los resultados durante la noche electoral. Yo tenía programado un acto al día siguiente, pero me invitó a anularlo y me citó a las ocho de la mañana. La visita fue muy cordial. Me dijo que nos entendía, que no tuviéramos miedo de que nos llamaran lerrouxistas. Él sabía que no queríamos dividir sino unir desde un punto de vista diferente.

-¿Qué lengua utilizaba usted en el Parlament?

-Éramos los únicos que hablábamos en castellano. Lo curioso es que había políticos que cuando estaban en la calle se dirigían a la gente en castellano. Yo les preguntaba: ¿Por qué no habláis ahí en catalán?

-Llegó a Cornellá en agosto de 1974. Ya ha pasado más tiempo allí que acá. ¿Cómo se ven las cosas desde su doble perspectiva? Cataluña no es tan mala, ¿verdad?

-Tengo la suerte de beber de dos culturas, una de cuna y otra adquirida. Las cosas se ven mal, pero por la situación económica. Aquí en Cataluña tenemos una doble losa, la del Gobierno central y la del autonómico, que al fin y al cabo son del mismo carácter político. A España le ha faltado en general ser más comprensiva, ha habido una oposición muy fuerte al hecho diferencial en idéntica medida al escaso reconocimiento de la especificidad andaluza.

-¿Andalucía es aún víctima del tópico en el norte?

-Andalucía es el mayor país de España, un país de una enorme riqueza cultural con muchos problemas difícilmente solventables en la actualidad. Hay catalanes que piensan que los andaluces de allí no han hecho un esfuerzo de integración suficiente, pero son una minoría. El resto de la sociedad nos admira.

-Quizás ocurre que esta tierra vende de sí misma una imagen exageradamente folclórica.

-No somos sólo la Feria de Abril o El Rocío, que sobresalen porque tienen mucho predicamento mediático. También hay decenas de conferencias y exposiciones. Yo he organizado tres congresos de cultura catalanoandaluza. En el gran teatro del Liceo montamos una vez un híbrido entre un grupo flamenco y la coral polifónica Padre J. Miravent.

-¿Son Andalucía y Cataluña las regiones más hermanadas de España?

-Son las dos comunidades autónomas que han mantenido una interrelación más productiva a lo largo de los siglos por necesidades principalmente económicas pero también por la atracción que lo andaluz provocó en los artistas, literatos, pintores y escultores catalanes del siglo XIX. Pasó un poco como con los escritores extranjeros románticos que creían que en Andalucía estaba Oriente. El artista catalán admiraba Andalucía. Salvador Espriu le dedicó un libro de poemas a la Semana Santa andaluza. Y no olvidemos la simbiosis continua de García Lorca con Dalí, o de Falla con Verdaguer. El interés comercial era obvio: los catalanes necesitaban participar en los negocios con América y lógicamente tenían que bajar al sur. Las calles de las ciudades andaluzas están plagadas de nombres catalanes. Isla Cristina la fundaron los catalanes. Andalucía y Cataluña son dos de los pueblos con mayor personalidad de España.

-Es usted una eminencia en flamencología. Un catedrático.

-Soy sólo un buen aficionado. Empecé a cultivar la afición aquí, con los andaluces catalanes. Cuando llegué y vi las peñas, pensé que si lo que les unía era el flamenco tenía que estudiarlo y aprenderlo para estar con mi gente y disfrutar con lo que ellos disfrutaban. Me dediqué a investigar y escribir del flamenco, sobre todo del catalán, porque nadie había contado nada al respecto pese a tener una tradición bicentenaria. Era importante explicarlo para desmentir que los andaluces de la emigración de los años 60 hubiesen traído el flamenco a Cataluña para conquistar un ámbito de la cultura popular.

-¿Son flamencos los catalanes?

-Se consume mucho flamenco. Afortunadamente, hoy tenemos grandes artistas como Mayte Martín, Miguel Poveda, Cañizares, María José Cortés... Pocos lugares en España tienen una generación tan potente. Ellos tienen nuevas formas de presentarse ante el público, son menos clásicos, más actuales.

-¿La morriña le deja en paz?

-Como paso continuamente de un lado a otro, de norte a sur y de sur a norte, es llevadera. La mayoría de mi familia vive en Córdoba, y cuando estoy allí echo en falta Cataluña. Lo mismo ocurre a la inversa.

-¿A qué se dedica ahora?

-Estoy preparando un libro de viajes a través de la cultura popular. Cuento los sitios en los que he estado gracias a mis actividades culturales, vinculadas sobre todo al flamenco. Recuerdo que una vez llevamos a Rusia una obra que explicaba todas las fiestas populares de Cornellá a través de una peña flamenca.

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