Cultura

Viaje a la historia del arte andaluz en los fondos de la colección Abelló

  • El convento de Santa Clara repasa cuatro siglos de creación en una muestra que incluye obras de maestros como Zurbarán, Murillo o Picasso y un excepcional conjunto de dibujos españoles.

La Alameda de Hércules era en el siglo XVII uno de los paseos más bonitos de Europa, a decir de los viajeros de la época y de los pintores sevillanos coetáneos de Velázquez. Creada en 1547 por orden del conde de Barajas -el asistente de la ciudad- en un lugar conocido como la Laguna, porque allí se acumulaba el agua de las lluvias, no tardó en convertirse en el lugar de socialización y el escenario de una ciudad bulliciosa. Las dos columnas romanas procedentes del templo dedicado a Hércules en la calle Mármoles, sobre las que el escultor Diego de Pesquera representó a Hércules y Julio César como fundadores de Sevilla, pasaron pronto a ser iconos de un espacio embellecido por los álamos blancos, cipreses, naranjos y paraísos recién plantados. Ese paseo popular, un vergel en la ciudad que fue Puerto de Indias, regresa del pasado gracias a una de las Vistas de Sevilla datadas hacia 1650 que cuelga de los muros del convento de Santa Clara hasta el próximo 12 de junio dentro de la exposición De Zurbarán a Picasso: Artistas andaluces en la Colección Abelló

Más de 80 obras reunidas por Juan Abelló y su esposa Anna Gamazo, uno de los grandes matrimonios coleccionistas de este país, componen esta cita que hoy abrirá sus puertas al público -con entradas a seis euros, gratis para los sevillanos- e incluye algunas piezas nunca antes expuestas en España, como Dos jóvenes campesinos en un paisaje de Pedro Núñez de Villavicencio, mostrada sólo en los Estados Unidos. 

Si bien la primera presentación pública de la Colección Abelló la acogió hasta principios de este mes el madrileño Palacio de Cibeles, donde se incluyeron sus tesoros de maestros internacionales como Van Gogh, Schiele o Francis Bacon, la muestra que llega ahora al sur, diferente e inédita, se concibió previamente y consta de obras relacionadas con Sevilla en particular y Andalucía en general, en un relato cronológico que abarca desde el siglo XVI a principios del XXI. En total, 28 pinturas, dos esculturas -una Dolorosa y un Ecce Homo del granadino José de Mora-, una maqueta arquitectónica de la Catedral de Cádiz y 52 dibujos. 

Entre los artistas representados en esta muestra comisariada por Benito Navarrete y la conservadora de la Colección Abelló, Almudena Ros de Barbero, figuran Diego de Siloé, Pedro de Campaña, Luis de Vargas, Francisco de Herrera el Viejo, Francisco de Zurbarán, Antonio del Castillo, Bartolomé Esteban Murillo, Pedro de Camprobín, Joaquín Domínguez Bécquer, Rafael Romero Barros, Julio Romero de Torres, Daniel Vázquez Díaz, Pablo Picasso, José Guerrero, Luis Gordillo, Guillermo Pérez Villalta y Carmen Laffón, artista predilecta de Juan Abelló, que ayer en la presentación aseguró intentar comprar todo lo que la artista de las Vistas del Coto ponía a la venta. 

Pero quizá lo más excepcional de esta exposición es que, por primera vez, puede verse en Sevilla el Álbum Alcubierre, la más importante colección de dibujo andaluz en manos privadas; un conjunto reunido en Sevilla en el siglo XVIII por el conde del Águila, según Benito Navarrete, que fue junto al recordado Alfonso Pérez Sánchez el encargado de realizar el estudio técnico y del contexto del Álbum tras su adquisición por los Abelló hace una década. 

Llamado así por uno de sus anteriores propietarios, la condesa de Alcubierre, este conjunto de dibujos es en cantidad y calidad una joya sin parangón que refleja el papel del estamento nobiliario como garante y heredero de un tipo de coleccionismo de interés enciclopédico. "La mayoritaria presencia de dibujos sevillanos, cordobeses y granadinos en el Álbum conduce a pensar que se conformó en Sevilla, en un ambiente erudito e ilustrado", destacó Navarrete. 

