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Dogo | Crítica

¿A quién no se le ha roto un sueño?

  • Dogo volvíó a Sevilla por segunda vez este año, para presentar la primera reedición que se hace de sus canciones con los Mercenarios y no defraudó a ninguno de sus entregados espectadores.

Juan Diego Fuentes "Dogo"

Juan Diego Fuentes "Dogo" / Ángela Oliva

El concierto de Dogo fue más que nunca el reencuentro de un amigo, un cúmulo de sensaciones in crescendo; la serena turbación inicial de Alma y corazón, la emoción exultante en el meridiano con Hoy vamos a ponernos bien, arrebatos de bailes y gritos absolutamente desarmantes y un epílogo vibrante con toda la sala volcada, coreando primero Sweet Jane y en genuflexión de conciencia después ante la rabiosa lectura de Sympathy for the devil acompañado por  todos los músicos presentes en la sala que alguna vez habían sido Mercenarios.

Hasta llegar ahí Dogo tuvo canciones para todos los que llenaban el Fun Club, gente que sabe lo que es tener sueños rotos:  para aquellos que alguna vez vendieron su alma en algún sucio portal, para los que han pasado largas noches sin querer caer de nuevo, para los que alguna vez han buscado en el bar algo de buen material, para los que en su casa se han sentido un extraño y al mirarse al espejo han visto a un tipo raro, para los que han vivido a la vera del infierno. Canciones que por primera vez se reeditan en Narrativa, que se presentaba en este concierto, aunque eso solo fuese la excusa para otra de esas reuniones en la que los amigos vuelven a verse las caras y a recordar a aquellos a los que la muerte se le adelantó, pero que siguen presentes, como Dogo gritó varias veces, al dedicar canciones  y brindar por Ricardo El Poeta, quien por primera vez se perdía un concierto suyo. Flores ardientes de su juventud, recuerdos que sacan del desván de sus vidas por unas horas; es lo que obtienen los que se ven reflejados en las canciones de Dogo, vividas por todos en primera persona.

El final comenzó con una Sister Ray que cambió las calles neoyorkinas por las que van desde la Alameda a Triana, donde hay mejor polen. Una hora y pico antes que eso Dogo, en evidente estado de felicidad compartida, nos preguntaba en una canción ¿dónde está el alma, dónde el corazón…? Como si eso no lo supiéramos todos cuando está él sobre un escenario.

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