La Feria de los seis adjetivos

El encendido de la portada inauguró una nueva edición con la esperanza, tras varios años, de que la lluvia no haga acto de presencia · La mayoría de las casetas estaban preparadas desde el mediodía

Primeros bailes por sevillanas alumbrados por la portada ferial recién iluminada.
Primeros bailes por sevillanas alumbrados por la portada ferial recién iluminada.
Diego J. Geniz

28 de abril 2009 - 01:00

Un interruptor, más de 200.000 bombillas y el dedo del alcalde. Tres premisas necesarias para que hoy ya sea Feria de Abril. La Feria de 2009, la del número 162, la que ha tenido vísperas de lluvia y a la que le esperan días de sol. Pero más allá de la meteorología, la Feria de este año pasa por ser la de los seis calificativos: la Feria de la crisis, de Griñán, de la dimisión de Carrillo, del Metro, del consumo energético, y por si fueran pocos adjetivos, la de la peste porcina.

Pasada la incertidumbre del domingo de preferia, el sol saludaba al lunes del alumbrado o del pescaíto (con ese diminutivo que tanto irrita a los más ortodoxos del lenguaje hispalense). Apenas quedaban en el real señales de la lluvia caída en la jornada anterior. El albero estaba asentado (para gozo de los alérgicos) y los farolillos que habían quedado destrozados se reponían. Medio recinto por vestir. Si hubo pleno de cofradías en la Semana Santa, aún se espera lo propio con los farolillos. Cuestión, por ahora, complicada. Lo mejor del día, sin duda, los brillos del astro rey que auguran buenos presagios para la presente edición.

Este lunes es jornada de preparativos. Un paisaje de tópicas estampas no por ello menos ciertas. Últimos arreglos en las casas y en las tiendas, donde los clientes más rezagados -en tiempo y pago- recogen su chaqueta de rayas. Lavanderías que rematan los encargos para estos días y azoteas donde se orean los trajes de flamenca. Poco se ha hablado hasta ahora de las tendencias que marcarán la moda flamenca de este año (lo del traje de faralaes queda prohibido hasta el Primero de mayo, conforme lleguen los visitantes a Santa Justa). Los comentarios bajo las lonas de las casetas apuntan a continuar con el talle bajo y el vestido estrecho, con predominio del bicolor y grandes complementos. Habrá que confirmar dicha tendencia, pero todo señala que esta Feria también será la de los cuerpos ceñidos y los volantes por debajo de las caderas. Gran deleite para la vista.

Como en toda víspera que se precie, y según marcan las tradiciones (aunque sean de anteayer), los más pequeños también se sumaron a este arranque festivo. Colegios con alumnas vestidas de flamenca y niños de corto. Mientras se apuran las últimas horas lectivas, el trabajo en el recinto se intensifica. Los proveedores entregan los pedidos. Manzanilla, fino, cerveza y la interminable lista de refrescos (Aquarius incluido). Luego, ya avanzada la tarde, llegan los del pescado. El encargado de la caseta del Centro Cultural Ferroviario Isbilya (la pañoleta se queda pequeña para tan largo título) recuerda lo que no debe faltar: el choco, la pijota, la merluza y algo de adobo. Aunque, también es cierto, que la fritura variada de esta noche se está convirtiendo en algo más simbólico que real. Los paladares se han refinado y la nouveau cousine se cuela bajo los farolillos. Sopas sofisticadas, canapés de último diseño culinario, langosta y mucho Möet & Chandon. Para rematar la faena, hay casetas donde la noche se cierra con un brindis de champán. Como en la Asociación de la Prensa, que celebra el centenario de su fundación, del que da cuenta la portada.

El real en esta víspera es una acumulación de los más variados nombres de catering. A los conocidos y tradicionales se suman otros como El Gato o La Avispa. La preparación de este banquete gastronómico es muy variopinto. Desde los manteles grana y oro con asientos revestidos al toque más tradicional, como en la caseta de Labradores, donde a las típicas sillas de enea y madera pintada se unen las mesas alargadas. El hecho de que el Ayuntamiento haya obligado a que a las doce de la mañana las casetas deben estar terminadas provocó que las típicas escenas de los últimos preparativos se vivieran ayer a primera hora. El mediodía quedó, así, un tanto desdibujado, con un real casi vacío y con poco ambiente, excepto en la Calle del Infierno, donde los padres llevaron a sus hijos tras el colegio y, por supuesto, en las casetas con recepciones y entrega de premios.

Todo lo que sea gratis siempre es síntoma de ambiente, y más con los tiempos que corren. Sino, que se lo pregunten a las azafatas revestidas de amazonas que ayer acabaron con agujetas en los brazos por la de catavinos que tuvieron que llenar para los militantes del PSOE que se trasladaron a la feria. Esta caseta fue, sin duda, el epicentro de la mañana. No es para menos. Un Ayuntamiento fracturado por la dimisión de Carrillo y una Junta renovada. La calle Antonio Bienvenida (apellido bastante atinado para la ocasión) se convirtió en el callejón de la fama. Lluvia de flashes. Por allí hicieron su particular paseíllo el nuevo presidente de los andaluces, José Antonio Griñán; el alcalde hispalense, Alfredo Sánchez Monteseirín; y el secretario de los socialistas sevillanos, José Antonio Viera. Pleno al quince. "Ya hay titular", le dijo un cronista a otro mientras engullía una croqueta a medio freír. Los tres socialistas rodearon la caseta hasta llegar a la barra. Besos y enhorabuenas por doquier. "Éste tiene mejor tipo que Chaves", comentaba Rosa, una afiliada socialista de clavel en la oreja.

La escena se desarrolló bajo un ambiente de aparente calma. Críticos y oficialistas se dividían por tertulias. Algunos intercambiaron saludos. Sólo algunos. Otros, los sustituidos por Griñán, esbozaban una forzada sonrisa. Evangelina Naranjo brindó con los periodistas por la Feria. Era la mejor forma de evitar una pregunta. Entretanto, llegaron las nuevas consejeras de Justicia y Economía. Hubo también algún que otro fotógrafo, que con cuarto y mitad de guasa, se preguntaba dónde estaba Emilio Carrillo.

La tarde fue venciendo al día con bastante calma en el real. Acabadas las recepciones todo parece pintado para estrenar la Feria. Llegaron los primeros feriantes. Chaqueta, corbata y mantón, con algún que otro abrigo por si la noche era más fresca de la cuenta. Hirvieron los peroles. El pescado que vino por la mañana se consumió en las mesas. En pocas horas sólo quedaron las espinas. La orquestas amenizaron la velada. El alcalde le dio al botón. Se encendieron las 20.000 bombillas de la portada. Este año vuelven a ser de bajo consumo, que Al Gore y el cambio climático siguen presentes. Surgió también el principal personaje de esta feria, el convidado que siempre se presenta a última hora. Los feriantes más veteranos recomiendan tomar precauciones porque en estos tiempos se multiplican. Advertencias aparte, la Feria ya ha comenzado. Disfrútenla, que ya habrá tiempo de pensar en la crisis a partir del lunes.

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