“Creíamos que era necesario mirar a Fernán Caballero desde la óptica del siglo XXI”. Con estas palabras ha resumido la escritora y periodista Eva Díaz Pérez, directora del Centro Andaluz de las Letras, el propósito de la exposición Fernán Caballero en la Academia, muestra que se ha inaugurado en la Casa de los Pinelo, sede de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, y que contiene objetos personales -manuscritos, obras, dibujos y hasta una lápida- de la novelista, nacida en Suiza, pero estrechamente vinculada a Sevilla, ciudad en la que falleció a los 81 años. En la inauguración de la exposición han participado Pablo Gutiérrez-Alviz, director de la Academia; Antonio Caballos, catedrático de Historia Antigua; Mercedes Comellas, profesora titular de Literatura Española en la Universidad de Sevilla; y la directora del Centro Andaluz de las Letras.

Comisariada por Antonio Caballos y por Mercedes Comellas, esta exposición se integra en la actividad titulada Fernán Caballero: la escritora y su tiempo, que incluye, además de la muestra, unas jornadas académicas en torno a la figura de Cecilia Böhl de Faber. Este ciclo de conferencias, previsto para el 18 y 19 de octubre, pretende ahondar en la época y en la obra de la escritora, tan relacionada con el sur de España -con Cádiz y con Sevilla- y con la institución académica. En estas jornadas participan diferentes estudiosos como Enrique Valdivieso, Marta Palenque o Rogelio Reyes, entre otros.

La exposición Fernán Caballero en la Academia se encuentra en la biblioteca de la institución sevillana y se nutre de su “fondo patrimonial”. En la sala podemos contemplar dos vitrinas. En la vitrina de la izquierda, según se entra, se exponen, entre otros objetos personales, un “devocionario manuscrito e ilustrado”, dedicado por Frasquita Larrea, madre de Böhl de Faber, a su hija. También se observa un retrato dedicado a Fernán Caballero por María Isabel de Orleans y Borbón, hija primogénita de los Duques de Montpensier, familia amiga de la escritora.

Eva Díaz Pérez, Pablo Gutiérrez-Alviz y Antonio Caballos, durante la presentación.

La relación de los Orleans y Cecilia Böhl de Faber fue muy cercana. Una amistad que tiene su origen en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda. En la muestra hallamos testimonios de este trato personal y amistoso. Como ejemplo, vemos un grabado que Antonio de Latour, secretario de los Montpensier, encarga al ilustrador francés Maurice Leloir. Este grabado, en el que Fernán Caballero es protagonista de la escena, está realizado a partir de una fotografía custodiada por Antonio de Orleans. Son detalles que nos aproximan al contexto social de la autora, al ambiente en el que creció y en el que vivió.

Fernán Caballero fue una autora que nació en una familia bien posicionada socialmente, desahogada, burguesa. Su padre llegó a ser cónsul alemán, además de un erudito hispanista, estudioso de nuestra literatura -introdujo en España parte del ideario romántico de los pensadores alemanes-. La novelista estuvo relacionada con la aristocracia y con la nobleza; de hecho, la reina Isabel II le concede una casa en el Patio de Banderas, junto al Alcázar. En este domicilio culminaría la obra El Alcázar de Sevilla, la cual se expone en la muestra. Al igual que otros trabajos: el original manuscrito del título Memorias de un mirlo superior y propagandista o los volúmenes La familia de Alvareda -conocida novela de la escritora- junto con los textos costumbristas Una en otra y Con mal o con bien, a los tuyos te ten.

Uno de los objetos que sin duda más llaman la atención es la lápida que encontramos en una de las salas de la biblioteca. Se trata de la lápida primitiva de la tumba de Fernán Caballero en el cementerio de San Fernando. Esta se situaba, en concreto, en la calle San Zoilo nº108. En 1999, la Real Academia de Buenas Letras solicita al Ayuntamiento de Sevilla el traslado de los restos mortales de la escritora al Pabellón de Sevillanos Ilustres -ubicado en la cripta de la Iglesia de la Anunciación-. Una vez se produjo el traslado del cuerpo de Fernán Caballero, la lápida de su tumba pasa a ser propiedad de la Academia. Por lo que hoy día es un objeto más de entre los enseres que la institución posee de la novelista.

Antonio Caballos explica los contenidos de la exposición.

En esta sala, junto con la lápida de la primitiva tumba de Fernán Caballero, nos encontramos con muebles y retratos que pertenecieron a la escritora. Vemos su mesa escritorio, de caoba, donde se trabajó buena parte de las principales obras del realismo y del romanticismo español; vemos un crucifijo de marfil, el cual se colocaba sobre el escritorio; vemos también dos sillones plegables y el atril que usaba Cecilia Böhl de Faber. Además, la muestra se completa con diversos retratos: un retrato de juventud de la escritora, un retrato de Fernando de Gabriel y Ruiz de Apodaca, otro de José María Fernández Espino y un último retrato de Juan José Bueno y le Roux. Todos ellos intelectuales con los que compartió “una amplia relación epistolar”.

Cecilia Böhl de Faber fue elegida por el Centro Andaluz de las Letras como la autora de este año. Una escritora sobre la que recaen algunos clichés que pretenden ser revisados y debatidos a través de exposiciones, conferencias, ciclos y publicaciones. Nos indica Eva Díaz Pérez, a propósito de estos clichés, que “el pensamiento de la novelista ha eclipsado su producción su literaria”. Con el rico catálogo de actividades que hay preparado para este otoño, y que implica a dos instituciones -el Centro Andaluz de las Letras y la Real Academia Sevillana de Buenas Letras-, se quiere redescubrir la figura de Fernán Caballero, su vida y su obra. Una vida llena de episodios interesantes, atravesada por el convulso siglo XIX en España, y una obra que oscila entre el Romanticismo y el Realismo. Una producción literaria que nos sitúa ante una “autora experimental”, en palabras de la profesora e investigadora Mercedes Comellas.