“Es necesario regular la figura del imán para crear un islam español”

Pilar Cebrián | Periodista

Pilar Cebrián, periodista.
Pilar Cebrián, periodista. / Jesús Umbría

18 de marzo 2021 - 05:00

Pilar Cebrián (Zaragoza, 1985) es periodista especializada en conflictos armados en países de Oriente Medio desde el año 2011. Colabora en medios como Antena 3, El Confidencial o France24, y su línea de investigación se centra en la radicalización yihadista y la repercusión de los frentes bélicos en la seguridad europea. Galardonada con la Beca Leonardo del BBVA en 2018 y el Premio al Periodista Joven del Año de la Asociación de la Prensa de Madrid en 2014, acaba de publicar El infiel que habita en mí (Ariel, 2021), donde sigue la trayectoria de varios europeos que lo dejaron todo para integrarse en las filas del Daesh.

–¿Si se dan las circunstancias adecuadas, cualquiera puede caer en un proceso de radicalización yihadista?

–La radicalización yihadista es una vía de salida a un momento de vulnerabilidad vital. Todos hemos tenido momentos en los que se han tambaleado nuestros cimientos. Es ahí donde entra el virus del terrorismo yihadista para aprovecharse de esa vulnerabilidad. Nadie se mete en el Estado Islámico si tiene una vida de éxito, de la misma manera que nadie va al hospital si se encuentra.

–¿Hay un factor generacional que les haga más susceptibles?

–El fenómeno de los combatientes extranjeros en el califato ha calado dentro de la juventud europea. 5.000 europeos han emigrado al califato del Estado Islámico. Sólo hay tres precedentes bélicos en los que hubo brigadas de origen europeo: la Guerra Civil española y las revoluciones rusa y bolivariana. Y han sido predominantemente jóvenes millenial los que se han radicalizado por internet de una manera muy superficial y muy rápida si la comparamos con otros escenarios de Yihad como el de Afganistán en los años ochenta o en 2000 en Iraq. Esta vez ha sido una consecuencia no de la globalización sino del modo que tienen los jóvenes de consumir información. Se ha generado una moda, sobre todo en Francia y Alemania, de mudarse a un escenario bélico y dejarse el pelo largo y barba para hacerse fotos con un Kalashnikov en facebook.

–¿España se ha quedado algo al margen? En proporción, no hay tantos combatientes españoles como franceses o alemanes.

–Hay dos explicaciones. La primera es que se reformó el Código Penal y la Policía empezó a detener antes del desplazamiento. Esto también tiene consecuencias como que acabe en la cárcel gente que estaba tonteando con propaganda yihadista pero no tenía intención de desplazarse. En cuanto a la segunda explicación, tiendo a creer que por nuestras características geográficas, históricas y culturales, somos una población que convive mejor con las comunidades musulmanas.

–Pero también hay quien defiende que España está un paso por detrás de Francia o Alemania, con una inmigración más antigua.

–Los motivos económicos también son importantes. Aquí estamos en la primera generación de inmigrantes, cuando otros países industrialmente más potentes ya van por la tercera o cuarta. Y es en estas generaciones donde surgen los conflictos identitarios.

–¿A qué se debe esas diferencias entre el terrorista adoctrinado de hace veinte años en Al Qaeda y el yihadista millenial?

–Yo apuntaría a internet. La juventud tiene ahora unos modos muy diferentes de consumir información y comunicarse a la de hace veinte años. Es superficial y multiplataforma cuando anteriormente se tendía más hacia los libros y a figuras con experiencia en el campo de batalla. Internet ha revolucionado todo, y el terrorismo yihadista no es una excepción.

–¿Cree que hemos pasado el pico de la ola del yihadismo millenial o volverá tras la pandemia?

–La historia de la yihad es cíclica. Ahora estamos en un momento de clandestinidad, y reestructuración. Los procesos históricos están revolucionados con internet. Yo siempre hago referencia a que no hay que dejar versos sueltos. Hay que repatriar a los terroristas de los países de la UE para condenarlos con nuestro código penal.

–Es precisamente la táctica inversa a la de los gobiernos europeos.

–En un escenario tan interconectado como el de hoy, están más cerca que nunca. Pero la UE está en contra de la repatriación. En la guerra contra el terror siempre se aplican políticas cortoplacistas. Es uno de los motivos por el que la yihad siempre vuelve.

–¿Y qué pasa con sus hijos que están en Siria o Iraq y tienen derecho a nacionalidad europea?

–Este es un problema con tres vértices: seguridad, legalidad y humanitario. Es necesario prestar atención a los menores. Hasta la fecha se han repatriado 73 niños, principalmente por resoluciones judiciales. Pero unos 300 niños mueren cada año en estos campamentos. A los que no les conmueven las cuestiones del derecho humanitario, yo alego la seguridad. Estos niños están creciendo en un entorno antioccidental, y de miseria y falta de escolarización. Es muy probable que algún día sean adultos que regresen a nuestras fronteras.

–¿Qué debe hacer Europa?

–En lo que concierne al Califato, lo más sensato es una repatriación ordenada para juzgar a cada una de las personas que se trae a la UE. Y a largo plazo, es importante atender los barrios más desfavorecidos y en los que hay un germen para la radicalización. Es importante la convivencia entre culturas y aceptar que en Europa también viven musulmanes. Y en lo concerniente a la religión, habría que regular la figura del imán a la que se le otorgara un certificado y que se pudiera evitar la injerencia extranjera en los sermones del viernes y el vínculo con el terrorismo. En definitiva, hacer todo lo posible para crear un islam español.

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