"El sistema penitenciario funciona porque el 68% de los internos no vuelve a la cárcel"

Entrevista Eduardo Miñagorri Cobos, director de la cárcel de Morón

El director de Sevilla-II reconoce en esta entrevista que la suspensión de los permisos de salida y de las comunicaciones por la pandemia ha impedido la entrada de droga

El director de Sevilla-II, Eduardo Miñagorri, en el centro penitenciario.
El director de Sevilla-II, Eduardo Miñagorri, en el centro penitenciario. / Juan Carlos Vázquez

Cuando uno entra a un centro penitenciario por primera vez una de las cosas que más llaman la atención es la continua apertura y cierre de las puertas de hierro automáticas para pasar de una estancia a otra de la cárcel. Se abre una puerta, pasas a la habitación y hay que esperar a que se cierre por completo para que se abra la otra puerta. Y así sucesivamente cada vez que se va entrando en esa pequeña ciudad que es un centro penitenciario. Es algo a lo que está acostumbrado Eduardo Miñagorri (Sevilla, 1969), director de la cárcel de Sevilla-II, tras casi 27 años de carrera en Instituciones Penitenciarias.

-¿Cómo entró en el mundo de las prisiones?

-Es un mundo al que uno no se acerca porque la vocación te llame. Yo terminé la carrera coincidiendo con la crisis económica de 1993-1994. Instituciones Penitenciarias era de los pocos organismos que convocaban plazas. Lo que sí tenía es una vocación de servicio público, quería ser funcionario. Entonces fui a la delegación del Gobierno a preguntar qué oposiciones se habían convocado ese año y una funcionaria me dijo que este año no habían salido ni las de Hacienda, sólo esto. Y dije trae para acá que ésa es mi vocación.

Y siempre lo cuento porque yo me he encontrado con un mundo apasionante y de hecho mi hija está preparando las oposiciones a jurista de Instituciones Penitenciarias porque yo creo que de alguna manera en casa tu transmites el entusiasmo por tu trabajo.

"Desde hace unos años están entrando internos con delitos relacionados con la violencia de género”

-¿Cuál es el perfil de la población reclusa de Morón de la Frontera?

-Tenemos 48 preventivos de un total de 1.138 internos, con lo que el gran volumen de internos que tenemos aquí son personas que ya están condenadas y están cumpliendo su condena. El nivel de preventivos que tenemos es ínfimo porque al estar retirados de la capital por una cuestión operativa es mucho más cómodo que estos internos se ubiquen en un centro penitenciario más próximo a la sede judicial, dado que pueden ser citados hay que tenerlos a disposición de la autoridad judicial que ordenó su ingreso.

El perfil del interno de esta cárcel tiene que ver con el que hay en Instituciones Penitenciarias, normalmente son personas jóvenes en éste y en otros centros. En los centros tipo la idea es que sean polivalentes, con distintos perfiles de internos. De hecho, tenemos 19 módulos residenciales en los que viven los internos precisamente para poder hacer una separación interior adecuada.

En este centro, una peculiaridad es que no tenemos departamento para menores, me refiero a personas de entre 18 y 21 años. En Sevilla-I sí lo tienen. Aquí tenemos otros que no son muy comunes como el módulo PAIEM (Programa de Atención Integral al Enfermo Mental), especialmente dedicado a personas que tienen problemas de enfermedad mental, y desarrollamos programas específicos para estas personas.

Tenemos otro módulo bastante novedoso que el tratamiento gira en torno al deporte, precisamente por la edad media de las personas que tenemos aquí en este centro, a los que el deporte les interesa y es una forma de enganchar a las personas para que entren en los programas de tratamiento, que son voluntarios.

Eduardo Miñagorri Cobos, director de la prisión Sevilla-II

-La mayoría de los internos cumplen pena por delitos comunes, como robos y tráfico de drogas...

-Delitos contra la propiedad. y están entrando mucho desde hace unos años delitos relacionados directa o indirectamente con la violencia de género. Incluso hay quienes están por otro tipo de delito pero que tienen problemas de violencia de género y ahí hay que hacer una coordinación importante con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, porque puede ser que entre una persona que no está imputada o no está cumpliendo un delito de violencia de género pero que tenga una orden de alejamiento por otro motivo. y cuando salen de permiso el policía encargado del seguimiento tiene que saber que esta persona va a salir de permiso o que está prevista su libertad para tal fecha.

