Política
Carlos Navarro Antolín
Guardiola, ante un nuevo atracón de bellotas con cáscara
María Guardiola seguirá siendo la presidenta de la Junta de Extremadura, pero el adelanto electoral no le ha salido bien. El PP se queda a cuatro escaños de la mayoría absoluta en el Parlamento regional y seguirá necesitando a Vox, tanto para la investidura como para sacar adelante leyes y presupuestos. Las derechas obtienen por primera vez más de la mitad de los votos, hasta un 60%, en lo que fue uno de los graneros tradicionales de los socialistas. Su candidato, Miguel Ángel Gallardo, ha obtenido un pésimo resultado, 18 parlamentarios, se deja 10 en el camino. Las llamadas desde la izquierda al auge de la extrema derecha han dejado de funcionar, ni siquiera han servido para movilizar a su electorado.
Con 29 escaños, María Guardiola consigue sumar más que los dos partidos de izquierdas, PSOE y Unidas por Extremadura (UxE), con 18 y siete parlamentarios, respectivamente. Eso le da cierto desahogo respecto a la anterior legislatura, en la que estaba empatada en número de sillones con los socialistas, por lo que siempre necesitaba los votos afirmativos de Vox. Ahora le bastará con la abstención de los 11 parlamentarios de Santiago Abascal, pero el partido situado a la derecha del PP gana una fuerza política que antes no tenía.
Matemáticamente, Guardiola tiene más margen, políticamente, será más débil. Esto también repercute en las expectativas del líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, a quien los sondeos están otorgando una victoria muy similar a la que este domingo se ha visto en Extremadura. Es decir, el PP hunde al PSOE, pero tiene que ir de la mano de Vox.
El partido de Santiago Abascal ha pasado de los cinco a los 11 escaños y es la segunda fuerza en la ciudad más poblada de la comunidad, Badajoz. Presentó a un candidato casi desconocido, Óscar Fernández, y lo fió todo a las siglas y a su propia figura. Le ha salido bien. Unidas por Extremadura, la formación de izquierdas, pasa de cuatro a siete escaños. Es otro buen dato para una candidata, Irene de Miguel, que había criticado a Yolanda Díaz de modo muy duro durante la campaña al calificarla de "fraude".
El pésimo dato de los socialistas se produce en unos momentos de cuestionamiento total del sanchismo. El PSOE llega a las elecciones con dos ex secretarios de Organización procesados por corrupción, José Luis Ábalos y Santos Cerdán, y con un Gobierno que ha dejado de tener una mayoría en el Congreso para gobernar con normalidad. Es un enorme varapalo para Pedro Sánchez, ahora que comienza a ser cuestionado de modo abierto dentro de su partido.
La derrota del PSOE también es una derrota por incomparecencia. Su candidato, Miguel Ángel Gallardo, está procesado y con fecha de juicio por el caso de la contratación del hermano de Pedro Sánchez en la Diputación de Badajoz, donde el cabeza de lista ha sido su presidente. Es la primera vez que el PSOE presenta a un candidato imputado. Además, el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura tumbó su maniobra para aforarse en la Cámara regional mediante la dimisión de los cinco compañeros que le antecedían en la lista.
El sondeo que este diario publicó sobre las elecciones indicaba que Gallardo no era aprobado por el votante de izquierda ni de centro izquierda. Incluso, los electores socialistas sólo le daban un cinco, una nota en exceso baja para proceder de sus parroquianos.
Tanto como Andalucía o más, Extremadura ha sido una comunidad de izquierdas, uno de los bastiones del PSOE, pero este domingo ha certificado que las derechas también son mayoritarias en estos antiguos territorios. La suma de los votos del PP y de Vox superan por vez primera el 50%. Esto sí supone un cambio de profundo calado para el panorama nacional, ya que el PSOE ha dejado de contar con los graneros históricos del sur. En Andalucía el cambio se produjo en 2018, pero adquirió su certificado en 2022 con la victoria de Juanma Moreno por mayoría absoluta.
No es la primera vez que el PP gana en Extremadura, en 2011 el presidente José Antonio Monago obtuvo el 46% de los votos, pero ahora se supera la mitad con la consolidación de Vox como tercer partido en el Parlamento regional. La única comunidad donde el PSOE es el primero es en Cataluña, aunque éste es un mapa muy cambiante. Su mayoría se debe a una coyuntura muy especial arrastrada por la caída de los antiguos convergentes -ahora Junts, el partido de Carles Puigdemont- después de la intentona independentista.
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