Primero fue María Stuarda durante los fastos musicales de la Exposición Universal de 1992, con la visita al flamante Teatro de la Maestranza en junio de la Ópera Real de Estocolmo. Años después, en diciembre de 2016, sería el turno de Anna Bolena, con un brillante reparto encabezado por Angela Meade e Ismael Jordi. Sólo faltaba, pues, Roberto Devereux (que llegó a Sevilla allá por enero de 1840) para completar la mal denominada (puesto que se olvida otro título igualmente vinculado con la dinastía inglesa, Elisabetta al castello di Kenilworth) Trilogía Tudor de Gaetano Donizetti en la programación de nuestro teatro. Javier Menéndez, director general del Maestranza, confesó en la rueda de prensa de presentación su absoluta predilección por este título, justamente cuando se cumplen los doscientos veinticinco años del nacimiento de su compositor y los ciento ochenta y cinco de su estreno en Nápoles. “Un auténtico annus horribilis para Donizetti porque en cuestión de pocos meses fallecen sus padres, su esposa y el hijo recién nacido. Unas circunstancias que se materializan en una de las creaciones más trágicas de Donizetti”. El propio Menéndez se interrogaba sobre las razones de la escasa presencia de este título en las programaciones de los teatros, habida cuenta de la enorme calidad de su música y de la densidad dramática de su libreto, para sugerir a continuación que la razón radica en las grandes exigencias musicales y dramáticas que tienen que afrontar los cuatro personajes principales, especialmente la soprano que aborde el personaje de Isabel I de Inglaterra.

Roberto Devereux llega a Sevilla en una producción de la Welsh National Opera de Cardiff firmada en la parcela escénica por Alessandro Talevi, quien explicó que su concepción del espectáculo parte de la indagación en la psicología de cada personaje. “Cada uno de ellos vive su propia tragedia interior y eso es lo que he querido llevar a la escena de la forma más directa posible con una atmósfera de peligro, casi de locura. La escenografía es sencilla y pretende revelar qué es lo que hay en el cerebro de cada personaje”. Sencilla pero contundente y de fuerte impacto visual, apostilló Menéndez, para quien sin duda la calidad de esta producción es la responsable de que esta ópera tan poco frecuente se haya programado bastante en los últimos años.

Desde el foso, la responsabilidad musical del espectáculo residirá en las manos de Yves Abel, para quien esta ópera supone “la cima de la cima del belcanto y en cuya música podemos encontrar rasgos que se adelantan a La Traviata o a Un ballo in maschera de Verdi”. Abel coincidió en relacionar las circunstancias vitales por las que pasó Donizetti durante la creación de esta ópera con “la enorme humanidad con la que están diseñados los personajes, que conforman casi una tragedia griega”. Para dar cumplida cuenta de esta música, a la que calificó de “aristocrática”, explicó que es necesario contar con un cuarteto protagonista de gran altura familiarizado con el estilo belcantista, razón por la cual durante tantas décadas, dominadas por el verismo y el wagnerismo, apenas si apareció en las programaciones de los teatros.

El reparto que ha conformado el Maestranza está encabezado por la soprano canaria Yolanda Auyanet. “Es uno de los papeles más complicados de mi carrera, incluso más que el de Norma. El mayor reto reside en llegar en condiciones a la tremenda escena final, tanto por su dificultad musical como por la enorme carga emocional que requiere”. Le dará la réplica un Ismael Jordi muy querido por el público sevillano y que vuelve precisamente tras la Anna Bolena de hace seis años. “Estoy cantando las tres óperas Tudor de Donizetti y de las tres es en ésta donde Donizetti define mejor la escritura para el tenor, que tiene mucho que cantar y que tiene, además, ese aria al final [“Come un spirto angelico”] que es un bomboncito, aunque en esta producción me la hacen cantar en una postura algo rara”, dice entre bromas.

También regresa a Sevilla Nancy Fabiola Herrera, para quien Donizetti refleja en esta ópera “el lado más sublime y el más oscuro de los personajes, en una auténtica montaña rusa de emociones que supone un gran reto musical y dramático”. El único de los protagonistas que debuta en Sevilla es el barítono Franco Vasallo, para quien esta ópera “aúna el belcanto más purísimo con la profundidad psicológica”. Destaca la evolución de su personaje del duque de Nottingham, “barítono noble en el primer acto, pero un auténtico barítono di furore en los siguientes”.

Las representaciones estarán precedidas el día 7 de noviembre por un encuentro entre el director de escena y el experto en Donizetti PierAngelo Pelucchi, con la moderación de Francisco Soriano. Además, entre la primera y la segunda representación tendrá lugar en el mismo escenario la final del Certamen Nuevas Voces que convoca la Asociación Sevillana de Amigos de la Ópera. Precisamente uno de los ganadores del año pasado, el sevillano Ricardo Llamas, actúa en esta producción, una oportunidad que le ha permitido volver a pisar el escenario del Maestranza tras los varios años en que formó parte del coro y tras otros trabajando en Alemania.