Además, las víctimas pueden acogerse al estatuto de protección a la víctima, que les da determinados derechos como recurrir la progresión a tercer grado del interno o la libertad condicional, por lo que hay que tener coordinación con el Servicio de Asistencia a A la Víctima de Andalucía (SAVA) para que ellos puedan comunicárselo a la víctima para ejercer los derechos que la ley le otorga.

-¿Una cárcel es como una pequeña ciudad?

-Es como una pequeña ciudad pero más complicado de gestionar porque tenemos que darles de comer, tenemos que proporcionarles educación, asistencia sanitaria. Tenemos que hacer un poco de todo.

-¿Cómo ha sido la vida de los internos durante el año y medio de pandemia?

-La situación epidemiológica que estamos viviendo es muy complicada para todos los ciudadanos, pero especialmente para las personas privadas de libertad. En los nueve meses que llevo en la prisión hemos estado bailando un poco al son que nos toca por la incidencia acumulada en la provincia. La Subdirección general de Sanidad Penitenciaria nos comunicaba la incidencia acumulada que había en Sevilla y en función de esa incidencia teníamos que cortar comunicaciones o podemos autorizarlas, o podíamos autorizar que salgan los internos de permiso o cortar los permisos de salida.

-¿Cuál es la situación actual?

-Ahora mismo la situación que tenemos en Sevilla-II es tal que en el consejo de dirección hemos acordado autorizar los permisos de salida, aunque no se disfrutan con la normalidad de antes. Estamos permitiendo que los internos salgan de permiso, pero programando las salidas de forma que en función de la duración de cada permiso, que pueden ser de tres o seis días, el regreso de los internos coincidan en la misma fecha, de forma que el confinamiento preventivo o la cuarentena que tienen que guardar cuando reingresan podamos formar un grupo burbuja con todos los internos que regresan de permiso. Ahora mismo tenemos una cuarentena preventiva de cinco días, pero a los internos que no están vacunados ahora no podemos autorizarles los permisos porque el riesgo de contagio es mayor.

El virus ha entrado en este centro, en el primer grupo de internos que autorizamos a salir de permiso, a pesar de que estaban todos vacunados, dos dieron positivo. Pero con estos dos módulos de confinamiento que tenemos ahora hemos impedido que el virus entre en el interior del centro. Las medidas restrictivas las hemos podido mantener en estos dos módulos.

Estamos por encima del 90% de internos vacunados y los que no han sido vacunados ha sido porque los propios servicios médicos penitenciarios por razones médicas han considerado que no pueden ser vacunados, o bien son personas que han ingresado en el centro con posterioridad a la fecha de vacunación, y estamos en permanente contacto con los responsables del Servicio Andaluz de Salud (SAS) para ir repescando a los que se hayan quedado fuera. Y personas que no se hayan querido vacunar es casi anecdótico, casi todos los internos han querido vacunarse.

Eduardo Miñagorri, fotografiado junto a uno de los módulos y con la torre de seguridad al fondo.
Eduardo Miñagorri, fotografiado junto a uno de los módulos y con la torre de seguridad al fondo. / juan carlos vázquez

-¿El confinamiento y la suspensión de las comunicaciones, como los vis a vis, ha tenido alguna incidencia mayor en la conflictividad?

-No. Quizás al principio, cuando nos confiaron a todos en casa, esto provocó un poquito de desconcierto. No he notado un incremento de la conflictividad o del número de incidentes regimentales a consecuencia del confinamiento. Los internos, cuando las cosas se les explican, suelen entender los motivos, y hemos procurado que tengan información sobre todas las medidas que teníamos que ir adoptando en función de la incidencia acumulada, y hemos procurado en la medida que podíamos que tuvieran información.

"Con los dos módulos de confinamiento hemos impedido que el virus entre en el interior de la prisión”

Esta semana hemos acordado restablecer las comunicaciones especiales, los vis a vis, tanto los familiares como los íntimos y las comunicaciones de convivencia, con los hijos menores. Estas comunicaciones han estado cortadas durante más tiempo porque el contacto físico entre los familiares y los internos es mucho más estrecho.

