Javier Gurruchaga | Cantante y actor

"Stravinsky le cantó a la paz antes que los Beatles"

  • El donostiarra regresa este viernes día 27 a Sevilla para presentar en el Muelle Camaronero, dentro del festival Singular, la fábula 'Historia de un soldado'

El cantante, actor y ‘showman’ Javier Gurruchaga, durante una visita a Sevilla.

El cantante, actor y ‘showman’ Javier Gurruchaga, durante una visita a Sevilla. / Belén Vargas

Javier Gurruchaga llega al festival Singular con Historia de un soldado, una fábula creada por el compositor ruso Igor Stravinsky a principios del siglo XX, pero cuyo mensaje antibelicista mantiene una plena vigencia en la actualidad. Desde que Gurruchaga (San Sebastián, 1958) se diera a conocer en 1979 con Muñeca hinchable, el primer disco de La Orquesta Mondragón, lo hemos contemplado desplegando un sinfín de facetas interpretativas sobre los escenarios: cantante, actor, presentador, showman, doblador... Y este viernes lo podremos ver en el Muelle Camaronero convertido en el mismísimo diablo de Historia de un soldado.

–¿Qué se van a encontrar los espectadores que acudan a ver Historia de un soldado?

–Se van a encontrar con siete jóvenes músicos andaluces muy talentosos dirigidos por Marina Ramos en formato de orquesta de cámara y con tres actores que representan al diablo, el soldado y el narrador, bajo la dirección de Natalio Grueso. Interpretar al soldado Vladimir Cruz, que todos descubrimos gracias a Fresa y chocolate. Pero sobre todo se van a encontrar con una obra universal de 1917, una composición de un grande de la música, de Igor Stravinsky, con un delicioso texto de su amigo el poeta Charles Ferdinand Ramuz.

–No es una obra nueva para usted, ya se enfrentó a ella hace prácticamente dos décadas...

–Hace casi 20 años tuve la oportunidad de grabar y representar esta pieza teatral y musical gracias a un proyecto apasionante y precioso que arrancó en 1995. Proyecto que, años más tarde, en 2003, ganó un Grammy Latino en la categoría de Mejor Álbum de Música Clásica. Dirigidos por el célebre clarinetista cubano Paquito de Rivera y acompañado en el reparto por Vladimir Cruz, que también vuelve a la obra este viernes, y por Nacha Guevara, estrenamos en el Auditorio Nacional y a continuación tuvimos algunas actuaciones pero por nuestras apretadas agendas nos fue imposible llevar a cabo una gira de mayor duración. Nacha estaba en Argentina, Vladimir volcado en su carrera cinematográfica y yo de gira con La Orquesta Mondragón. Por eso ahora la intención es que Historia de un soldado tenga todas las representaciones posibles. Nos gustaría llevarla a Cuba y México así como a diferentes puntos de España.

–¿Transcurridas casi dos décadas, cómo se enfrenta de nuevo a esta obra?

–En realidad igual que en la primera ocasión. Tengo muy cogido el punto a este diablo, que tiene mucho del Fausto de Goethe, y cuando un personaje te sale tan bien no hay motivos para cambiar. De hecho, a partir de representarlo aquella vez me contrataron para varios doblajes basados en este mismo personaje y tuve la oportunidad de cantar una de las canciones de la película animada Tiana y el sapo, compuesta por Randy Newman.

Satanás (anda suelto) aparece como referencia expresa en uno de los últimos discos de La Orquesta Mondragón, y ahora el diablo de Historia de un soldado. Siempre se ha sentido usted cómodo en ese tipo de papeles, como sátiro, burlón, pícaro, transgresor...

–Es que de cocinero o de San Pablo o de San Pedro nunca me han ofrecido papeles. La mayoría de los que me ofrecen son mefistofélicos, por definirlos de algún modo. Para construir al diablo de Historia de un soldado, que por cierto es un personaje muy daliniano, me fijé mucho en el diablo que interpretó Vanessa Redgrave para la versión británica de la obra, un personaje con muchos matices. Obviamente, yo tengo mi propia forma de interpretar, con mis propias singularidades, dentro lo que es un trabajo de equipo.

–¿Podemos encontrar algún paralelismo entre la época en que Stravinsky escribió esta obra y la actual?

–Lo siento por Stravinsky, pero no escarmentamos, seguimos enfrascados en maltratar la paz. Se trata de una obra escrita en tiempos difíciles, en un periodo de entreguerras. Desgraciadamente, lo debemos seguir entendiendo como un canto necesario, una reivindicación de la paz, porque antes de que los Beatles, muchos otros o yo mismo cantásemos a la paz, ya lo hizo Stravinsky. Es además una obra con muchas lecturas, subversiva en cierto modo. Muy propicia para este tiempo que vivimos, de mentiras y timos, de mercaderes y mercenarios, en el que el dinero es el gran protagonista. En cualquier caso, estoy feliz de cantar algo diferente por la paz, y así no tener que volver a escuchar: ¿Javier, ya estás otra vez con el 'Imagine' de Lennon?

–Comenzó su carrera cuando aún había que derribar muchas visiones moralizantes impuestas, con el final de la dictadura aún muy cercano. ¿Cree, como denuncian muchos ahora, que tras décadas de libertad estamos instaurando una nueva censura, especialmente con todo lo relacionado con el humor?

–Basta que algo se prohíba para que yo lleve la contraria. Yo no he renunciado a las antiguas canciones de La Orquesta Mondragón. Algunas no las canto porque no me apetece, otras porque entiendo que han envejecido mal, que han caducado. Muchas veces me preguntan si sigo cantando la canción de las gordas, Ellos las prefieren gordas, y les respondo que sí, pero a veces cambio el estribillo y también digo los gordos. Sí es cierto que en gran medida hay una regresión, un regreso a la censura entre comillas. Y, desde luego no puede pasar que después de 40 y tantos años de trabajo tengas miedo de interpretar ciertas canciones.

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