Galanterías bohemias

Crítica de Música

Andrés Moreno Mengíbar

14 de septiembre 2016 - 05:00

CUARTETO EMISPHERIO. Noches en los Jardines del Alcázar. Programa: Obras de J. B. Wanhal, J. Brahms, J. Fiala, A. Dvorák y F. Krommer. Intérpretes: Sarah Roper (oboe), Vladimir Dmitrienco (violín) Jerome Ireland (viola) y Gretchen Talbot (violonchelo). Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Lunes, 12 de septiembre. Aforo: Lleno.

Bohemia ha sido posiblemente, junto a Italia, la mayor cantera de músicos de Europa durante siglos, especialmente durante el siglo XVIII, cuando en Viena era abrumadora la presencia de intérpretes y compositores venidos de aquellas tierras hoy pertenecientes a la República Checa y a Eslovaquia. Una muestra de ello se pudo apreciar la noche del lunes en el recital del ya habitual en este ciclo Cuarteto Emispherio, con el locuaz y ubicuo Vladimir Dmitrienco como portavoz y el magnífico oboe de Sarah Roper como protagonista.

Recordamos otras noches más brillantes de este conjunto, que en esta ocasión presentó un débil empaste, con sonidos divergentes en las cuerdas, un violín por momentos metálico (puede que por la amplificación) y un violonchelo de escaso relieve, de poca presencia sonora e impersonal. Sólo en la última de las obras, en el brillante y delicioso cuarteto de Krommer, se pudo apreciar un destello de uniformidad sonora y de fraseo.

Las obras de Vanhal y Fiala fueron atacadas desde una perspectiva galante y amable, blanda en exceso, limando siempre los acentos rítmicos (Menuettos de Wanhal y Fiala, por ejemplo) y obviando el carácter melancólico del Largo de Wanhal, que sonó demasiado dulzón. Mucho mejoró la articulación y el fraseo en la pieza de Krommer, con un Rondó saltarín y unos bellos diálogos entre oboe y violín en el Allegro. Roper volvió a seducir con su sonido matizado y sedoso, su precisión y agilidad y su fiato sobrado como para enlazar largas frases en un muy delicado legato.

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