De los 108 dibujos que componen el Álbum Alcubierre, pegados en sus 95 hojas de cuarto mayor, se puede ver en la planta alta del convento de Santa Clara una selección ordenada cronológicamente que da la medida de la calidad del conjunto y el esplendor que adquirió el dibujo en Andalucía. Abelló compró íntegra esta obra que, según han estudiado los expertos, debió recopilar el erudito conde del Águila en contacto directo con artistas y talleres en la Sevilla del siglo XVIII. "Además de atesorar los dibujos los reunió en un álbum donde por páginas, como en un álbum de fotos, colocó las obras, algunas de las cuales aparecen con inscripciones antiguas e incluso firmadas", detalló Ros de Barbero. 

Pese a lo efímero de un medio como el papel, el Álbum Alcubierre, al proteger las obras de la luz, ha permitido que lleguen hasta el presente obras muy tempranas. Las más antiguas se remontan al siglo XVI, como ocurre con el Estudio para un capitel de Diego de Siloé, que, según estudiaron Angulo y Pérez Sánchez, es probablemente un dibujo preparatorio para una puerta lateral de la iglesia del Salvador de Úbeda. Muy hermosas y de clara influencia italiana -datadas hacia 1545- son Las musas Calíope y Euterpe del sevillano Luis de Vargas, un autor del que se conservan muy escasos dibujos. 

El Juicio Universal de Pacheco, dibujado hacia 1617 y muy acabado, es una de las mejores producciones gráficas del suegro de Velázquez. De Juan de Mesa se exhibe un dibujo relacionado con el relieve que atesora la iglesia de la Magdalena de Sevilla. Entre el conjunto de Alonso Cano sobresalen el Tabernáculo que ejecutó hacia 1650, donde muestra con libertad sus conocimientos arquitectónicos, y la Virgen de la Misericordia, que Pérez Sánchez consideraba el dibujo más valioso del maestro granadino en el Álbum Alcubierre: una obra del final de su carrera en estrecha relación con su pintura de la Virgen del Rosario de la catedral de Málaga. 

De gran belleza son los testimonios aquí reunidos del arte de Juan de Valdés Leal, entre ellos un Guerero con espada dibujado con energía en lápiz negro y sanguina hacia 1665, y de Bartolomé Esteban Murillo, del que puede admirarse, por ejemplo, un San Francisco dibujado hacia 1650 que muestra el trazo vibrante, seguro e impetuoso del artista sevillano. 

Murillo es, de hecho, el gran protagonista de esta muestra, porque en la planta baja puede admirarse también su óleo sobre lienzo El joven gallero (1660), una obra muy importante -no en vano se la ha elegido como motivo de la cartelería- y uno de los pocos cuadros de género que se conservan en España del pintor. Un jovenzuelo riendo y saludando al espectador en actitud desenfadada es el motivo de este trabajo de intenso naturalismo y poderosa expresividad, más relacionado con la pintura holandesa e italiana de su época que con la sevillana. "Murillo tuvo un gran éxito desde muy temprano y sus pinturas de género satisfacían plenamente el gusto de los coleccionistas extranjeros presentes en Sevilla por los intercambios comerciales, a los que por cuestiones religiosas no les interesaban los temas bíblicos o de vírgenes de otros trabajos suyos, que sí se quedaron en España", recordaba con énfasis la conservadora de la Colección Abelló. 

El joven gallero de Murillo forma parte del ámbito inicial de la muestra, dedicado al siglo XVII. El montaje en la planta baja de Santa Clara ha articulado cuatro espacios que evocan interiores domésticos para acentuar el origen privado de estos fondos y la convivencia diaria de los propietarios con las obras. Tras la bienvenida al visitante que ofrece el prólogo protagonizado por tres obras de Carmen Laffón y la citada mirada al Siglo de Oro, el itinerario prosigue por las secciones dedicadas a las Naturalezas muertas, las Vistas urbanas y las Vanguardias y el siglo XX, donde reinan bajo una iluminación teatral y escenográfica la Mujer sentada con sombrero de Pablo Picasso y la colorista Explosión roja de José Guerrero.

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