Rafael Campallo | Crítica

El centrado poderoso

Rafael Campallo presentó 'Sin renuncia' en la Sala Cajasol.

Rafael Campallo presentó 'Sin renuncia' en la Sala Cajasol. / Grupo Joly

Un "estreno en España" que es un recital clásico, concebido y ejecutado a la manera tradicional, tanto en el vestuario como en la puesta en escena, la música y la coreografía. De negro riguroso para la seguiriya y la farruca. Chaqueta clara en el taranto. Y traje granate para la soleá. Rafael Campallo posee un corazón festero y por eso lo mejor vino en los estilos más relajados, allí donde aparece el humor, la complicidad con el público. En la seguiriya ya mostró la variedad de sus recursos, con el acompañamiento del cante y la percusión. La guitarra, a la forma tradicional, fue el único instrumento que sonó en la farruca, además de los pies del cantaor. Allí abandonó el ladrillo en el que había bailado hasta ese momento para mostrar su dominio horizontal del espacio escénico. El taranto tuvo mucho de aires mineros y mucho más de tangos, uno de los estilos de referencia de este bailaor. Campallo mueve las caderas como un cubano legítimo, se entrega a la fiesta dionisíaca, a esa celebración de la vida que es el tango. Fue lo mejor de la noche. En la soleá brilló en los marcajes, por supuesto, pero mucho más en las coletillas y estribillos de cierre donde bailó como quiso, jugó con el compás, con el público y con sus músicos. Campallo es un virtuoso del ritmo y nunca pierde la referencia. Por su centrado poderoso, seña de identidad. Y porque siempre sabe donde está el público, como los bailaores de la vieja escuela, aunque él siga siendo un chaval. El grupo mostró una compenetración asombrosa. Una máquina perfecta que tuvo un momento de intimidad por granaínas en las manos de Vargas.

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