"Creo que es bastante importante, en la vida y en todo, meter un poco de magia"
José María Guelbenzu. Escritor
El autor cierra con 'El amor verdadero' (publicado por Siruela) su acercamiento literario a la generación que protagonizó la Transición española · Presenta una historia romántica vista desde la madurez
José María Guelbenzu (Madrid, 1944) cierra con su última novela una serie de historias sobre la generación que protagonizó la Transición. "Era algo que quería contar -señala el escritor-, quería que quedara constancia de lo que he visto. Evidentemente, la primera razón era que quería explicarme con la distancia suficiente. Pero, sobre todo, he intentado explicar lo que me rodeaba y ponerlo ante los ojos para ver qué pinta tenía". Con El amor verdadero (Siruela), un título en el que el autor ha estado enfrascado durante tres años, Guelbenzu presenta una historia de amor contemplada ya desde la madurez.
-El protagonista, Andrés Delcampo, nace en su mismo año. ¿Cuánto de su trayectoria vital hay en este libro?
-De mi trayectoria vital hay mucho en esta historia, pero no por razones autobiográficas sino porque este personaje vive un tiempo que he vivido yo también, con unas determinadas posturas y actitudes de conciencia que han compartido, además, muchas gentes de mi misma generación. De mi vida particular en concreto, apenas hay nada.
-Parece que la evolución generacional que presenta es, inevitablemente, hacia la decepción...
-La historia de estas personas tiene un tono agridulce, pero no están decepcionados. Representan diversas actitudes hacia la vida que se ha vivido en este país a lo largo de los últimos años, con diversas respuestas y diversas salidas. Son el resultado de haber vivido una época muy frustrante y de las esperanzas que se ponen cuando vas a salir de algo, cuando ves una puerta abierta. A eso suele seguir un asentamiento de las cosas, pero no es decepción.
-En este libro vemos cómo el amor verdadero nace de una superstición. Los cínicos estarían de acuerdo.
-Bueno, en esta novela nace de un conjuro y lo que es una presencia simbólica. Toda la historia, incluida la relación de tantos años, tiene un valor simbólico porque es ficción y no realidad. Hubiera dado lo mismo que los protagonistas, en vez de toda la vida, hubieran estado veinticinco años juntos. Toda historia de amor que aspira a tener cierta duración implica un esfuerzo.
-¿Cuánto hay en el amor de empecinamiento y de creencia mágica?
-El romanticismo conlleva, en sí mismo, cierta experiencia mágica, pero el empecinamiento no tiene mucho que ver con el amor: suele ser una cosa cerrada y brutal. Lo que sí tiene el amor es espíritu de aventura, esfuerzo, deseo de cumplir la aventura hasta el final, eso sí lo tiene... No concebimos vivir de otra manera que con una meta y un objetivo.
-Eduardo Punset dice igual: que gran parte de la clave para ser feliz reside en la idea de compromiso. En tener un objetivo.
-La verdad es que lo que hacemos en esta vida es elegir: al elegir una cosa nos despedimos de otras. Ahora bien, el compromiso tiene que estar vivo: si no está vivo, no merece la pena.
-En la novela hay referencias constantes a los personajes y tramas del ciclo artúrico. ¿Es por algún motivo especial?
-La novela tiene una serie de elementos un poco mágicos, como el anillo, los nombres grotescos..., todo hecho con la intención de crear una distancia, de decir: esto no es la realidad, es la ficción. Otra cosa es que uno pueda encontrar concomitancias con su vida... Creo que es bastante importante, en la vida y en todo, meter un poco de magia.
-Cuando habla de los defectos nacionales hace una radiografía veraz y pavorosa de lo que somos. Destacan, sobre todos, la envidia y la hipocresía. Pero la chulería -a la que quedan asociados la ignorancia, la prepotencia y el avasallamiento- no se queda atrás. Y el miedo del mediocre.
-Bueno, tampoco sirve de mucho quejarse. La vida de entonces era muy mediocre... A los protagonistas les encanta, precisamente, salir por la noche porque la vida del día a día era muy gris... De noche, como se dice, todos los gatos son pardos. De día era como el cielo, lo más aburrido que existe, y la noche era lo más infernal. Y es ahí donde acabaremos todos, a poco sensatos que seamos, porque al cielo no hay manera de ir.
-Pero esos defectos los seguimos teniendo...
-Algunos de esos defectos se han atenuado y han aparecido otros nuevos. Un defecto nuevo importante, por ejemplo, es la insolidaridad. Eso sí que lo he notado mucho, aunque es verdad que algunas de nuestras taras están algo más matizadas, son un peso más llevadero.
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