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Antonia Mercé | Crítica

La madre de La Argentina

Antonia Mercé y su madre, en una imagen contenida en la biografía de la intérprete que firma Carlos Manso.

Antonia Mercé y su madre, en una imagen contenida en la biografía de la intérprete que firma Carlos Manso.

La investigadora Ana Alberdi ha sido hasta ahora la que más y mejor información nos ha dado sobre los padres de Antonia Mercé.

Sus estudios sobre la obra de su padre, Manuel Fernández Celbeti (1829-1904) nos lo presenta como un bailarín y coreógrafo con compañía propia que llevaba a cabo bailes en un acto, tanto españoles (también llamados nacionales y andaluces) como franceses (o extranjeros). El repertorio nacional de Manuel Fernández incluye los bailes que siguen: jota, fandango, zapateado, zapateado de Cádiz, gran zapateado, jaleo, bolero, gran bolero, guaracha, rondeña, olé de Sevilla, seguidillas, seguidillas mollares, seguidillas gitanas, zarabanda, petenera, zambra, panaderos, nuevos panaderos y vito. Fernández baila coreografías propias y en ocasiones obras firmadas por Cayrón, Juan Bautista Cozzer, Manuel Guerrero, Manuel Pérez o Carlos Atané.

El trabajo que firma Alberdi en esta obra colectiva incluye también un pormenorizado estudio de la madre de La Argentina, Josefa Mercé Luque (1851-1913) y, de hecho, propone la hipótesis de que Fernández Celbeti no es el padre biológico de Antonia Mercé ya que, afirma, "en las partidas de nacimiento de sus dos hijos bonaerenses, el estado de Josefa Mercé es soltera y no consta Manuel Fernández en ningún documento". Mercé había tenido un hijo previamente con Fernández, antes de la marcha de la bailarina a Buenos Aires (en 1887 Josefa Mercé figura en el censo bonaerense).

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro.

Este hijo fue el malogrado Manuel Fernández Mercé, fallecido en 1896, a los 16 años. No obstante, en el padrón de 1902, ya en Madrid, sí que aparece Fernández Celbeti como "cabeza de familia", esposo de Josefa Mercé y padre de José y Antonia. En este padrón, Antonia Mercé aparece como "Antonio (sic) Fernández Mercé". Josefa Mercé y sus hijos habían vuelto en 1892 a España. La hipótesis de Alberdi al respecto es, como digo, que Manuel Fernández Celbeti y Josefa Mercé se desposaron al regreso de esta última y sus hijos de Buenos Aires, y que Manuel adoptó a los dos hijos bonaerenses de Josefa, José y Antonia.

En sus entrevistas, Antonia Mercé siempre se refiere a Manuel Fernández como su padre. También afirmaba en ellas Mercé que había entrado en el cuerpo de baile del Teatro Real a los nueve años, aunque parece que no existe ningún documento que certifique este recuerdo, como tampoco existe, como digo, alguno que certifique la paternidad biológica de Manuel Fernández Celbeti respecto de nuestra bailaora. En todo caso, los maestros que por esa época regían el cuerpo de baile del Teatro Real (Ricardo Moragas y Manuel Guerrero entre otros) tienen un perfil muy parecido al de Manuel Fernández, por lo que el hecho de que Antonia Mercé militara en el mencionado cuerpo de baile es indiferente respecto a su formación dancística, en la que, sin duda, Manuel Fernández ejerció una notable influencia, como señaló la propia Argentina, así como su madre, Josefa Mercé.

De su paso de tres años por el conservatorio de Música y Declamación de Madrid sí que hay constancia documental, según señala Alberdi. Manuel Fernández Celbeti falleció en julio de 1904 y dos meses después su hija debutó en el Teatro Romea, uno de los más famosos escenarios de variedades de Madrid, con el nombre de Antonia Fernández La Argentina.

La tesis de Alberdi respecto a la paternidad adoptiva de Manuel Fernández Celbeti solucionaría, si la damos por cierta, el enigma de porqué no hay ninguna referencia bonaerense a Manuel Fernández Celbeti. Y abría a su vez, otra: la identidad del padre biológico de la bailaora y bailarina más famosa de la historia de España. Que incita otras preguntas: ¿supo alguna vez Antonia Mercé que era adoptada?, ¿buscó a su padre biológico? Sus documentos privados y sus cartas no apuntan en esta dirección.Contemporáneas de Antonia Mercé como Laura de Santelmo (en El Eco Artístico de 1921) o Lolita Astolfi (en la misma publicación en 1923) empiezan a incorporar en su tarjeta de visita la denominación de "bailarina clásica española".

Y, ciertamente, vemos que su repertorio incluye versiones de músicos clásicos como Falla o Albéniz. Pero no dejaron, ni mucho menos, de bailar por soleá y alegrías. El trabajo de Antonia Mercé tuvo un eco inmediato en el mundo del baile español. En primer lugar por su técnica, por su trabajo corporal: si vemos los bailes de principios de siglo y los comparamos con esos mismos estilos tal y como se hacen en los años 20 y 30, a veces a cargo de la misma intérprete, podemos apreciar dicho impacto. Pero el impacto mayor fue la creación de un género nuevo, que ella, por cierto, jamás denominó como "clásico español" como se hace hoy. Además de las mencionadas, Custodia Romero y, sobre todo, Encarnación López La Argentinita, pueden ser consideradas directas herederas de Mercé. Y lo que vino después, naturalmente: Pilar López, Antonio Ruiz Soler, Mariemma a su manera, etc.

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