¿Quién es Felipe Varela?
No concede entrevistas y huye de 'photocalls', desfiles y pasarelas, muy poco se sabe del enigmático diseñador que ha enamorado con su incansable trabajo a la Reina
Para su pedida de mano, la reina Letizia, un poco angustiada ante la elección más importante de su vida, hasta ese momento, acabó decantándose por un traje de chaqueta de Giorgio Armani blanco impoluto. Su estilo, ya ese día, se grabó a fuego en la retina de los fashionistas. Pero el 6 de noviembre del 2003 quedará marcado en el calendario personal de doña Letizia por algo más que por su compromiso con el por entonces Príncipe de Asturias. Ese día comenzó su relación, sastre-clienta, con el enigmático Felipe Varela. Desde estonces y hasta hoy.
El día de su pedida de mano, a doña Letizia le llamó la atención el atuendo de su futura cuñada, la infanta Elena. La primogénita de los reyes don Juan Carlos y doña Sofía vestía de Varela. Tras ese flechazo y siguiendo los consejos de la reina Sofía, que tanto insistió a su nuera que buscase un diseñador de confianza que fuera discreto y leal, doña Letizia lo tuvo claro, quería conocer a ese modisto y convertirlo en su creador de cabecera. Y así fue. Cuando se conocieron la química fue inmediata. Los dos son amantes de la discreción y se caracterizan por su entrega absoluta al trabajo. Su andadura comenzó enseguida. Y aunque en la boda real del 22 de mayo de 2004, la novia apostó por el consagrado Pertegaz, el trabajo de Varela ya estuvo presente en la Almudena. Tanto las hermanas de doña Letizia, Telma y la desaparecida Érika, como su madre, Paloma Rocasolano, vistieron diseños de este desconocido sastre madrileño nacido en 1968. En cambio, fue en la boda de Victoria de Suecia cuando comenzó oficialmente el pacto. El vestido color cereza de doña Letizia la encumbró directamente a la cima de la lista de las mujeres de la realeza europea más elegantes.
El círculo más íntimo de Felipe Varela coincide en que no es nada pretencioso y que ama la moda por encima de la fama y el dinero. Modisto oficial de Palacio, no concede entrevistas desde 2004 y rehúye de todo tipo de evento, pasarela y photocall. Incansable, pasa las horas entre su taller de la madrileña calle Ortega y Gasset, el gimnasio y su familia, especialmente con su marido, con el que se casó discretamente en 2010.
Poco o nada se sabe de su vida privada. En su página web no hay pestaña de biografía y por no estar no está ni en Wikipedia. Seguir su rastro es casi imposible. De su etapa en Cibeles, pasarela a la que fue incondicional entre 1996 y 2002, poco se puede rescatar. Sólo que se formó en París, en el Institut Français de la Mode y en la Escuela Internacional de Diseño Esmod, y que ha trabajado para firmas como Kenzo, Dior, Lanvin y Mugler. Casi Nada. Esta última marca es la que más influencia tiene en su forma de hacer moda, de hecho ésta era una de las mayores críticas a las que se enfrentaba cuando luchaba por hacerse un hueco en el universo fashion, donde hasta su matrimonio profesional con la nueva reina era considerado un diseñador de perfil bajo.
Ahora, una década después, todo ha cambiado menos su escrupulosa defensa de la intimidad. Sólo su hermana, Ruth, es la que atiende a los medios para dar algún detalle de los vestidos que luce doña Letizia, que ha puesto su confianza en él para el día en el que ha debutado como Reina. Un día para la historia, también para la de Felipe Varela.
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