Sara Calero lleva a escena el misterio de las majas en los 'Jueves flamencos'
La intérprete, premio a la artista revelación en el Festival de Jerez, interpreta junto a la cantaora Gema Caballero una pieza con homenajes a Enrique Granados e Imperio Argentina.
El premio a la artista revelación en el Festival de Jerez de 2014 confirmó a Sara Calero (Madrid, 1983) como una personalidad única dentro de la escena, una intérprete versátil, interesada en la vanguardia y en la tradición, capaz "de comprimir en su cuerpo el flamenco y el baile español", como subraya el coordinador de los Jueves Flamecos de Cajasol, Manuel Herrera. En aquel festival de Jerez había participado en la producción de Shoji Kojima Fatum!, con coreografía de Javier Latorre, pero también había presentado el segundo espectáculo de su compañía, El mirar de la maja, una pieza deliciosa y elegante que demostraba que esa bailarina que había crecido en la compañía de Antonio Márquez o en el Ballet Nacional de España tenía mucho que decir en su andadura en solitario.
Calero, que ya ha estrenado un nuevo montaje, Cosmogonía, recupera hoy en los Jueves Flamencos de Cajasol El mirar de la maja, una propuesta en la que estará acompañada por el cante de Gema Caballero, la guitarra flamenca de Fernando de la Rúa y la guitarra clásica de Pablo Romero Luis. Con la tonadilla homónima de Enrique Granados, cantada por Victoria de los Ángeles -al final suena la misma composición en la voz de Caballero-, comienzan una serie de estampas con las que Calero se pregunta por "el secreto que hay detrás de la pose" de las majas y el "mito que había tras esas mujeres", apunta la madrileña, que se interesó por estas figuras que retrató Goya cuando supo que inicialmente se las conocía como gitanas, y del nombre original, cambiado posteriormente, dedujo que esas damas tal vez no pertenecían a la nobleza como se creía. Otra de las razones que movía a la madrileña era analizar "lo mucho que tiene que ver con el flamenco" la obra de Granados "y cómo se empasta eso".
Tientos, zambras, una caña tradicional y una alegría en la que se exploran los vínculos con la jota son algunos de los palos que se suceden en una obra que, entre otros momentos, rinde un particular tributo a Imperio Argentina -con una recreación de su película Goyescas, dirigida por Benito Perojo- y a la escritora romántica Carolina Coronado, de la que se interpreta un poema, "un texto muy difícil, muy largo" que Gema Caballero ha memorizado para la ocasión.
Calero, que entre otros galardones fue premiada en el Certamen Coreográfico de Madrid, asegura que no se plantea "una meta a largo plazo", pero no parece entrar en sus expectativas acomodarse y dejar de adentrarse en territorios complejos. Cosmogonía ha sido, dice, "más arriesgada, más grande", y en esa propuesta pone a dialogar el flamenco con un cuarteto de cuerda. "Lo habitual cuando dejas el conservatorio es especializarte en algo concreto", admite la bailarina, que no quiso apartarse de ninguna de sus dos pasiones, el flamenco y el clásico. "No es que lo quiera hacer todo, es que cada cosa me aporta algo, las dos forman parte de mi universo expresivo", argumenta una creadora que quiere moverse entre la estilización y el desgarro. "Me gusta la plasticidad del ballet clásico, la sensación de cielo, contraria a la de tierra de flamenco. Quiero estar arriba y abajo, en el cielo y en la tierra, dependiendo de lo que necesite", apunta. Entre los intérpretes que sigue con atención "no hay nadie que haga lo mismo que yo. Admiro a Israel Galván, a Pastora, a Rocío Molina, pero también a Jirí Kylián o a Nacho Duato. Y de los antiguos, a Carmen Mora".
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