El cantillanero Juan Mari Rodríguez, herido menos grave en su debut
En el Día de la Música, la Banda de Tejera tan sólo tuvo que amenizar una desigual faena de Sandra Moscoso, que fue ovacionada · González, silenciado
GANADERÍA: Novillos de Antonio Rubio 'Macandro', bien presentados y de juego desigual. Los mejores para la muleta, primero y cuarto, aplaudidos en el arrastre. Segundo, manso y manejable; tercero, manso, bajo de casta, pero sin malas intenciones; quinto, reservón y a menos y sexto, manso. TOREROS: Sandra Moscoso, de grana y oro. Pinchazo y bajonazo (silencio). En el cuarto, dos pinchazos y estocada (saludos). En el sexto, pinchazo, estocada que escupe el novillo, cinco pinchazos y estocada (silencio tras aviso). Juan Mari Rodríguez, de verde y oro, que debutaba. Entera que hace guardia y dos pinchazos. Cayó herido al entrar a matar en el tercer envite. Remató al novillo, con un descabello, su compañera Sandra Moscoso (silencio). Ignacio González, de rosa y oro. Estocada casi entera y un descabello (silencio tras un aviso). En el quinto, tres pinchazos (silencio). INCIDENCIAS: Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Domingo 21 de junio de 2009. Media entrada en tarde calurosa. El novillero Juan Mari Rodríguez fue atendido en la enfermería de "herida inciso contusa en el borde lateral izquierdo del ano, que por fuera del esfínter anal externo se dirige hacia la cara posterior del muslo en una extensión de 10 centímetros, saliendo por dicha cara posterior. Pronóstico menos grave".
La noticia, la desgraciada noticia saltó como conejo incontrolado en el segundo acto. El debutante Juan Mari Rodríguez marcó en su tercer envite el viaje en la suerte suprema y el novillo le atrapó, infiriéndole una cornada en la zona anal. Rodríguez, un novillero de Cantillana, de 26 años, y escasamente placeado, apenas dejó huella en un trasteo que brindó a su padre, torero retirado y ahora su mentor y apoderado. Una labor que realizó a un animal manso, pero manejable, al que remató con un descabello Sandra Moscoso.
La novillera jerezana, por cogida de su compañero, lidió tres novillos; los dos primeros -el que abrió plaza y el cuarto- con posibilidades para el triunfo y a los que el público aplaudió en sus respectivos arrastres. No estuvo muy acertada en sus faenas y con la espada, en varias ocasiones ante sus oponentes, se dejó el brazo atrás.
Sandra Moscoso abrió plaza con un novillo noble y justo de fuerzas, ante el que le costó confiarse una enormidad. Cuando lo hizo, surgieron algunos naturales sueltos de buena factura. Por contra, la rúbrica fue mala: mató de un bajonazo tras un pinchazo. Con el mansote cuarto, mugidor tras la muleta, pero que embistió bien, realizó una faena desigual y a más cuando se confió. En la primera parte de su labor le perdió pasos siempre al novillo. Cuando el trasteo llegó a su ecuador, tomó altura, con algunos muletazos aislados de calidad, especialmente con la izquierda. En el epílogo se lució con algún pase del desprecio y trincherillas de calidad. Emborronó la faena con los aceros. Con el sexto, un auténtico toro en trapío, manso y con dificultades, la novillera jerezana dio la cara, sin conseguir brillar. Dio un mitin con los aceros.
El cordobés Ignacio González, que repetía tras su actuación del domingo pasado en la que destacaron sus ansias de triunfo, se midió en esta ocasión. Con un mal lote, estuvo muy lejos del éxito. Con el manso tercero, muy bajo de casta, pero sin malas intenciones, concretó un trasteo en cercanías, que no caló en el público. Con el reservón quinto consiguió uno de los mejores momentos de la tarde, en una tanda de mano baja y con ligazón. No hubo más. Continúa manejando mal la espada.
En el Día de la Música, escasos sones brillantes en la Maestranza. Lamentable y amarga partitura para Juan Mari Rodríguez, herido en su debut. Algunas notas sueltas de Sandra Moscoso, que no alcanzaron ni para una sinfonía incompleta e interpretación de escaso relieve de Ignacio González, que ciertamente no contó con el mejor libreto.
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