TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

Concurso de enganches

Una mañana cuajada de contrastes

  • La amenaza de lluvia no impide el lucimiento del IV Concurso de Enganches de Tradición.

  • Elisabeth Planas Cano, natural de Gerona, se hizo con el trofeo Campeón de Campeones.

SEVILLA es una ciudad de contrastes. Lo clásico convive con la vanguardia, el bético tiene por mejor amigo a un sevillista y el cofrade de nacimiento se saca el abono para el Monkey Week. Como no podía ser de otra forma, la mañana de ayer también fue de contrastes. Acostumbrada a la luminosidad y al alegre colorido que regalan los días de primavera, la ciudad esperaba el tópico sol de justicia -de los que ni con abanico es posible sofocar el calor- pero amaneció con nubes que no vaticinaban nada bueno. Las predicciones meteorológicas, poco halagüeñas, daban riesgo de lluvia hasta pasado el mediodía. Aunque los malos augurios no pudieron hacer frente a la tradición y a las 09:30, en la Plaza de España, comenzó el IV Concurso Internacional de Enganches de Tradición Ciudad de Sevilla Copa de Naciones y IV Campeonato de España.

Con el cielo encapotado y una gotas de agua que no intimidaron ni a caballos ni a cocheros, comenzaron a llegar los primeros carruajes, ante una escasez de público que, quizás dormilón, quizás precavido, prefirió esperar unas horas para salir a la calle. Ante un jurado compuesto por Christian de Langlade, Khun Depapée, Eduardo Jorge Mira Cruz y Raimundo Coral, los carruajes y sus cocheros comenzaron por la primera prueba, la de Presentación. En conjunto, el jurado valoró la impresión general, los équidos (su limpieza, la armonía, los trenzados...), el carruaje (que luzca limpio y que todo esté correcto), que el carruaje fuera anterior a 1945 (si su fecha es anterior a ese año, la puntuación es más positiva que si es posterior) y los pasajeros (que todos vayan de acuerdo al coche en el que van montados). Una vez examinados los cocheros y carruajes arrancó la segunda prueba, la de Recorrido, quizás la que mayor interés suscite entre los curiosos. La inestabilidad meteorológica invitó a que muchos de los participantes cogieran sus chubasqueros para protegerse del agua y del molesto frío. Curiosa estampa la de un hermoso carruaje con pasajeros ataviados con un impermeable sobre sus mejores galas; llamativo contraste. Algo que se pudo ver durante todo el recorrido, donde se evaluó que el coche diera una serie de pasos obligados. "Se busca que el coche haga movimientos naturales, los que se hacen en una ruta normal", explica José Juan Morales, presidente del jurado y vicepresidente del Real Club de Enganches de Andalucía. "Todo en un tiempo establecido", añade.

Los coches que marcharon de la Plaza de España recorrieron el Parque de María Luisa, la glorieta de los Marineros, Luis Montoto y la Alfalfa, entre otros lugares, para finalizar el trayecto en el Prado de San Sebastián, una hora más tarde de lo previsto, donde se celebró la última prueba.

Después de demostrar el brío para enfrentarse a situaciones habituales en ruta, los participantes tuvieron que probar sus capacidades a la hora de guiar sobre el albero. La prueba de Manejabilidad los obliga a realizar un pequeño circuito en el que avanzar sin derribar obstáculos es el objetivo, siempre en un tiempo y a una velocidad establecidos.

Si la mañana estaba de contrastes, con caballos, impermeables, nubes y tímidos rayos de sol, éstos se hicieron más notables en la tercera y última prueba. Espectadores con chaquetones, elegantes carruajes y señoras con pamela, japoneses con cámaras de foto, algún que otro despistado runner, expertos del mundo ecuestre y niños, muchos niños. Un plan alternativo para tener entretenidos a los pequeños la mañana de un sábado, o quizás al contrario, un plan atractivo con el que los chavales enseñan a sus padres todo lo que saben del universo caballar. "Mamá, ése lo ha hecho en el tiempo justo", apuntó una pequeña de sudadera rosa a su madre.

