Ute Lemper acerca a Sevilla la bruma alcohólica de Bukowski
Música y poesía El Lope de Vega acoge la última propuesta de la cantante alemana
Los poemas del escritor estadounidense de origen alemán, fallecido en 1994, dan lugar a un mano a mano entre la cantante y el actor y director de escena Mario Gas
Hay cantantes que cantan muy bien y es un placer escucharlos. Pero hay otros cantantes que, además de cantar maravillosamente, interpretan las canciones con cada una de las fibras de su cuerpo. Es el caso de Ute Lemper, reina absoluta de los escenarios como volvió a demostrar anoche en las tablas del Lope de Vega.
El espectáculo que presentaba en esta ocasión, sin embargo, no era ninguno de los musicales en los que ha triunfado -Chicago o Cabaret, entre otros- ni uno de sus recitales habituales ya que, en su primera parte, incluía un trabajo realizado junto al actor y director de escena Mario Gas sobre el escritor Charles Bukowski.
The Bukowski Projet, que es el título con que se estrenó el pasado noviembre en Gerona y con el que irá a Madrid el próximo junio, se centra en algunos poemas -de libros como The last night of the earth poems- del que fuera representante del llamado "realismo sucio". Su infancia problemática, sus relaciones con las mujeres, sus personajes desheredados y sus juicios políticos se van desgranando en la voz de Gas, que lee entre cajas de cerveza y humo de cigarrillos, y una Lemper capaz de jugar con el blues y con todo lo que se le ponga por delante en canciones tan hermosas como La bestia. Es difícil, sin embargo, recrear en un escenario el mundo de Bukowski. Es más fácil en el cine, como hizo Marco Ferreri en aquella Ordinaria locura en la que una increíble Ornella Muti se atravesaba su luminosa carne con un enorme alfiler. Tal vez por eso El proyecto se completa con unas magníficas proyecciones, aunque Gas juega más al actor que al director y se olvida de la medida cayendo en el exceso. Un exceso que juega en detrimento de la segunda parte, un minirecital en que la Lemper, con traje de noche negro, libre de ataduras y con la sola compañía de sus tres magníficos músicos, ironiza con Brecht y mece su cuerpo y sus brazos como una diosa con Jacques Brel. Con el compromiso y con el amor del francés -Je ne sais pas de cela, je sais que je t'aime encore...- embelesa al público, que olvida que han pasado dos horas y quiere seguir escuchándola, admirándola.
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