El quite del abanico y la sonrisa del régimen en la Plaza Nueva
La Caja Negra
Hay momentos estelares de la humanidad como los hay en la vida particular cuando te atienden en los días señalados o te procuran frescor antes de sufrir un sopitipando en estas noches de calor que son absolutamente normales
Cuando en Sevilla echamos de menos lo inimaginable
El secuestro de la política municipal

Hay momentos en que uno recibe un quite que le libra de un peligro, una ayuda repentina en el momento más oportuno cuando ya estaba perdida toda esperanza, una mano tendida que le evita despeñarse, una llamada que genera alegría en un instante de pesar... Y todo, de pronto, cambia a mejor cuando nada indicaba que así fuera. Las buenas noticias, los gestos gratos y las acciones que modifican el curso previsible de los acontecimientos en el ámbito particular existen, como también ocurre en la historia, tal como describe el austríaco Stefan Zweig en Momentos estelares de la humanidad. Los particulares también tenemos esos momentos que cambiaron una situación doméstica. No se olvida fácilmente a quien te da cobijo en una tormenta, esa persona que te hace hueco bajo el paraguas, quien ofrece un techo. ¿Y a quién te facilita unas horas en una caseta de Feria cuando no se tiene acceso propio a ninguna? En las fiestas se valora mucho esa cobertura que salva el día que se daba por perdido. La de veces que hay gente que se maldice por haber ido a la Feria sin un tener plan asegurado. Venga a dar vueltas y vueltas como caballitos de un tiovivo por las calles del real. Y en un instante alguien te invita a pasar y comienzan unas horas inolvidables. Un momento estelar en toda regla.
Recuerdo la única noche pasada en la aldea del Rocío en plena romería. Hace más de 25 años de aquella preciosa experiencia. Una cama facilitada para la ocasión por Ricardo Suárez y un saco de dormir prestado por Manuel Cardenete López. Una ilusionante noche por delante para dormir en el salón de la casa de hermandad de Sevilla con la mirada fija en la lápida que rememora a los anteriores hermanos mayores. Dormir, lo que se dice dormir, fue imposible porque me pusieron junto a la carreta del Simpecado y no paré de oír plegarias, vítores y charlas más o menos estimuladas durante toda la noche. Al alba estaba en posición vertical cuando casi todos dormían. Solo como la una en el corralón de la casa que diseñó el arquitecto Delgado Roig a la espera de que alguien despertara. Un panorama desolador se cernía sobre mis expectativas cuando una familia muy madrugadora me acogió con toda amabilidad, me integró en su desayuno y me hizo pasar un rato inolvidable. Pregunté después quiénes eran: “Son los Vázquez, muy de la hermandad”. Pues los Vázquez fueron los que me permitieron un momento estelar de gratísimo recuerdo. Rocío puro de brazos abiertos y generosidad.
¿Cómo se olvida quien te deja la moneda para poder trincar un carrito en el supermercado ahora que no se lleva dinero en el bolsillo? ¿Y el amigo que va en coche, te ve en la parada del bus, se para, baja la ventanilla y se ofrece a “acercarte”? No digamos ya el quite que supone que te lleven al aeropuerto o te recojan. Esos son ya quites providenciales.
El otro día hacía un calorazo en la Plaza de España durante el concierto de Maná que congregó a más 17.000 personas en el Sevilla Santa Lucía Icónica Fest. El calor no era ninguna novedad. Es lógico que el mercurio se dispare en Sevilla en estas fechas. Conviene cesar la cantidad de alarmas, avisos y tonterías que soportamos a cuenta del calor. En pleno momento de apuro nos llegó un abanico de color rojo con la marca Sevilla. Todo un quite. Otro momento estelar. Antonio Castaño nos salvó el otro día de un sopitipando. Qué invento tan poco valorado es el abanico cuando tiene su arte y su lenguaje propio. Qué aire más fresquito hasta en los días más insoportable. Castaño es el de turismo del Ayuntamiento. Unas veces es de Sevilla City Office, otras de Contursa, otras del Consorcio... Los títulos cambian, Castaño permanece. Junto a sus apellidos hay que poner siempre la coletilla. “Castaño, el de turismo”. En realidad es la sonrisa del régimen actual en la Plaza Nueva. Siempre con la cara amable, parece un perpetuo nazareno con la capa al viento. Por eso no extraña que ofrezca abanicos cuando aprieta el calor, o que aparezca con la neverita de los gazpachos Majao. “Lo hay sin pan que engorda menos”. O te precisa:“El abanico pone Sevilla, ¿eh?”.
Castaño fue el que promovió aquel anuncio de los reyes magos que disfrutaban de una siesta en la Plaza del Triunfo en pleno verano, cuando había que echarle mucha imaginación y más valor a la venta del destino turístico de Sevilla en julio y agosto. ¿Cuántas veces no hemos pensado quién convencía a los escasos turistas que llegaban en verano a Sevilla que daba pena verlos con las pieles achicharradas dando barzones por Santa Cruz a la hora de la siesta? Hoy vemos normal que haya turistas todo el año. Pero hasta hace muy poco tiempo no fue así. Castaño es del PP. Muy del PP. Pero en turismo tiene eso que se llama altura de miras. En el congreso del PSOE celebrado en la Cartuja en febrero de 2012, aquel que ganó Rubalcaba, se encargó de poner un puesto de Turismo de Sevilla para ofrecer rutas por la ciudad a los cientos de compromisarios socialistas. ¡A vender, a vender! Y ahora no para de lanzarse a esas misiones para traer chinos y más chinos. Algunos creemos que trae demasiados o le da muchas vueltras a los mismos por los mismos itinerarios. Los chinos de Castaño, les llaman. Y no son los pantalones, sino la cantidad de turistas. Este Antonio sigue el proverbio oriental a pie de la letra. “Si no sabes sonreír no te pongas detrás de un mostrador”. Y Castaño se pone con los abanicos, el gazpacho sin pan, la Sevilla de las calores, los socialistas y lo que haga falta. Lo vende todo. ¿No recuerdan que el gran Marchena vendía botellas de agua del grifo como un producto gourmet en las tiendas del aeropuerto? Pues Castaño vendió la Sevilla de julio y agosto. Y cuando llegó el boom nos cogió con el trabajo hecho. Lo dicho: la sonrisa del régimen. Y como diría Rajoy: “Eso es capital, chichichí”.
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por el Colegio Oficial de Dentistas de Sevilla
Contenido ofrecido por Loiola
Contenido ofrecido por Howden Iberia
Campus UPO CArmona
Contenido ofrecido por coca-cola