La caja negra

Los Remedios no es el barrio de Salamanca

  • En el barrio sevillano es donde se registra el mayor porcentaje de votos al PP de toda España, aunque la fama se la lleve el capitalino, donde se organizan estruendosas caceroladas a las nueve de la noche

El original escaparate del comercio de Francos, número 3

El original escaparate del comercio de Francos, número 3 / José Ángel García (Sevilla)

Dicen que el barrio de Salamanca es el más derechizado de España. Oiga, un respeto al de Los Remedios que tiene siempre el porcentaje de apoyo más elevado al PP de toda España. Sí, señor. Como lo han leído. Un socialista en Los Remedios es un lince de Doñana. A cuenta de las caceroladas en la calle Núñez de Balboa y otras próximas donde, por cierto, existía hasta hace dos meses una espléndida hostelería, se están diciendo la mar de tonterías. Pues sí. Los ricos también… protestan.

La España frentista, del odio y de la envidia ha encontrado un filón con la ocurrencia de los vecinos del barrio de Salamanca de salir a protestar a las nueve de la noche sin guardar la distancia interpersonal. ¿A quién se le ocurre? Sólo faltaba que ocurriera algo parecido en Pozuelo de Alarcón, que en su versión hispalense recibe el nombre de Tomares.

Casi todo lo que ocurre estos días en Madrid es de gran interés. No se rasguen las vestiduras con teorías sobre el centralismo. No estamos hablando de fútbol. El guiso principal se cuece en la capital de España por muchos motivos, para empezar por el elevado número de muertos que han sumado. No caigan en la trampa de simplificar las cosas en ricos y pobre, en cacerolas o palos de golf, en platos con avecrem o platos elaborados por tatas que abren la puerta y te hacen esperar en la primera sala a la derecha. 

La tienda del número 3 de Francos, abierta por Pepe Fernández La tienda del número 3 de Francos, abierta por Pepe Fernández

La tienda del número 3 de Francos, abierta por Pepe Fernández / José Ángel García (Sevilla)

Recuerden el movimiento del 15-M. Comenzó con gente de todo tipo y acabó en Podemos. En el centro de Sevilla, en el número 3 de la calle Francos, hay un escaparate que rinde homenaje a las víctimas de la pandemia. Como se trata de un negocio de trajes de flamenca, se aprecian dos preciosos de color negro junto a dos lazos y la bandera nacional de fondo. La idea es de Pepe Fernández, que abrió el comercio en noviembre con el nombre anterior: María Cruz Palacios. En tiempos de negocios cerrados conviene llamar la atención, levantar la mano, recordar la existencia.

Poco a poco abren negocios, pero poca gente se entera. Hay ya joyerías abiertas y tiendas de complementos, pero parece que casi todo sigue cerrado porque sólo han abierto apenas un 20% de los bares. Un hombre mayor se pasea por la Plaza del Salvador con su mascarilla… y un capirote recién recogido. Debió ser un encargo efectuado en la primera mitad de la cuaresma que no ha sido recogido hasta ahora. En las tintorerías que también han abierto se aprecian muchísimas túnicas y trajes de flamenca que se han quedado literalmente colgados. Las tintorerías son el cementerio público de las fiestas de primavera de este 2020. En la verja de la Plaza del Salvador ya no luce la preciosa palma rizada que hacía las veces de broche de la Semana Santa que no vivimos.

En la calle Jesús de las Tres Caídas hay un bar con dos veladores ocupados. En la calle Barcelona hay ambiente de viernes a juzgar por la gente que bebe de pie en torno a los bares abiertos. Que luego la culpa y la mala fama es es para el Jota. En la terraza de Río Grande hay cierta animación. Paco Salas, el empresario especializado en ultracongelados, que fue rey mago de la Cabalgata de 2018, vende productos congelados y los lleva a domicilio. Carnes, mariscos, pescados, precocinados, verduras, postres, conservas… ¿Qué será, por cierto, de la próxima cabalgata?

Si los reyes magos se anuncian en julio, imaginen la que tiene encima el Ateneo, donde se deben poner ya a cerrar los personajes de la de 2021. La vida sigue, claro que hay veces que no se ve próximo el final de ciertos túneles. En el MAS de la Cuesta del Rosario hay cola para comprar víveres. El tráfico rodado sigue bajo, muy bajo. Se anuncia calor para la próxima semana.

Los podólogos, oftalmólogos y dentistas abren de nuevo, pero en algunos casos te hacen grabar una declaración jurada que deje constancia de que no has estado en contacto con infectados. Otros profesionales, como los psiquiatras y psicólogos, continúan con la atención por videollamadas. En el Supersol de la Alfalfa se indigna un cliente porque se le avisa de que no puede entrar con su mujer. De uno en uno, por favor. El aforo es de 50 personas. Si la gente se dedica a ir a la compra en parejas o tríos, el aforo se completa antes. Y el encargado se enfada, como dice la cajera en su defensa. Y ya sabemos que no hay nada más peligroso que el enojo de un encargado. Casi más que un cofrade con la tarde libre. Los peluqueros dan cita con la prontitud del especialista de la Seguridad Social…

El consejero de Salud se refiere varias veces a la contagiosidad, que rima con litigiosidad, que será la que tendrá que soportar el Gobierno de Sánchez con la de pleitos que se le vienen encima. En Los Remedios las caceroladas son pacíficas. Cada mochuelo en su olivo, cada vecino en su balcón. Y los adolescentes aprovechando para sus cosas las entreplantas y azoteas de plantas intermedias sin ser conscientes de que se ponen a tiro de los inquisidores del teléfono móvil con cámara. Luego los mensajes se disparan: “Es el hijo del magistrado Fulanito con la hija de la catedrática Menganita”. Qué barbaridad. Y eso que estudiaron en la Compañía de Jesús. Jesús, qué compañías.

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