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ORQUESTA BÉTICA DE CÁMARA | CRÍTICA

Ritmos, colores y tradición

Ana Santisteban, Michael Thomas y la Bética

Ana Santisteban, Michael Thomas y la Bética / Luis Ollero

En esta ocasión Thomas y la Bética han optado por ofrecer un programa ligero, de obras muy conocidas e hilvanadas con el hilo común de la música de tradición española, con ritmos y danzas bien identificables, del pasodoble de Turina a la sevillana de Albéniz pasando por los minués y pasacalles de Bocherini y sin olvidarnos de esos guiños a la tradición popular insertos en el Concierto de Aranjuez.

Fiel a los principios según los cuales fue fundada, la Bética prestaba sus atriles para el estreno de una obra de un compositor actual. Francisco Cano, además, fue violonchelista de la orquesta y en su Suite de los Olvidos acomete un a modo de paseo por la memoria y la desmemoria. Música sencilla, de fácil audición, melódica y en la estela post-turiniana, podríamos decir por sus toques de color instrumental. Se hace algo monótona, eso sí, y le sobran las omnipresentes caja y maracas.

¡Qué difícil resulta escuchar a Turina en el Espacio Turina! Los trémolos con sordina iniciales de La oración del torero sonaron con tersura y misterio para, de la mano de Thomas, adentrarse en un crescendo perfectamente graduado. Gran sonido de los violines en el registro extremo.

Thomas y Santisteban abordaron el Concierto de Aranjuez desde la atención extrema al ritmo, a sus cadencias cambiantes, a los acentos y los contrastes dinámicos. Salvo algún pasaje rápido algo confuso, Santisteban tocó con elegancia y gusto, con amplio rubato y sonido muy regulado. Sobresaliente la fuerza y la profundidad con la que remarcó las escalas andaluzas en la cadencia del segundo tiempo. En el que, no olvidemos, el corno inglés sonó con una enorme dulzura. Para la descriptiva obra de Boccherini los violines optaron en algunos momentos por sonidos ásperos, rústicos, callejeros casi, muy acordes con lo descrito. Los violines primeros se lucieron en los sautillées y ricochets, mientras que el chelo cantó el tema del minué con amplitud de un sonido carnoso. Muy buenos efectos de eco. Y el color de la orquestación de Arbós saltó como chisporroteo en la Sevilla albeniziana, con un Thomas capaz de establecer un sonido transparente y brillante a pesar de algunos pasajes de sonido desabrido en los violines.

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