No son espectadores, pero no tienen más de 15 años. Pedro y Ramón Parias Moreno de los Ríos y Jacobo Parias de los Ríos sienten pasión por los caballos. "Preferimos esto al fútbol o los videojuegos", señalan. No es de extrañar. Los tres son nietos de Ramón Moreno de los Ríos, vicepresidente del Real Club de Enganches, y están muy vinculados al mundo equino. Ayer les tocó a ellos acompañar al abuelo, hoy serán sus hermanas y primas las que se suban en un carruaje para participar en la Exhibición de Enganches de la Maestranza. Moreno de los Ríos, con una importante participación en el concurso, ve en este evento de repercusión internacional la mejor forma de reivindicar los enganches y una puesta en valor de la cultura. "En el resto de Europa hay carruajes, pero no salen a la calle como aquí. Nuestra ciudad es un museo vivo, un crisol en el que se aglutinan todas las variedades de carruajes. Además de una forma de generar muchos puestos de trabajo, tanto de forma directa como indirecta", señala.Camuflados entre los propios sevillanos, muchos turistas disfrutaron de la exhibición. Portugueses, catalanes, mexicanos (deseosos de ver el espectáculo de hoy en homenaje a su país), ingleses y vascos contemplaron ojipláticos algo que en sus lugares de origen no es muy habitual. "Habíamos venido a Sevilla antes, pero es nuestra primera vez en la Feria. Venimos al concurso y a la exhibición porque nos han dicho que es muy bonito", explica Ramón Castañeda, de Guipúzcoa y acompañado de su mujer. "Esta es la pena con la que yo me moriré, la de no tener un caballo", asegura Francisco León, natural de Santander. Feriante como el que más, siempre se escapa a Sevilla por estas fechas para pasarlo bien en una caseta. ¿Más contraste que un santanderino forofo del albero, los farolillos y las lonas blancas y verdes? Para rizar el rizo del contraste, entre la amalgama de acentos, entre los que casi resulta imposible distinguir el sevillano, sobresale el de un señor de camisa de cuadros. No tiene ni idea de español y no confía en que se escriba bien su nombre, sólo atiende a dar gusanitos a un pequeño que, ataviado con un sombrero de vaquero, no deja de aplaudir cuando ve aparecer un caballo.

La competición se divide en tres pruebas: Presentación, Recorrido y Manejabilidad

Niños, expertos, novatos y turistas quedaron asombrados ante la sorpresa final. Cerrando el concurso, un coche de reparto de Cruzcampo, el primer carruaje de servicio que participa en la competición. Tras eso, el jurado procedió a anunciar los premiados, con un sistema de puntuación similar al del golf (las penalizaciones suman, los aciertos restan). Con tres trofeos por modalidad y un único premio para el primer clasificado de todas las modalidades, los galardonados fueron, en la modalidad de Limonera (de primer a tercer premio), Elisabeth Planas Cano; Antonio Repullo del Pino y Ramón Moreno de los Ríos; en la categoría de Tronco (de primer a tercer puesto) José Luis Vélez Burrel, José Juan de la Chica Ramírez y Francisco Antonio Ortega Llano; en la modalidad de Tándem, Cristóbal Ruiz Meléndez (único ganador); en la modalidad de Tresillo, Alfonso Muñoz Alcantarilla (único ganador); en la categoría de Potencia, Jacinto Planas Ros (único ganador); en la modalidad de Cuarta (de primer a tercer puesto), Ignacio Pallarés Lorenzo, Antonio Miguel Repullo Anaya y Raúl Domínguez; en la categoría de Limonera Mular; José Rodríguez Cuellar (único ganador) y en la modalidad de Pony Limonera, Manuel Ortiz Álvarez. El trofeo de Campeón de Campeones recayó en Elisabeth Cano, de Gerona.

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