La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La intimidad perdida de Sevilla
Íntimo amigo del mariscal Badoglio, responsable del armisticio con los aliados que puso fin a la colaboración de Italia con los nazis, el general Fortebraccio de la Rovere fue capturado por los alemanes cuando desembarcó en Liguria para dirigir la Resistencia en las regiones del norte. En la cárcel de San Vittore coincidió con Indro Montanelli, poco antes de que el gran escritor y periodista lograra escapar a una muerte segura. Apenas unos meses después, el prestigioso general fue fusilado junto a los 67 mártires de Fossoli, entonando vivas al Rey y manteniendo hasta el último momento una actitud irreprochable. Aquel hombre, sin embargo, no era el verdadero de la Rovere, sino un estafador genovés, Giovanni Bertone, que tras ser detenido por delitos comunes había accedido a suplantar al general, fallecido en el desembarco, para obtener información entre los reclusos. La rocambolesca historia ya la contó Montanelli al cumplirse el primer aniversario de la matanza, en un artículo incluido en su libro Personajes (Gli Encontri) que podemos leer en la estupenda antología de Arcadi Espada (Gentes del siglo), pero años más tarde volvería a recrearla en forma de relato o nouvelle, a partir del guión que él mismo había preparado -junto con Sergio Amidei y Diego Fabbri- para el filme homónimo de Rosellini (1959), en el que el bravo falsario era interpretado por Vittorio de Sica.
Recuperado ahora por Confluencias en la misma traducción -revisada por Leo Caro- de Domingo Pruna que publicó Plaza y Janés, El general de la Rovere es un relato perfecto, trágico pero bienhumorado, conducido de modo impecable y esencialmente fiel a los hechos. Bertone es un pícaro sin escrúpulos que, abducido por la personalidad que se ha prestado a encarnar, no sólo llega a creer en los valores que representa, sino a infundirlos en quienes lo rodean. Al fingido de la Rovere, que ha renunciado a ejercer como espía, se le cuadran hasta los comunistas, tal es el respeto que infunde. Los presos lo veneran y gracias a su ejemplo comienzan a cuidar el aseo y a mostrar cierta disciplina. Llegada la hora del sacrificio, logra convencerlos para morir con dignidad. "Nosotros los alemanes -concluye el coronel Müller- juzgamos a este país por sus generales auténticos. Y es con los falsos que da su medida".
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por ayuntamiento de jabugo
Jabugo despide el año con 12 lonchas de jamón ibérico DOPLa aldaba
Carlos Navarro Antolín
La intimidad perdida de Sevilla
No hay comentarios