Marina Heredia y Pepe Habichuela ofrecen hoy su primer recital juntos

A la cantaora Marina Heredia (Granada, 1980) le sobra el talento y por eso no tiene miedo de buscar la "verdad flamenca" sobre el cotizado escenario de la Sala Joaquín Turina. Esta noche será la encargada de abrir con todo un símbolo de la guitarra de acompañamiento, su paisano Pepe Habichuela, la novena temporada de los Jueves Flamencos de Cajasol. Y es de suponer que lo hará con el Pregón del Uvero que popularizara Manolo Caracol (Uvitas negras de Los Palacios/ comen las niñas dulce y despacio). Un pregón que ella entona "con su voz tan de plata y granaína, tan de la Alhambra", a decir de Manuel Herrera, responsable de este prestigioso ciclo que, junto a las peñas y los martes del Teatro Central, garantiza un calendario estable de flamenco en la capital hispalense.

Le rondaba a Marina "desde hacía mucho tiempo" la idea de trabajar con Pepe Habichuela, "todo un maestro de esa generación anterior de la que bebe mi cante". "Cuando me propusieron venir a este ciclo, tan especial para nosotros los artistas, pensé que no quería hacer lo mismo que otras veces sino ofrecer un aliciente. Y fue así como apareció la oportunidad perfecta para debutar por fin con Pepe", explicó la intérprete del Me duele, me duele, los famosos tangos-rumba de su primer disco de igual título.

"Conozco a Marina desde que llevaba babero y me emociona poder tocar con ella porque sabe hacer muy bien todos los cantes. No vamos a ensayar antes. Esta paisana es aficionada desde chica y por su abuela y su padre [el cantaor Jaime El Parrón] lleva el flamenco en las venas", explicaba a su vez Pepe Habichuela (Granada, 1944), que regresa a Sevilla dos semanas después de dejar un hermoso recuerdo junto a Enrique Morente en el concierto que clausuró la Bienal.

"Me apetecía", continuó Habichuela, "acompañarla en un programa de cante clásico, como el que estoy girando con Morente. Sin caja, sin palmas, sólo guitarra y voz, como se ha hecho toda la vida. Solicos ante el peligro", bromeó este genuino representante de una de las mejores sagas flamencas, cuya continuidad ve asegurada en sus hijos y sobrinos (los Ketama).

Bulerías, fandangos, tangos y alegrías sonarán esta noche, en una velada que reservará un momento especial para la soleá. "Cuando mi padre me da consejos me dice sobre todo que no corra, especialmente en la soleá, donde hay que darle bocados al cante", sonrió Marina, a quien su progenitor tuvo que convencer para que dejara su carrera como bailaora, "totamente fallida", para cultivar su voz. "Y antes mi tesitura era muy distinta a la suya pero cada vez, serán los años, se parecen más", relacionó.