Juan Cartaya Baños | Historiador

"Nuestra riqueza actual es vivir en buena parte del pasado"

Juan Cartaya.

Juan Cartaya. / Juan Carlos Muñoz

Juan Cartaya Baños (Sevilla, 1965) es historiador y escritor, profesor en el Colegio San José SS.CC. (Padres Blancos) y en la Escuela de Hostelería. El próximo 9 de mayo se presenta su primera novela, una ficción histórica sobre la visita que Felipe II hizo a Sevilla en 1570. Cuenta en su haber con importantes publicaciones, como una biografía del gran historiador barroco sevillano Diego Ortiz de Zúñiga. Gracias a su labor investigadora, descubrió la fecha exacta y las circunstancias de la muerte del escritor Mateo Alemán en México.

El próximo 9 de mayo se presenta su primera novela y cuenta con un título muy sugerente: El Rey morirá en Sevilla… cuéntenos algo.

Se trata de una ficción histórica, pero con base: ¿Qué hubiera ocurrido si durante la visita de Felipe II a Sevilla en 1570 hubieran atentado contra el rey? Entre 1567 y 1586 el monarca sufrió siete intentos de asesinato, así es que la propuesta no es descabellada. Esta trama se combina con otra, los asesinatos en serie de varios adolescentes, que deberán resolver dos personajes históricos que aquí convierto en investigadores nombrados por el asistente conde de Priego: el jurado Fernando de Medina y el beneficiado Francisco Pacheco. También reconstruyo con detalle la visita real, con personajes como Juan de Mal Lara, que escribió la mejor crónica sobre el acontecimiento y que en ese momento estaba dedicado a supervisar el diseño de la galera real que combatiría en Lepanto.

¿Qué hubiera pasado si el argumento de su novela se hubiera tornado en realidad?

Pues hubiera sido una catástrofe. ¿El rey asesinado? Piense lo que ocurrió en Francia, con dos monarcas que mueren así sucesivamente, Enrique III y Enrique IV. La inestabilidad que hubiera generado en la Monarquía hubiera sido terrible. La heredera era una Isabel Clara Eugenia que tenía cuatro años. Y no nos olvidemos de los turcos y sus correrías en el Mediterráneo, que entonces era la mayor amenaza que sufría el mundo occidental, cuyo líder natural era Felipe II.

Afortunadamente, Sevilla y Andalucía son territorios muy proclives a los monarcas...

Y tanto. A veces con criterio y otras veces sin él. Carlos I, Felipe II, Felipe IV, Felipe V… forman parte del palmarés real que visitó la ciudad durante la Edad Moderna. Carlos I se casó en el Alcázar; Felipe II vino porque estaba celebrando Cortes en Córdoba y quería conocer la ciudad que era cabeza de su Monarquía; a Felipe IV lo trajo el conde duque de Olivares, y la ciudad se volcó con el recibimiento (y el duque de Medina Sidonia casi se arruinó con las fiestas que celebró para el rey, gran cazador, en Doñana); Felipe V pasó en Sevilla cinco años, el famoso Lustro Real. Aunque a Fernando VII le arrojaron los famosos tronchos de hortalizas durante su primera visita, como crítica a su apoyo obligado a los liberales. Eso sí, luego los sevillanos gritamos a coro lo de “vivan las caenas” y tiramos de su coche en la siguiente, cuando volvió a ser monarca absoluto…

La ciudad vistió sus mejores galas para recibir a Felipe II en su primera y única visita a Sevilla. Sería un acontecimiento único.

Lo fue, sin duda. El rey, como príncipe, ya había sido recibido antes en otras ciudades de Europa, como Génova o Amberes: algunos de esos recibimientos fueron soberbios. Pero en Sevilla no hubo mucho tiempo para prepararlo; solo quince días. Y no había tampoco un duro: la ciudad tuvo que pedirle un préstamo al banquero Pedro de Morga, que años después quebró. Pero una serie de personajes, humanistas y artistas -Juan de Mal Lara, Benvenuto Tortello, Francisco Duarte, Francisco Pacheco...- organizaron un recibimiento muy digno, supervisados por una comisión municipal dirigida por Bartolomé de Hoces. La nobleza, el clero y el pueblo se volcaron en el recibimiento del rey, que entró por la puerta de Goles (por eso se llama hoy Real).

¿Cómo era esa Sevilla? ¿Queda algo de aquello hoy?

Buena parte del trazado urbano y no pocos de los grandes edificios que fueron testigos de la visita: el Ayuntamiento (muy alterado), la Catedral, el hospital de las Cinco Llagas... también palacios o grandes casas como la de los Pinelo o la de los Jaén, hoy de los Salinas.

Llama la atención que Felipe II sólo acudiera una vez a la ciudad más importante del reino y que se consideraba la capital del mundo.

Y vino sólo porque se celebraban Cortes en Córdoba debido a la guerra de Granada; si no, no hubiera venido. El rey salía poco de Madrid y de su entorno: el Pardo, el Bosque de Segovia, San Lorenzo el Real, Aceca… era, digamos, muy casero.

En 2026 se cumple un importante aniversario. El casamiento del emperador Carlos e Isabel de Portugal. ¿Cree que la ciudad estará a la altura?

Esperemos, aunque habitualmente aquí todo funciona a impulsos políticos. Pero tengo una gran fe en la actual directora del Alcázar, Isabel Rodríguez, y en su alcaide, Román Fernández-Baca. Sin duda harán una más que interesante propuesta sobre esta conmemoración.

Casi 500 años después de esa gran boda y de la visita de Felipe II, ¿qué papel juega Sevilla en la historia?

Pues bien poco, me temo. Somos una capital sin capitalidad (menudo disparate) y una ciudad de servicios. Esa es actualmente nuestra riqueza, la de vivir en buena parte del pasado.

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