La Caja Negra

La resaca de la copa de Urbanismo

Juan de la Rosa y Fernando Vázquez, delegado de Urbanismo y gerente, respectivamente. Y el texto del correo electrónico con la polémica convocatoria.

Juan de la Rosa y Fernando Vázquez, delegado de Urbanismo y gerente, respectivamente. Y el texto del correo electrónico con la polémica convocatoria. / (Sevilla)

No ha sido ético, tampoco estético. La Gerencia de Urbanismo y Medio Ambiente del Ayuntamiento no debería haber accedido en ningún caso a que una empresa privada pagara la copa de Navidad ofrecida a alrededor de 350 trabajadores, convocada por el propio organismo y organizada además en un enclave privilegiado como el monasterio de Santa Clara. Se ha sembrado un manto de sospecha innecesario sobre un organismo que, además, concentró todo tipo de leyendas durante etapas para el olvido. La convocatoria de la copa estaba redactada por alguien tan ingenuo como pardillo que no dudó en anunciar que el ágape estaba “financiado por una empresa colaboradora”. No se puede tener menos tino en el empleo del lenguaje cuando en el imaginario colectivo perdura una frase mítica: “La Junta colabora con quien colabora”. El alcalde ha salido al paso de las críticas. Todo ha sido legal, dice Sanz. Habrá que explicar qué recibe la empresa a cambio de su generosidad, por qué se presta a pagar de su bolsillo la fiesta, en qué condiciones se escoge un edificio de titularidad pública y de alto valor histórico y artístico y hasta por qué se recuerda a los trabajadores invitados que pueden salir antes de la Gerencia para llegar a tiempo a la cita.

Hay altos directivos de entidades financieras que tienen prohibido recibir regalos en las pascuas para evitar, cuando menos, la sospecha de conceder tratos de favor. Y en todo caso se derivan a una ONG con notificación al donante. ¿Qué significa “colaborar” con la Gerencia de Urbanismo, el motor económico de la ciudad, el organismo que adjudica cientos de obras, tramita licencias y mantiene las competencias de disciplina? ¿Hasta qué punto la sociedad en cuestión recibe un buen trato –digámoslo simplemente así– como para proclamar aquello del “está todo pagado” y ”no se debe nada”?.

Si la convidá es legal o no, aparte de al alcalde, corresponderá decirlo a otras instancias, si es que se llega a ellas. Está claro que la acción es fea, reveladora de una candidez palmaria y genera sospechas. Parece claro que algunos han pecado de bisoñez, inexperiencia en la gestión de una ciudad de casi 700.000 habitantes y no son conscientes del alcance de determinadas acciones. Sorprende que nadie, absolutamente nadie, haya reparado en que la literalidad de la invitación y la convidá propiamente dicha tendrían la lógica repercusión. El delegado de Urbanismo, Juan de la Rosa, y el gerente, Fernando Vázquez, tienen que explicar con todo detalle todo cuanto haya estado relacionado con la cuchipanda. Tendrán que hacerlo con luz y taquígrafos, como el alcalde Zoido en sus tiempos en la Plaza Nueva.

Juan de la Rosa y José Luis Sanz, en una imagen de esta semana en la calle Sierpes. Juan de la Rosa y José Luis Sanz, en una imagen de esta semana en la calle Sierpes.

Juan de la Rosa y José Luis Sanz, en una imagen de esta semana en la calle Sierpes. / Juan Carlos Muñoz

Una empresa privada que paga una copa a 350 trabajadores públicos no lo hace por amor al arte. El Ayuntamiento no habrá gastado un euro, pero sí ha hecho uso de un bien de interés cultural y se ha auto-delatado con una convocatoria propia de historietas de Mortadelo y Filemón. Rancia es la costumbre de agradar a quien tiene la facultad de agilizar un expediente, dar un visto bueno, firmar un permiso o hacer la vista gorda. Se ha abandonado la diligencia a la hora de ser neutrales y parecerlo. Enseguía se iba a dar esa copa con Soledad Becerril como alcaldesa... La misma que iba apagando lámparas por la Casa Consistorial para no malgastar la luz y tenía restringidos los almuerzos institucionales. Pocos y con menús muy calculados.

Sanz sabe perfectamente que la copa y sus circunstancias son un error de libro. La copa ha provocado dolores de cabeza en el seno del gobierno de la ciudad. Es una sonora metida de pinrel en un organismo fundamental. El alcalde debe zanjar la polémica con explicaciones contundentes. No basta con apelar a la legalidad o con promesas sobre la necesaria “beligerancia”. Ese tipo de declaraciones están amortizadas. O ha sido un desahogo o una ingenuidad. En los dos casos se trata de actitudes o conductas impropias de quienes tienen a su cargo el poder directo de transformar la ciudad por medio de inversiones públicas o de hacerlo indirectamente al facilitar la iniciativa privada.

El delegado de Urbanismo deberá ser muy convincente en su respuesta ante la comisión de control. ¿Quién pago y a cambio de qué semejante dádiva, propia de tiempos pretéritos? El papelón que tiene por delante es de consideración. No valdrá justificar la resaca en que el último trago era de garrafón. La copa, por cierto, fue de alta calidad. Que no falte de ná. Y todos a colaborar. ¡Con la de reportajes que se publican en diciembre sobre el peligro de las copas de empresa...

Para el año que viene que se firme un convenio de colaboración para gestionar el patrocinio, que se pidan las tres ofertas de rigor o que se saque a concurso la adjudicación del servicio. Pero que se contrate un chimpún para que suene la conga de Jalisco como es debido. ¡Todos a colaborar!