Sole Giménez | Crítica

Canciones con alma de mujer

  • Sole Giménez presentó en el Teatro de la Maestranza las canciones de 'Mujeres de Música, 2', todas compuestas por mujeres, acompañándose en una de ellas por su hija Alba, que cantó en público por primera vez

Sole Giménez al frente de su banda y del cuarteto Dale Cuerda

Sole Giménez al frente de su banda y del cuarteto Dale Cuerda / Guillermo Mendo

Sole Giménez comenzó la gira de presentación de su disco Mujeres de Música, 2 en el Teatro de la Maestranza con un concierto en el que se sucedieron los destellos de brillantez con momentos en los que se notaron demasiado los defectos de un debut en detalles como malas sincronías entre la voz y la música o parrafadas excesivamente largas y cargadas de ojana que eran un precio demasiado elevado por la pedagogía musical sobre las autoras de las canciones que componían un repertorio que adoleció de riesgo, basándose sobre todo en canciones que de tan conocidas ya están faltas del componente de sorpresa y de la flor de la emoción que se enreda en los hilos de una voz contenida, apasionada, nostálgica, como la de ella. Por eso, ante el sopor de un comienzo con La flor de la canela y Amores, la tercera de sus canciones, una increíble recreación de Hasta la raíz, de la joven cantante y productora mexicana Natalia Lafourcade, actuó en nosotros como la inyección de adrenalina en las venas de Mia Wallace.

La sangre nueva en los versos de las canciones de Natalia, de Carolina de Juan, de Rozalén, contrastaba con el polvo acumulado en los de las composiciones de Chabuca Granda, de María Grever, a la que recordó incluso en dos ocasiones, con Muñequita linda, acompañada por una sosísima Bely Basarte y al inicio de los bises, muchísimo mejor, con el bolero Alma mía. Otras autoras de las que tuvimos destellos, entre fulgurantes y apagados, fueron Totó la Momposina, Eladia Blázquez, la primera mujer en componer tangos, de los que Sole recordó El corazón al Sur; Consuelo Velázquez y su Bésame mucho interpretado a dúo con la malagueña Diana Navarro, de prodigiosa voz  pero con giros floreados de flamenco que no le sentaron bien a un bolero como este, y las españolas antes señaladas, además de Mari Trini, a la que Sole dijo que considera la autora más importante que hemos tenido en este país, y Cecilia, cuyo inevitable Ramito de violetas floreció sobre todo debido a los arreglos que le hizo, como a la mayoría de las demás canciones, Iván Melón Lewis, que en esta incluían precisos y preciosos solos de bajo, guitarra, piano y batería, sucedidos en ese orden, en uno de los mejores momentos del concierto.

Y por supuesto, también rescató cinco canciones de ella misma, porque al fin y al cabo Sole es mujer y compositora, además de las mejores, y nos hizo pasar desde la tristeza de Me equivoqué, de Los hombres sensibles, el mejor disco que ha hecho tras su paso por Presuntos Implicados, a la nostalgia de Cómo hemos cambiado, pasando por Mi pequeño tesoro, la canción que compuso para su hija Alba Engel cuando nació en 1994 y que precisamente cantó aquí en público por primera vez acompañando a su madre en Volver, de una forma que en ningún momento nos hizo ver brillar lo que esa canción tiene dentro como cuando se la escuchamos a Carolina al frente de Morgan.

Los dos únicos toques masculinos de la tarde en la composición de las canciones vinieron por parte de Miguel Hernández, porque Sole ha puesto música a su poema Tus cartas son un vino y lo realzó cantándolo de forma maravillosa, y de Joan Manuel Serrat, con Aquellas pequeñas cosas, favorecida por un grandísimo trabajo de piano, con la que despidió Sole definitivamente el espectáculo de una forma muy intimista, en un final que comenzó unos minutos antes con la que es probablemente la mejor de sus canciones, Alma de blues, a la que la guitarra puso un contrapunto magnífico que resaltó la enorme sensibilidad de sus versos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios