Cincuenta años no es nada

Els Joglars recupera 'El Nacional', una obra que se planteó para otra crisis, la de comienzos de los 90.
Javier Paisano

04 de mayo 2012 - 05:00

Joglars.Dramaturgia, espacio escénico y dirección: Albert Boadella. Intérpretes: Ramón Fontserè, Begoña Alberdi, Enrique Sánchez-Ramos, Jesús Agelet, Pilar Sáenz, Minnie Marx, Dolors Tuneu, Xavi Sais, Lluís Olivé. Escenografía: Tuan Sanz y M. Ángel Coso. Vestuario: Deborah Chambers. Iluminación: Bernat Jansà. Sonido: Jordi Costa. Atrezzo: Jesús Agelet. Colaboraciones musicales: Jorcam y Sergi Boadella. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Jueves, 3 de mayo de 2012. Aforo: Casi completo.

Desde Andalucía siempre se ha mirado con envidia el teatro catalán. Hemos admirado sus compañías estables, sus logros creativos, sus interminables giras por los teatros de su comunidad. Uno de esos grupos, el más longevo visto desde 2012, era Els Joglars (ahora se han quitado el artículo). Entonces éramos jóvenes y todavía no habíamos pasado crisis económicas ni nos habíamos desilusionado con nuestra joven democracia. Nos mirábamos en el espejo de Joglars. Su teatro era inconoclasta, irreverente, actual, vanguardista, muchas veces salvaje, contemporáneo y/pero, sobre todo, rezumaba calidad artística, lo que le hacía poseedor de la piedra filosofal, la cuadratura del círculo. Boadella sabía como nadie captar la atención del público con sus continuas críticas al poder, a las modas (arte contemporáneo, nueva cocina...), a la jerarquía eclesiástica y, a su vez, ofrecía las más conseguidas de las interpretaciones, los escenarios más atrevidos y su teatro se enriquecía con la experiencia acumulada. Visto desde ahora 35 espectáculos conforman la historia de este grupo que se hizo mayor y nosotros con él.

La jerarquía política, artística y eclesiástica catalana que ya se sentían país no perdonaron a sus juglares. Los bufones se convirtieron en un problema, sus gracietas molestaban y Boadella, hombre libre, tuvo que admitir que en su tierra no era bienvenido.

En ese camino muchos grupos del resto del Estado español que habían querido ser como Els Joglars, con su compañía estable, su sede para vivir en comuna y realizar cursos que convertían día a día a sus actores en intérpretes totales comenzaron a emularlos y a recibir las famosas subvenciones que pasados los años ahora crucifican al mundo del arte. Los tiempos han cambiado, la crisis económica, ficticia y aumentada, se ha convertido en el nuevo rey Ubú que decide que el ínfimo presupuesto que se dedica a cultura ya no vale más.

Joglars cumple 50 años y recupera El Nacional para conmemorar que siguen vivos, y demostrar que con esta obra fueron visionarios porque en ella se denuncian muchos de los males que ahora nos aquejan. En un espectáculo metatreatal se reflexiona sobre volver al estado previo a la cultura. Serán indigentes los elegidos para poner en escena Rigoletto pero esto es una trampa con la que juega Boadella. Lo que vemos en realidad es, de nuevo, el maravilloso buen hacer de Fontserè, la belleza de las voces de Begoña Alberdi y Enrique Sánchez-Ramos y la espeluznante preparación del resto de sus compañeros en la obra más teatral de todas las que ha inventado Els Joglars.

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