Abusos sexuales

Rango de penas para un mismo caso: de la absolución a 27 años de cárcel

  • La Fiscalía cree que la madre y otras personas pudieron condicionar el relato de la víctima 

El juicio se celebrará en la Audiencia de Sevilla

El juicio se celebrará en la Audiencia de Sevilla

Un hombre acusado de abusos sexuales sobre su hija de cuatro años se enfrenta a uno de los mayores abanicos de penas: desde la absolución que pide el fiscal y su defensa por falta de pruebas a los 27 años de cárcel que solicita su ex compañera.

El acusado J.F.L. pasó más de cuatro meses en prisión hasta que en julio de 2018 quedó libre con la  obligación de comparecer dos veces al mes en el juzgado.

Ahora, su ex pareja I.C.C. solicita para él 27 años de cárcel: 15 años por un delito continuado de agresión sexual y otros 12 años por un delito continuado de abusos sexuales.

La fiscalía de Sevilla, sin embargo, aboga por la libre absolución por falta de pruebas. Mantiene que la niña evidencia “una alta susceptibilidad a la sugestión” en la que pudo influir no solo su madre sino también los agentes implicados en el contexto de violencia de género que denunció la progenitora.

La pareja mantuvo una relación fruto de la cual nació una niña. La madre presentó en junio de 2017 una primera denuncia por violencia de género en la que, según recuerda la Fiscalía, declaró que su ex pareja mantenía una relación “normal” con la menor, entonces de cuatro años.

Cuando madre e hija ingresaron en una casa de acogida, I.C.C. denunció que la menor había “verbalizado comportamientos sexuales de su padre hacia ella”. Entonces le hizo grabaciones en las que la menor chupaba una botella de agua a modo de pene y afirmaba que su padre le introducía el dedo en sus genitales.

La Fiscalía entiende que la menor contaba como mucho tres años y medio cuando ocurrieron los presuntos abusos, edad en la que es infrecuente recordar hechos. Además evidencia “una alta susceptibilidad a la sugestión”, pudo sufrir “interferencias internas y externas que, aunque no tengan intencionalidad negativa, sí afectan a la calidad y fiabilidad del recuerdo”. “Durante las entrevistas se recogen mensajes directos de la madre”, concreta la fiscal.

Explica que al haberse producido esta denuncia en el seno de un caso por malos tratos, “las percepciones y los sentimientos de los agentes implicados pueden de alguna manera condicionar su forma de proceder ante la menor y esto, directa o indirectamente, interferir también en el relato de la niña”. Por todo ello, pide el sobreseimiento de la causa por carecer de elementos incriminatorios suficientes.

La madre, sin embargo, insiste en que la menor usa un lenguaje no acorde a su edad y “conocía perfectamente prácticas sexuales que de ningún modo podría conocer una niña de tres años”.

Según la acusación, el padre obligaba  a su hija a realizarle masturbaciones y bailes eróticos, llegó a causarle sangrado en sus genitales y en esas ocasiones suministraba a la madre “sustancias para que nos despertase mientras estos hechos ocurrían”.

Para el juicio, la madre propone como testigos a compañeras y trabajadoras de las casas de acogida donde estuvo y a peritos de la asociación ADIMA. Precisa que no reclama indemnización porque lo único que desea es que su ex pareja “sea condenado penalmente por lo que la menor ha padecido a manos de su padre”.

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