Crítica 'Malditos vecinos'

Exaltación de la estupidez y la grosería

Malditos vecinos. Comedia, EEUU, 2014, 97 min. Dirección: Nicholas Stoller. Guión: Brendan O'Brien, Andrew J. Cohen. Fotografía: Brandon Trost. Música: Michael Andrews. Intérpretes: Seth Rogen, Rose Byrne, Zac Efron, Dave Franco, Christopher Mintz-Plasse, Lisa Kudrow.

Esta comedia grosera y estúpida basa su humor en la exaltación de la grosería y la estupidez. Como podrán comprender, se trata de un éxito rotundo porque cubre con creces sus objetivos. Dos temas cruzados -la guerra contra unos vecinos insoportables y las gamberradas de unos jóvenes creciditos- dan para un montón de bromas sobe todo sexuales y escatológicas, no hace falta decirlo. Como hace falta también un toque humano (en cursivas por lo poco de humano que puede haber en estas películas) se entremete una cierta dimensión nostálgica: al matrimonio los vecinos más o menos jóvenes y gamberros que les amargan la vida con sus ruidosas juergas se la amargan también recordándole el implacable paso del tiempo. Pero no se preocupen: Proust no se pasea por esta zona suburbial.

El realizador Nicholas Stoller (Todo sobre mi desmadre, Eternamente comprometidos) pertenece a la tribu de los Farrelly, Apatow, Roach o Philips, es decir, a la de la llamada Nueva Comedia Americana, una suma de chistes que a lo español podríamos definir como a medio camino entre el humor cuartelero y los universos de Esteso y Pajares. En versión americana se mueven entre los descerebrados de los campus universitarios y los maduros que no se resignan a dejar de ser jóvenes (entendiendo joven según la acepción MTV) aunque vayan camino de los 40. Hay quienes celebran estas películas como joyitas de la transgresión y el humor corrosivo con tintes críticos. La verdad es que bastaría un poco de AeroRed para que media película se desinflara y un poco de inteligencia para que la otra media, sin abandonar la procacidad, no recurriera a la más elemental grosería como única arma cómica. Efectivos siempre, los chistes escatológicos y genitales hacen retroceder la comedia a su prehistoria. Esto es humor cromañón. Ponerle el apellido de gamberra no arregla las cosas.

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