¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Repeticiones y repetidores
Diego Castro, Julián Goicoa y José Castro, el trío lucense agrupado bajo el nombre Disco Las Palmeras!, entraron al estudio de grabación con la idea de levantar "un poco el pie del acelerador", pero, por fortuna para quienes hace dos años se quedaron prendados con el rock rotundo e infeccioso de su debut, el sensacional Nihil Obstat, les salió un segundo álbum, Ultra, recién editado por el sello Matapadre, que tiende, más bien, a estar "todo arriba todo el rato", apunta entre risas Diego Castro, guitarrista y cantante de la banda. "Queríamos hacer un disco que fuera totalmente radical y es verdad que el sonido está bastante plagado de rabia, tanto en el sonido como en las letras. El contexto social influye, pero también pesa nuestra situación personal".
Devotos de sofisticados arquitectos del sonido y la electricidad como My Bloody Valentine o The Jesus And Mary Chain, militantes del noise rock con un pie, a veces, en el punk, en la psicodelia menos divagatoria o en el shoegaze de los 90, los gallegos facturan un sonido enérgico, vigoroso, atravesado por vetas de oscuridad, y siempre, dice Castro, el único miembro de la formación original que permanece hoy en el grupo, fruto de una actitud "artesanal". "Coincidimos mucho los tres en cuatro o cinco cosas, pero sobre todo sentimos afinidad al hablar de aquello en lo que no queremos caer nunca. Por ejemplo, en la pose del rockero de postal: odiamos eso. Lo que nos interesa es llegar a crear un sonido que tenga cierta personalidad. Somos concienzudos y trabajadores y hemos pasado ya todos por varios grupos, así que sabemos qué es lo que nos conviene evitar", dice Castro, que en los inicios del grupo, dado que éste no tenía bajista, manipuló su guitarra añadiéndole cuerdas de un bajo, un accidente (relativo) que a la postre configuró en parte su rock con bocanadas de fuzz, pura lucha de ruido y melodía a chorro en la que el desamor puede ser también una forma de furia política.
"Nos gusta la nocturnidad, el desfase, lo turbio, de ahí el nombre que escogimos: queríamos que se diera ese contraste, porque suena alegre, entre cómo nos llamamos y lo que hacemos", afirma Castro, que no acaba de explicarse el motivo de que tantas (nuevas) bandas de Galicia -con el precedente sobradamente conocido de Triángulo de Amor Bizarro- hayan encontrado su gran inspiración en el ruidismo, en las adictivas armonías de capas y capas de guitarras rabiosas y veloces. "No sé por qué está pasando, porque además resulta que el noise no está precisamente de moda en otras partes del país, pero está claro que se percibe aquí esa atracción, también por el kraut. Cada semana aparecen, no sé, dos o tres bandas nuevas, y hay cosas muy buenas. Pero entenderlo no lo entiendo. A lo mejor lo que ocurre es que el noise casa bien con nuestra cultura, con el mundo gallego, que en muchos aspectos es es tan primitivo...".
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