Cuenta atrás para el reencuentro con Murillo

Cuando falta un mes para la inauguración en Sevilla del que será uno de los grandes acontecimientos de la temporada artística, El joven Murillo puso el broche ayer a su estancia en el Bellas Artes de Bilbao con 70.000 visitas registradas desde su inauguración, lo que supone la tercera muestra más visitada de su historia tras las de Sorolla. Visión de España (2008) y la dedicada a Romero de Torres, en 2002.

El desmontaje de la exposición, según fuentes del Bellas Artes de Bilbao, comenzará mañana y las obras viajarán a Sevilla entre los días 22 y 25, aunque estos plazos pueden variar en función de lo avanzado que se lleven los trabajos en la sala V de la pinacoteca sevillana. En cualquier caso, será sobre finales de mes cuando los técnicos del museo comiencen las tareas de montaje de las obras que componen el catálogo de esta magna exposición que, como novedad respecto a lo visto en Bilbao, se reencontrará aquí con los murillos tempranos que el Bellas Artes de Sevilla tiene en sus fondos.

Pero más allá de récords, cifras y fechas, la expectación en Sevilla en torno a esta muestra, patrocinada por la Fundación BBK y la Junta de Andalucía, tiene que ver con el emocionado reencuentro de la ciudad natal del artista con una serie de obras que, por una razón u otra, salieron del país. Lienzos, estos, fechados durante la etapa menos conocida y estudiada de Murillo, un maestro cuyas obras están repartidas por colecciones de todo el mundo a pesar de que jamás salió de España.

una cita única

El proyecto museológico desarrollado por Alfonso E. Pérez Sánchez y Benito Navarrete, comisarios de la muestra, es el resultado de un largo proceso de investigación que pretende arrojar luz sobre los escasos 15 años que van desde 1640 hasta 1655 en los que Murillo (Sevilla, 1617-1682) comenzó a formarse como artista.

Son lienzos que reflejan el impacto de la literatura del Siglo de Oro y, especialmente, la asimilación por Murillo del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, editado en Sevilla en 1602 y que el pintor tenía en su biblioteca, y su sensibilización por los excluidos sociales, donde caben mendigos, desarrapados, viejas y pícaros. Es, con todo, la primera exposición que aborda el periodo formativo del pintor, su engranaje con el primer naturalismo y su identificación con la doctrina de la justicia social predicada desde los franciscanos.

Precisamente, la singularidad del enfoque de esta muestra es lo que animó al Museo del Louvre a ceder para la ocasión una de las obras más célebres sobre la pobreza infantil: El joven mendigo (también llamado El piojoso). El cuadro, adquirido en 1782 para las colecciones reales de Luis XVI, es, para la pinacoteca parisina, el primer retrato social de Murillo. De esta época es también el óleo Niños comiendo melón y uvas, tantas veces reproducido en libros sobre la Historia del Arte y que se conserva en la Alte Pinakothek de Múnich. De esta colección procede asimismo uno de los 16 lienzos inéditos en España, y que se han podido ver desde el pasado 19 de octubre el Bilbao. Se trata de Vieja con gallo y cestas de huevos, un ejemplo más de la atención de Murillo por los desamparados.

Y es que el objetivo de El joven Murillo, según sus organizadores, es acercar al visitante a esta época para acabar con el tópico y la imagen edulcorada de Murillo como pintor casi exclusivamente de inmaculadas y temas religiosos.

Junto a estas obras sociales -el núcleo más destacado de la muestra- se exhibirán sus trabajos sobre la infancia de Cristo, una temática donde se podrá apreciar la habilidad de Murillo para integrar elementos de la vida cotidiana en los temas sagrados. Es el caso de La Sagrada Familia en el taller del carpintero, procedente de una colección particular o de Virgen con el Niño y San Juanito, de la Stirling Maxwell Collection de Glasgow (Escocia), ambos cuadros se verán por primera vez en Sevilla.