Dramaturgias del espíritu
El compositor algecireño José María Sánchez Verdú y el dramaturgo cubano Royds Fuentes-Imbert presentan este miércoles en el Teatro Central el espectáculo de teatro-danza 'Sueña El Greco…'
Aunque Royds Fuentes-Imbert (La Habana, 1971) y José María Sánchez Verdú (Algeciras, 1968) no se habían visto nunca en persona hasta que Diario de Sevilla los reunió la mañana del pasado jueves en la calle Rioja, ambos llevan trabajando juntos desde hace meses. Su proyecto se titula Sueña El Greco El martirio de San Sebastián y se estrena este miércoles (20:30) en el Teatro Central. "La obra nace de la idea de que el Festival no podía enclaustrarse solo en la guitarra", dice el dramaturgo cubano residente en Montréal. "Las fronteras han caído. Por eso integramos el cine, el teatro, la danza, la fotografía en un festival de música. Yo me ocupo de todo lo que se ve, de la imagen del festival, y tenía claro que quería hacer algo así". Para Sánchez Verdú, "la obra se crea a tres bandas: Royds desde Canadá, yo, desde Berlín y Francisco Bernier [guitarrista sevillano, fundador y director del festival] desde la propia Sevilla. Los tres coincidimos en crear un espectáculo con formas dramatúrgicas alejadas de lo convencional. En realidad, en la génesis de este espectáculo se han producido muchas convergencias".
Para Fuentes-Imbert "conceptualmente, todo nace a raíz de una investigación sobre un camino espiritual. Qué haría un hombre hoy frente a la iluminación, en el sentido místico de la palabra, ese es el tema. Apartándonos de las manipulaciones de su icono y de las interpretaciones preexistentes, quién sería hoy san Sebastián. Utilizamos su figura como una metáfora del camino espiritual del hombre hacia la luz, porque el meollo de la obra reside en una visión sobre la muerte y resurrección del ser humano. Cuando escuché por primera vez la música de José María me dije que tenía que hacer a partir de ella un espectáculo de teatro-danza. He encontrado en su obra la traducción musical de un cuestionamiento espiritual que para mí es muy importante y que pasa por el sufismo, por la mística española, que está llena de sufismo, porque no puedes concebir a Santa Teresa o a San Juan de la Cruz sin Rumi. Incluso su terminología es sufí. Los sufíes son los primeros que llaman a dios "el amado", ellos son "los ebrios de Dios". Todo eso pasa en España. La vena secreta que atraviesa ese momento y que desemboca en personajes como Santa Teresa, como San Ignacio de Loyola es la vena del sufismo amoroso persa, con gente como Rumi, Attar, Shams Tabrizi… La música de José María me habla sobre todas estas inquietudes".
El interés del músico andaluz por el mundo árabe, por el espiritualismo sufí ha sido una constante de su obra: "Para mí, la música es una forma de conocimiento. No la puedo separar de los pensamientos estéticos. Y en efecto he sentido siempre un gran interés por la polifonía de los siglos XII-XIII, por la música árabe, pero también por el teatro japonés. Mis obras respiran con todo lo que me va apasionando. Y este proyecto me resultó interesante, porque yo me siento bien en todo lo que se escapa del territorio convencional de la orquesta, el ensemble, la casa de ópera… Me apasionan los proyectos interdisciplinares en los que puedo trabajar con arquitectos o con literatos". En El viaje a Simorgh, la ópera que Sánchez Verdú estrenó en el Teatro Real en 2007, hay textos del poeta persa Farid Din al Attar, esa Conferencia de los pájaros que impactó al dramaturgo cubano. "Son influencias sedimentadas", comenta Fuentes-Imbert, "porque además de los conceptos está el shock estético que me produjo esta música".
Sánchez Verdú ha creado la dramaturgia musical del espectáculo a partir de obras que en buena medida tienen "la guitarra como centro, pero en diferentes constelaciones, esto es, en asociaciones diversas con otros instrumentos". Obras como las de la serie Kitab, "que es un término sufí", o como los caprichos para guitarra, pero también "piezas de influencia renacentista, que suenan cercanas al universo de El Greco". Fuentes-Imbert crea la obra escénica junto al actor cubano Eduardo Fernández en torno al teatro no japonés, "una tendencia que me es muy cercana. En la obra convergen el oriente y la danza-teatro contemporánea. Es un teatro de investigación, en la misma medida en que la música de José María es una música de investigación". "Por lo que he visto, el trabajo de Royds es en efecto muy performativo", comenta el algecireño. "Hemos trabajado mucho sobre las arquitecturas del vacío [título de una célebre obra de Sánchez Verdú dedicada a las víctimas del 11-M], qué es eso para un compositor, para un dramaturgo o para un actor. Trabajamos más sobre el movimiento que sobre la palabra", añade el cubano. "El camino hasta llegar aquí es largo: yo antes he hecho para el teatro Erwartung de Schoenberg, El castillo de Barba Azul de Bartók, obras de Penderecki o de Heiner Goebbels, un compositor que me apasiona, aunque el teatro musical de José María es más radical".
Residente desde hace 15 años en Berlín, el compositor gaditano trabaja en estos momentos en la que será su décima obra escénica, un proyecto para Berlín y Madrid que converge en torno a la figura de El Bosco. Para Sánchez Verdú el de la ópera contemporánea "es uno de los campos de más poderosa energía que existen hoy en el mundo de la cultura, gracias a sus posibilidades interdisciplinares. Te permite introducir parámetros que en la opera convencional no tienen mucho juego, espacios, arquitecturas, mundos virtuales, el teatro, el gesto, la danza, las nuevas tecnologías… En Salzburgo presento en marzo Atlas, una obra que se estrenó en Hannover en 2013 y que se desarrolla en tres espacios superpuestos, con holografía; el público se mueve por una especie de archipiélago en el que encontrará islas habitadas, con cantantes e instrumentistas, y deshabitadas, sin nadie. En Centroeuropa la nueva dramaturgia es algo que se ve con absoluta normalidad: la integración entre el mejor Mozart y las nuevas propuestas escénicas son lo corriente. Y yo me siento en este ambiente como pez en el agua". Todas las polémicas que sobre el Regietheater se producen en los países mediterráneos se ven desde Alemania "como algo exótico, como un grupo de gente extraña gritando desde un gallinero".
La última pata del espectáculo la pone el conjunto Zahir Ensemble, en el que Sánchez Verdú tiene plena confianza: "Tengo mucha relación con los grupos sevillanos de música contemporánea. Hace muchos años participé en la fundación de Taller Sonoro, que nació en un bar de Cádiz. Y Zahir surgió un poco más tarde gracias a personas muy cercanas, Juan García, al que conocí en Salzburgo, y María de Arcos, a la que conozco desde hace mucho. La apuesta de Juan es de un enorme rigor. Es de los pocos directores a los que puedo dejar mis obras con absoluta tranquilidad. Sólo conozco a dos o tres músicos europeos que puedan interpretar mi música de forma tan vigorosa y tan bella".
También te puede interesar