En cambio, las comunicaciones orales, en locutorio, en las que el interno y el familiar están separados por un cristal, no sólo las hemos mantenido sino que las hemos aumentado, y también las videollamadas, que yo creo que han llegado al sistema penitenciario para quedarse. Ha sido algo que nos ha traído la pandemia, la necesidad de que el interno siga teniendo contacto con sus familiares. Todo lo que sea que el interno tenga contacto con su entorno familiar y social es positivo para el interno y para todo su proceso de reinserción. La secretaría general nos dotó de seis terminales y los internos solicitan la realización de las llamadas, no se ha establecido un límite, se establecieron turnos y se ha procurado que tengan acceso la práctica totalidad de los internos.

"Las videollamadas de los internos con sus familiares han venido para quedarse en el sistema penitenciario”

-Las noticias de las cárceles son generalmente negativas: agresiones a funcionarios, falta de medios, muertes de internos por sobredosis. ¿Por qué tienen tan mala prensa las cárceles?

-Creo que la labor de la dirección de un centro penitenciario debe hacerse al margen de lo que se diga. Tienes que hacer tu trabajo, porque lo que sale no es lo más representativo de un centro penitenciario. Sale la parte más morbosa de la vida en prisión y es una pena que no tenga más proyección mediática todo el trabajo que se hace. Creo que la institución penitenciaria consigue reinsertar a las personas cuando, por la razón que sea, han tenido que entrar en una de estas casas, y a nivel de consumo de tóxicos tenemos la Unidad Terapéutica (UTE), personas que voluntariamente deciden participar cuando toman conciencia de que el consumo de drogas les ha llevado a la situación que les ha hecho ingresar aquí.

Son programas muy potentes que consiguen unos resultados muy satisfactorios y ellos lo agradecen. Lo que es clave es la motivación que tenga el interno para acceder al programa.

"De las cárceles sale la parte más morbosa pero no todo el trabajo que se hace para reinsertar a las personas”

-¿Cómo es posible que en una prisión con la seguridad que tiene entre la droga?

-Vivimos en un sistema afortunadamente garantista y la droga entra, no podemos caer en la ingenuidad de que la droga no entra. Nuestro trabajo consiste en que entre la menos posible y ojalá que no entrase ninguna.

La pandemia aquí también nos ha dado datos, yo no voy a sacar conclusiones, pero sí puedo decir que cuando se han suspendido los permisos de salida y las comunicaciones no ha entrado droga.

Lo que sí estamos haciendo es una labor de concienciación con los familiares, informándoles de cuáles son las consecuencias de traer droga a un centro penitenciario y la secretaría general ha editado folletos informativos y carteles que están colgados en las zonas de comunicaciones para que tomen conciencia.

-Usted que ha pasado por varias cárceles, ¿diría que todas son iguales o cada una tiene sus particularidades?

-Esto es como las ciudades, cada centro tiene su peculiaridad, y eso es también lo bonito de este trabajo. No hay dos cárceles que sean iguales. Hay determinados procedimientos que son idénticos y los protocolos están centralizados, pero luego cada centro tiene su idiosincrasia. La de Sevilla-II viene determinada por su ubicación, estamos alejados de la capital de provincia, y eso tiene implicaciones directas tanto para los internos y sus familiares, por los desplazamientos para las comunicaciones, como para los funcionarios. Morón es un centro que tiene mucha rotación de la plantilla y creo que también tiene que tener con la ubicación física. Hemos propuesto establecer ciertas especialidades de los funcionarios, sobre todos de los que vienen al área de oficina y área mixta, personal laboral, que podemos hacer algunas modificaciones en su horario que puedan resultar más atractivas y podamos estabilizar un poco la plantilla. En Morón tenemos 536 empleados, de los cuales 492 son funcionarios y hay 44 contratos de personal laboral.

-El fin del cumplimiento de las penas es la reinserción, pero muchas veces no se logra...

-Hay un estudio de la secretaría general de Instituciones Penitenciarias que habla de una tasa de reinserción del 68,37%, es decir, de personas que una vez que han pasado por un centro penitenciario para cumplir una condena, no vuelven a ingresar. Esa tasa de reinserción es muy interesante, porque creo que es desconocida y los datos son sorprendentes. Muchas veces sale a la luz pública lo negativo, pero creo que el sistema penitenciario está a la vanguardia. La gente se queda sorprendida con la tasa de reincidencia porque es un dato muy positivo y que pone sobre la mesa que el sistema penitenciario funciona y la reinserción existe.

