Cultura

Kevin Johansen: "Estoy agradecido de haber encontrado un público propio, es casi un milagro"

El cantante Kevin Johansen durante una sesión de fotos

El cantante Kevin Johansen durante una sesión de fotos / M. H. (Málaga)

La voz de Kevin Johansen resuena grave al otro lado del teléfono. Los más de 500 kilómetros que separan al entrevistador del entrevistado -él acaba de aterrizar en Madrid para empezar su gira por España- confieren a la conversación un aire cosmopolita que casa a la perfección con su modus vivendi. De origen alaskeño y nacionalizado argentino por la vía de los hechos, Johansen vivió en estados gringos durante gran parte de su juventud.

Vendió películas a domicilio, fue portero de un salón de tango, trabajó en un catering de un hotel e hizo de guía turístico en un edificio de la ONU. Hasta que, ya cumplida la treintena, el club CBGB de Manhattan presenció cómo saltaba a la fama. Igual que, a disgusto del dueño por la velocidad endiablada de los dedos de los guitarristas, le ocurrió a Ramones. Desde entonces, Johansen no ha parado de componer y tocar por todo el mundo. Los próximos 26 y 27 de julio hará lo propio en El Sitio, Territorio de Paz; en Coín. 

-Viene de presentar Algo Ritmos, un disco muy metafísico. Ahora estrena Tú Ve, un álbum de versiones. ¿Por qué prescinde de la creación propia en este momento? 

-Se me presentó la oportunidad de hacer algo diferente. Tú Ve es un disco mayoritariamente de covers. De canciones apropiadas y propias. Hace tiempo hice una versión de Modern Love de David Bowie y de La chanson Prévert de Serge Gainsbourg, y desde entonces siempre le he estado dando vueltas a hacer un álbum así. 

-¿Cómo fue la selección de los temas?

-En realidad, la idea inicial era que el disco ni siquiera tuviese temas míos. Pero mi productor, Juan Campodónico, me insistió. Lo que él quería es que yo estuviera cómodo fuese la canción que fuese. Así que le presenté una lista y le dije: estos son los temas que me salen bien [ríe]. La broma fue un poco que yo estaba a favor de la zona de confort y en contra de ir más lejos. Nos fuimos poniendo de acuerdo y salió esto. Él propuso hacer una versión de Susan de Leonard Cohen. También otras mías como Tú Ve, que hice con Natalia Lafourcada; o Desde que te perdí, junto a Silvia Pérez Cruz. Me gusta decir que una buena canción siempre es nueva. Y el disco es eso: ir al futuro desde el pasado.

-Hace una con David Byrne. ¿Qué tal fue la experiencia?

-Fue muy bonito. Soy muy tímido y pudoroso con mis ídolos, así que fueron mi representante y el productor quienes se encargaron. La respuesta de Byrne fue un email con un título que yo quiero enmarcar de por vida. Decía: 20 KJ songs I love -20 canciones de KJ que me encantan-. Me mató de amor esa respuesta. Además, estuvo muy alineado porque coincidimos todos en Nueva York por una actuación y surgió allí. Nos sentimos tan bien en el estudio que me atreví a preguntarle si se animaba a cantar la canción por la noche y dijo que sí. Cuando lo vi con una cerveza de barril en la mano, me dije: David Byrne es humano [ríe]. 

-Alguna vez, siguiendo lo que la prensa latinoamericana ha escrito sobre usted, ha usado la expresión  "folklorista del siglo XXI" para designarse a sí mismo. Un estilo que nace allí y que sirve de base a prácticamente todas las civilizaciones de la zona. ¿Llega a entender este fenómeno el público estadounidense? ¿Y el europeo?

-Sí, absolutamente. La música es el primer idioma. Y cantar en inglés con naturalidad también ayuda. Tengo la suerte de encontrarme con mucho público latino y español donde voy. Pero lo realmente interesante es cuando alguien no conoce tu música y lo hace de forma inesperada. A diario recibo notificaciones de gente de Australia o Asia, y eso de por sí ya me parece un regalo total.

-Se sirve además de muchos como la cumbia, el tango o la milonga. Todos quedan lejos de las creaciones con las que triunfan los artistas de hoy. ¿Cree que su éxito reside en la diferenciación?

-Alguna vez me han dicho que lo que hago no se parece a lo que hacen los demás.  Creo que ahí está tanto la ventaja como la desventaja. Estoy muy agradecido de haber encontrado un público propio que me sigue. Es casi un milagro [ríe]. En realidad, la inclinación va cada vez más hacia lo que yo llamo un sonido desgenerado. Los artistas multitudinarios pueden tener una rumba, un reggaeton, una balada o algo trap. Cada vez hay más apertura. Sobre todo la veo entre la gente joven. 

-Sus composiciones suelen tener una estrecha relación con la situación económica y social del momento. ¿Le sirve la actualidad como acicate? ¿O actúa como un mero telón de fondo?

-Pinta tu tiempo y será atemporal. Los cancionistas estamos todo el tiempo haciendo una fotografía de nuestra época. A veces sin querer y otras queriendo. Caetano Veloso tiene una canción que trata sobre la belleza geográfica de un lugar y de repente dice: siempre seremos esclavos. Esa sola frase ya te remite a algo social. Ese tipo de compromiso artístico también son manifestaciones políticas. 

-Incluye juegos de palabras y otros recursos léxicos muy variados en sus temas. ¿Qué componente pesa más en su creación: la melodía o la letra? 

-La música es el primer motor. Uno puede estar en un bar y de repente empieza a sonar una melodía y empieza a mover la patita. U oír una frase que le atrape para siempre. Para mí, una canción debe cumplir tres objetivos fundamentales: llevar al oyente a una emoción, llevarlo a una reflexión y, aunque no siempre, llevarlo al baile. 

-Hace cosas diferentes en sus shows. Ha fusionado su música con el arte visual del dibujante Liniers, por ejemplo. Pero también ha hecho recitales más austeros. ¿Qué debe tener una actuación para ser atractiva?

-Todo lo que provenga del corazón y de generar arte es así. Lo ideal es causar un efecto sorpresa sin llegar a ser efectista. Ese es el cometido del artista, y en especial el mío propio. 

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