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Festival de Sevilla

Un buen hombre llamado Daniel Brühl

  • El actor recibe el Premio Ciudad de Sevilla y presenta su ópera prima como director, 'La puerta de al lado'.

  • El hispanoalemán lamenta que "Europa no siga hoy unida"

Daniel Brühl, fotografiado ayer en su visita a Sevilla.

Daniel Brühl, fotografiado ayer en su visita a Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

El actor Daniel Brühl (Barcelona, 1978) andaba en la veintena aún cuando Good Bye, Lenin! se convirtió en todo un hito del cine alemán, con siete millones de espectadores en su país, y aquella comedia sentimental llegó también a los corazones de medio mundo. "En Francia la vieron 1,3 millones de personas", recuerda el intérprete. "Y yo pensé, ingenuamente, que siempre iba a ser así. Estoy convencido de que hoy, tal como están las cosas, ese filme habría recaudado mucho menos", sopesa el actor. A pesar de que mantener esas cifras era imposible, el hispanoalemán no puede quejarse precisamente y tiene a sus espaldas una de las carreras más interesantes del cine actual, con trabajos con directores tan diversos como Quentin Tarantino (Malditos bastardos), Julie Delpy (La condesa), Bill Condon (El quinto poder, la historia de Julian Assange) o Ron Howard (Rush). Una trayectoria por la que fue reconocido ayer con el Premio Ciudad de Sevilla y que culmina con su debut en la dirección, La puerta de al lado, que presentó en su visita al festival.

"¡Qué civilizados son los fotógrafos aquí! En Berlín te gritan, te tratan muy mal", exclamó en su encuentro con la prensa, en el que Brühl estuvo encantador. El actor y director contó que su opera prima era un proyecto largamente meditado. "La idea surgió hace unos diez años, cuando vivía en Barcelona, pero entonces no me sentía preparado. En 2010 no tenía productora y no sabía escribir", cuenta. Recurrió al narrador Daniel Kehlmann, autor de libros como Fama o La medición del mundo, para que diera forma a la historia de dos antagonistas, Daniel, un actor en el que no es difícil reconocer a su alter ego, y Bruno, su vecino, un hombre damnificado por la reunificación alemana que controla la vida privada de Daniel al detalle.

Brühl concibió siempre este enfrentamiento entre dos antagonistas como "un western, un duelo sin armas", e intuyó además que partir de una premisa mínima le ayudaría en su debut tras las cámaras. "Me sentía más seguro así, sin levantar demasiado peso, sin enfrentarme a una película de época o de acción", dice. Lo que no barruntaba es que un proyecto que se centraba "básicamente en dos tipos en un bar" sería idóneo para poder rodar en medio de una pandemia. "La primera ola nos cogió el día que empezamos los ensayos", evoca.

Una imagen de 'La puerta de al lado'. Una imagen de 'La puerta de al lado'.

Una imagen de 'La puerta de al lado'. / D. S.

Pese a las complicaciones que trajo el virus, Brühl disfrutó de su primera experiencia como director, "eso de poder contar tu propia historia y no ser excluido de ninguna parte del proceso. Como actor no entras en una sala de montaje, no decides los planos con el director de fotografía. Y aquí estuve hasta en el guión, porque a Daniel le gustaba que anduviese cerca".

Brühl dudó en un principio la profesión de su personaje. "Pensé que podía ser político o arquitecto, algo por lo que tuviera cierta fama, pero esos mundos no los conocía tan bien", expone sobre Daniel, con el que se burla "bastante" de sí mismo y al que presta elementos de su filmografía: el actor al que interpreta se enfrenta a una prueba para una película de superhéroes, un destino que él conoce tras entrar en el Universo Marvel y participar en proyectos como Falcon y el soldado de invierno. "Pero debo decir una cosa", advirtió ante los periodistas. "En Marvel siempre me han tratado muy bien, me han contado de qué iba la historia. Cuando era más joven, me llamaban de Hollywood para pruebas muy humillantes, en las que te daban tres frases, ninguna información y te pedían que te grabaras. En la película hablan por teléfono con el personaje mi representante y una productora real de Marvel, porque no era fácil conseguir ese tono de Los Ángeles en Alemania".

"Cuando me preguntan no me gusta definirme como alemán o español o catalán. Digo que soy europeo"

El actor, hijo de un alemán y una española, se mostró preocupado por la deriva que afronta hoy Europa. "Es muy triste ver lo que está pasando", lamenta. "Yo crecí en un tiempo en el que las fronteras se derribaron y el continente se unió. Había un espíritu de solidaridad, de empatía, muy emocionante. Se daba por hecho que esa tónica continuaría, pero no ha sido así. Es muy frustrante ver que en las épocas de crisis la humanidad tiende a encerrarse, y los populistas envenenan el ambiente con sus discursos. Cuando me preguntan, yo no digo que soy alemán, o español, o catalán, a mí me gusta decir que soy europeo. Ahora que tengo dos hijas pienso mucho sobre el tema y me gustaría que tuvieran un mundo y una Europa más justos".

Un día después de que Gonzalo García Pelayo, cuyo sistema para desplumar casinos recreó en The Pelayos, como recordó José Luis Cienfuegos, fuera uno de los protagonistas del festival, Brühl celebró como "una experiencia inolvidable" estrenar su película y ser galardonado en Sevilla. Pero también le ilusiona el futuro: por él despunta una adaptación de Sin novedad en el frente, la novela de Erich Maria Remarque, que produce y en la que tendrá un papel secundario. "Siempre se habían hecho versiones en América, entre ellas la que ganó el Oscar, y ésta es la primera que hacemos en Alemania", adelanta el actor.

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