Rycardo Moreno, el arte de compartir

El músico lebrijano presenta este jueves en el Quintero el disco 'Varekai' con Esperanza Fernández y Raimundo Amador como artistas invitados

Rycardo Moreno durante una de las 'master class' que imparte en su estudio de Lebrija.
Rycardo Moreno durante una de las 'master class' que imparte en su estudio de Lebrija.
Araceli Pardal Sevilla

17 de noviembre 2015 - 05:00

El joven guitarrista Rycardo Moreno llega este jueves (21:00) al Teatro Quintero con su primer disco Varekai ("En cualquier lugar", en romaní), acompañado por artistas de Sevilla con los que mantiene una relación casi familiar: la cantaora Esperanza Fernández, mitad Lebrija y mitad Triana; el veterano Raimundo Amador y Alba Molina. Además, se subirán también al escenario los Makarines y los músicos "imprescindibles" en el disco, Josué Ronkío al bajo y Poti Trujillo en la percusión, entre otros.

Será la presentación de un álbum con un año de madurez y en continua evolución, como la propia música de Rycardo Moreno que se alimenta en cada festival en el que participa. En los últimos días, el compositor y guitarrista lebrijano ha actuado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y ha participado en el Festival Internacional de Jazz de Málaga. Uno de los principales éxitos en 2015 de este "viaje por entre mis cuerdas" tuvo lugar en el Festival Flamenco OnFire de Pamplona acompañando a músicos de la talla de Javier Colina, Jerry González y Jorge Pardo.

"Me alegra en cierta forma no haber presentado antes el Varekai en Sevilla", dice el propio Rycardo Moreno, que atiende a este medio en su casa de Lebrija, después de una larga sesión de master class. "Me siento más seguro y el disco ha seguido creciendo con más viajes a distintos lugares, emociones y vivencias".

Rycardo Moreno ha hecho de las relaciones con otros músicos y de sus vivencias su carrera musical. Siendo niño, absorbía como una esponja los momentos flamencos que se daban con espontaneidad en el seno de su familia gitana. De hecho, Rycardo Moreno es un gran conocedor de los cantes de los gitanos flamencos de Lebrija. Toca la guitarra por soleá delante de los cuatro alumnos que participan en esta ocasión de sus enseñanzas, uno de Alemania y el resto de Huelva y Cádiz. Lo hace con un estilo personalísimo y, con naturalidad, mete una letrita de Juaniquín de principios del siglo XX con tonalidades aprendidas de "sus chamanes" o ancestros, tocándose él mismo las palmas con compases primitivos.

"Yo enseño primero la base, la armonía, a través de las vibraciones que transmite la música", explica Rycardo Moreno, "y después les muestro cómo hago mía cualquier canción conocida que haya escuchado en algunos de mis viajes o en algún disco". Y la generosidad con la que comparte su música es lo que le hace crecer: "En todas las clases descubro cosas mías propias; además, cuando enseño ya sé que tengo que inventar algo nuevo, así no me estanco, el agua tiene que correr".

El intercambio, en muchas ocasiones, es intergeneracional. Rycardo Moreno descubre que los músicos que le superan en una o dos generaciones "son muy espontáneos y generosos y me tratan al mismo nivel". El trueque es recíproco. Ellos buscan en Rycardo la misma frescura que ellos le dan. El flautista y saxofonista Jorge Pardo es uno de los mejores ejemplos: colabora con sus compases más flamencos en Varekai, y Rycardo Moreno le ofrece el swing de sus cuerdas en las Historias de Rahda y Krishna.

Rycardo Moreno es un músico flamenco con una fuerte herencia o carga familiar. Sobre eso, ha construido su mundo de sensaciones: "Me he fijado mucho en el piano y en los saxos, más que en otras guitarras", dice, "me considero un gran melómano y me gusta escuchar a gente como Keith Jarrett que me transmite muchas emociones". Está metido ya en proyectos futuros: "Intento quitarme los arquetipos y descubrir internamente lo que me hace feliz tocando", explica. convencido de que "las músicas no tienen nombre, ni límites ni fronteras". Ahora explora en el Libro de los abrazos de Eduardo Galeano, poniendo música a unos textos que le resultan familiares, quizás por su carácter también tan universal.

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