Pitingo

"El éxito me dio por encerrarme en casa"

Para Antonio Manuel Álvarez, Pitingo ante el gran público, las cosas no son lo mismo desde que, hace casi dos años, presentara su disco, Soulería, y revolucionara el concepto tradicional del flamenco a través de su peculiar visión del cante jondo. Ahora, mucho más relajado disfruta de placeres como los de un aperitivo acompañado por un Bitter Kas, bebida de la que se ha convertido en imagen y de la que nos cuenta algunas de sus excelencias. Casado con Verónica Fernández, mánager además del artista, ambos forman una pareja ilusionada ante sus proyectos profesionales…y personales.

-Contrajo matrimonio en septiembre del año pasado… ¿Buen balance desde entonces?

-Sí, claro. Llevábamos 13 años como pareja y ocho viviendo juntos, con lo que nos conocíamos de sobra. Queremos tener descendencia pronto. Algún pitinguillo o pitinguilla (risas). Soy muy niñero y me gustaría una familia numerosa.

-Pero, ¿colabora en casa?

-Sí. A pesar de que tenemos una chica que nos ayuda, algunas veces me meto en la cocina. Se me da muy bien el pucherito y la fabada.

-Por cierto, dicen que, cuando uno se empareja, se vuelve más cómodo, sale menos, toma más tapitas, coge más kilos…

-Bueno, el aperitivo del mediodía no lo perdemos nunca y, si puede ser, con un Bitter fresquito. ¡De verdad que me encanta desde pequeño! Abre el apetito y suelo acompañarlo de tortilla española, aceitunitas, salpicón de marisco… Todo muy español. Por lo demás, no tenemos tiempo de engordar. Estoy todo el día con mi esposa de un lado a otro…

-Se conocieron muy pronto, ¿no?

-Sí. Con sólo 14 años. De hecho, ha sido la única mujer de mi vida.

-¿Cómo ha llevado ella su popularidad?

-Al principio, por todo lo que se le vino encima, mal. Luego, poco a poco, se ha ido haciendo a la idea.

-¿Y usted? Porque su realidad no es la misma de antes…

-Así es. He dado una vuelta en todos los sentidos. Esto me vino de sopetón y el éxito me dio por encerrarme en casa. Después me acostumbré enseguida. Hay que mantener los pies en la tierra porque todo el mundo te da de todo y se te puede ir la cabeza fácilmente.

-Pitingo ha sido una de las voces más contundentes a la hora de alzar se contra los puristas del flamenco… ¿Le da igual la crítica?

-No debemos prestarle tanta atención. Si hay un teatro con 2.000 personas en pie y un crítico te pone mal, no le hago ni caso. Aparte, no me gusta lo de "puristas". Me parecen más bien "flamencólicos". Siempre se están quejando y sólo ven lo malo. Mi intención es dejar algo nuevo para que el público se renueve. Si vas a un concierto de otros cantaores más puros, la media de edad son 40 ó 50 años. En mi caso, hay de todo. Desde los más jóvenes a los mayores.

- Ya que estamos con sabores fuertes, ¿a qué sabe la fama?

- No te lo vas a creer pero a Bitter Kas. Tiene el punto amargo, el dulce y la intensidad del rojo. Hay quien antes no te saludaba y ahora te abraza, pero también conoces a personas que de veras merecen la pena.

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