Miguel Falomir: "El Prado debe adentrarse en terrenos menos conocidos"
Año Murillo
El director de la principal pinacoteca española avanza que contribuirán con seis importantes cuadros de Murillo a la antológica del Bellas Artes de Sevilla
Madrid/Miguel Falomir (Valencia, 1966)Miguel Falomir, director del Museo Nacional del Prado desde marzo del año pasado, fue conservador jefe de pintura antigua italiana y francesa de la pinacoteca antes de suceder en 2015 a Gabriele Finaldi como director adjunto de Conservación e Investigación. Su currículum científico revela una carrera colmada de esfuerzos intelectuales pero también de reconocimientos, desde el premio extraordinario que obtuvo en 1989 tras licenciarse en Historia del Arte por la Universidad de Valencia, donde se doctoró y fue profesor titular. Con Lorenzo Lotto. Retratos, la exposición que el Prado inauguró la semana pasada con el patrocinio de la Fundación BBVA, engrandece un perfil como comisario que incluye los proyectos que el Prado dedicó a Tiziano (2003), Tintoretto (2007) o El último Rafael (2012).
Mientras preparaba para el museo la muestra El retrato del Renacimiento (2008), junto a su colega de la Universidad de Verona Enrico Maria Dal Pozzolo, ambos se plantearon la necesidad de redescubrir al público la compleja figura de Lorenzo Lotto (Venecia, h. 1480-Loretto, 1556/7), un pintor sombrío y enigmático al que la mayoría de los bibliófilos asocian con la novela Bomarzo de Mujica Lainez. Su portada permitió fabular con la posibilidad de que el Retrato de un joven pintado por Lotto y ante el que posa Falomir para esta entrevista era la efigie del duque Pier Francesco Orsini que creó un jardín de monstruos al norte de Roma. “Antes de la restauración su compleja vestimenta estaba tan oscurecida que llevaba a creer erróneamente que el modelo era giboso”, recuerda.
Sea por este retrato que presta ahora al Prado la Galería de la Academia de Venecia, donde cuelga a la altura de tesoros como La tempestad de Giorgione, o bien por las zonas de sombra que persistían en torno a su figura, Lotto era el más enigmático de los maestros del Renacimiento. Y tal vez, insinúa Falomir, el mejor retratista. “Tiziano siempre está en la cima pero una exposición sólo de sus retratos sería mucho más aburrida que ésta”, confiesa quien tiene ante sí todavía el reto de culminar el catálogo razonado de la obra de Tiziano.
La primera muestra dedicada a Lotto como retratista incluye 38 pinturas y diez dibujos, entre otras piezas, y descubre a uno de los artistas más fascinantes del Cinquecento italiano, creador del retrato moderno por la profundidad psicológica que otorgó a sus modelos.
A Falomir no le molesta que se le pregunte por el presupuesto de la actividad. “No tengo las cifras exactas pero la muestra ha costado más de 600.000 euros y menos de un millón de euros porque es difícil hacer una que nos salga por menos”. Los préstamos más complicados, en este caso, no han sido las obras maestras como Retrato de un matrimonio del Hermitage de San Petersburgo “sino las dos pala de altar, por su tamaño y, sobre todo, porque están in situ en las iglesias. Por suerte, hemos contado con la generosa colaboración del Patriarcado de Venecia”.
“Es importante para el Prado”, continúa, “adentrarse en terrenos menos conocidos. Siempre hay nombres que son un éxito seguro pero al final acabas aburrido y la abnegación de un museo público es también descubrir al público artistas que no conoce bien. La idea aquí es reevaluar a Lotto e insertarlo en la Italia donde vivió, de ahí el énfasis que damos a la cultura material y a los objetos en la museografía [se han incorporado esculturas, armas y vestuario que aparecen en sus cuadros, verdaderos relatos pintados] lo que hace de ella mucho más que una exposición de retratos”.
Aunque en el catálogo reza que la muestra ha sido coorganizada con la National Gallery de Londres, que aporta piezas extraordinarias como el Retrato de mujer inspirada en Lucrecia y donde se verá a finales de octubre en pequeña escala, “toda la producción la ha hecho el Museo del Prado”, corrobora Falomir. Lorenzo Lotto. Retratos no sólo es una cita magistral, sino el testimonio del énfasis científico que preside su etapa. “La línea que debe seguir el Prado es la de siempre: la de la excelencia absoluta, el buscar lo mejor y hacerlo desde los planteamientos más serios. También es importante hacer proyectos inéditos y que nuestra aspiración al hacer una exposición sea, si no decir la última palabra sobre el tema, sí al menos enriquecer el conocimiento de ese pintor. Así ocurre también con las muestras que dedicamos ahora a los bocetos de Rubens y a la pintura italiana sobre piedra”.
La pinacoteca también tiene ya cerrado su programa del Bicentenario, que incluye importantes exposiciones temporales dedicadas en 2019 a Velázquez, Rembrandt, Goya, Fra Angelico, Sofonisba Anguisola, Lavinia Fontana y Pieter Brueghel el Viejo. Pero una de las acciones más llamativas de la efeméride es la moratoria de préstamos que permitirá mostrar a los visitantes, en su integridad, todas las obras maestras que han cimentado la reputación del museo durante estos 200 años.
¿Cómo afectará esto a su colaboración con la gran antológica que prepara Sevilla para clausurar el Año Murillo? “Teníamos una moratoria de préstamos por la cual no íbamos a prestar nada a nadie porque está estipulado que durante el Bicentenario todas las obras deben estar en el museo. Pero hemos hecho una excepción con Sevilla no sólo para respetar los compromisos adquiridos sino por la gran calidad científica del proyecto”, revela Miguel Falomir sobre la reunión de obras maestras que inaugura a finales del mes de noviembre el Museo de Bellas Artes de Sevilla y de la que son comisarios su directora Valme Muñoz y el conservador Ignacio Cano.
“Vamos a hacer un préstamo realmente excepcional, consistente en seis obras de Murillo, alguna tan popular como El Buen Pastor”. Otra de las obras que prestará el Prado, San Jerónimo Penitente, no visitaba la ciudad desde la muestra El joven Murillo que comisariaron Alfonso E. Pérez Sánchez y Benito Navarrete y que fue la más vista en la historia del museo hasta la que, dedicada al ciclo de Capuchinos, inauguró el Año Murillo. La selección que prestará el Prado la completan la Inmaculada del Escorial, la Anunciación, El martirio de San Andrés y La disipación del hijo pródigo.
Falomir, que asistió a la toma de posesión como ministro de Cultura de Màxim Huerta, le desea a su sucesor, José Guirao, “lo mejor, porque lo mejor para él será lo mejor para el Prado”. “Tengo esperanza y confianza en el nuevo ministro porque es un hombre del mundo de la cultura y, más concretamente, de los museos. Ha sido patrono del Prado y creo que será receptivo a nuestras inquietudes”.
¿Sería posible para Guirao corregir la aportación estatal, muy poco generosa con un museo público que tiene que afrontar su Bicentenario y el inicio de la ampliación del Salón de Reinos concebida por Norman Foster? “No soy experto en presupuestos pero creo que este año sería difícil, será más factible para 2019”, dice, esperanzado.
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