"Desde el primer semestre de este año ya no tenemos ningún preso de ETA en Sevilla-II”

El estudio es bastante serio, al abarcar un período realmente amplio, de 12 años, y que incluye todos los centros penitenciarios dependientes de la Administración General del Estado, excepto los de la comunidad autónoma de Cataluña, que en aquella fecha era la única que tenía transferidas las competencias en materia penitenciaria. En este momento, sólo el País Vasco tiene en curso la transferencia de las competencias, aunque a fecha de hoy no se ha hecho efectiva.

El director de la carcel, Eduardo Miñagorri, en una de las puertas de seguridad.
El director de la carcel, Eduardo Miñagorri, en una de las puertas de seguridad. / juan carlos vázquez

-Hasta hace poco las cárceles sevillanas tenían presos de ETA...

-Aquí no tenemos ya ningún interno en Sevilla-II. El último que tuvimos se retrasó un poco su conducción por un tema sanitario. Estaban ubicados en un módulo residencial, cada uno con su clasificación penitenciaria pero no había ninguna especialidad sobre ellos. La totalidad de los presos que quedaban se marcharon en el primer semestre.

Un programa pionero en Europa para condenados por delitos económicos

La cárcel de Sevilla-II está desarrollando actualmente un programa pionero en Europa de tratamiento para personas condenadas por delitos económicos, que se sigue en muy pocas cárceles españolas, según explica el director del centro, Eduardo Miñagorri, quien recuerda que hay una variedad importante de programas en esta cárcel que tiene actualmente una población reclusa integrada por más de un millar de personas.

Miñagorri señala que hay además dos programas para personas condenadas por delitos relacionados con la Violencia de Género (Pria y Regenera), y también desarrollan programas para personas con conductas violentas (PICOVI). "Este programa PICOVI, es uno de los más novedosos que la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias ha puesto en marcha, siendo Sevilla-II uno de los centros pioneros en su implementación", destaca el director, que añade que hay otro programa especialmente destinado a los internos más conflictivos, y que por ello tienen aplicado un régimen cerrado de vida, con un alto índice de internos que, tras desarrollar el programa, consiguen abandonar el régimen de vida cerrado y progresar a un régimen de vida ordinario, la vida normal en el centro.

En la cárcel de Sevilla-II hay tres módulos de respeto, en los que se trabaja la responsabilidad y autogestión de la vida en el módulo de los propios internos, siendo ellos mismos los que “organizan”, con el apoyo y supervisión del personal del Equipo técnico y funcionarios de vigilancia, muchas de las actividades cotidianas del módulo, llegando a formar “comisiones de convivencia” a través de las cuales son los propios internos los que resuelven los problemas de convivencia que pueden surgir.

La implantación de estos módulos de respeto, recuerda el funcionario, se produjo hace ya bastantes años, con bastante éxito, habiendo implantado el centro penitenciario de Sevilla-II un módulo de respeto en el que el "eje del trabajo terapéutico gira en torno al deporte como elemento resocializador, con bastante éxito entre los internos del centro, siendo uno de los más demandados".

En los diversos módulos hay asimismo talleres de pintura acrílica, goma eva, así como actividades deportivas diversas: atletismo, petanca, frontenis, tenis de mesa, o fútbol sala. En el salón de actos se proyectan películas, a la que pueden asistir la totalidad de los internos del centro, siguiendo el horario establecido para cada uno de los módulos (en horario de mañana y tarde).

De otro lado, se están desarrollando actividades específicamente destinadas a trabajar la perspectiva de género, para los internos destinados en dos de los módulos de respeto, con la colaboración de personal de la Universidad de Sevilla. En este sentido, para el día 25 de noviembre –día de la eliminación de la violencia de género contra la mujer- el departamento de Tratamiento está organizando distintas actividades en las que se pretende que participen el mayor número de internos posible, para trabajar temáticas tales como estereotipos sociales de género, mujeres en las diferentes culturas, mujeres importantes en la Historia, la figura de la mujer en el cine, en el deporte, en los medios de comunicación, así como los diferentes tipos de violencia hacia la mujer o la figura de la mujer y los mitos del amor romántico en la música.

El director recuerda asimismo que la prisión cuenta con la colaboración de una ONG para trabajar la orientación socio-laboral de los internos, que se desarrolla a través de dos sesiones mensuales, en cuatro de los módulos del centro. Hay actividades en las que son los propios internos los que se convierten en "agentes de salud" para sus compañeros de internamiento, contándoles su propia experiencia con el consumo de sustancias estupefacientes para que tomen conciencia de los problemas derivados del consumo y del riesgo de sobredosis, concluyó Miñagorri.

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