Cultura

El condenado no se ha escapado

Oslo, August 31st. Director: Joachim Trier. País: Noruega. Año: 2011. Duración: 96 mins. Con: Anders Danielsen Lie, Hans O. Brenner, Ingrid Olava.

Lo mejor de Oslo, August 31st, agradable sorpresa en este festival sombrío, es que es posible intuir qué se cuece en ella sin saberlo de antemano. Al final los genéricos explican que se trata de una adaptación de El fuego fatuo de Pierre Drieu de La Rochelle, pero ya lo notamos desde que Anders, el toxicómano rehabilitado y de permiso en la ciudad, habla con un antiguo amigo de excesos, ahora casado, con hijos y estabilizado. Y nos lo regalan los actores, sublime tradición nórdica, y el cineasta Joachim Trier, que sostiene los planos hasta que sentimos eso que no puede estar escrito en ningún guión, a saber, que a Anders le puede el teatro, que ya ha decidido lo irremediable -la fecha nombra la película-, y que además conoce lo exagerado y desproporcionado del gesto, pero le da lo mismo.

Se trata, entonces, de una angustia especial, la del autocondenado, y lo que sigue es la lenta despedida, un tragicómico deambular en el que Anders lanza estudiadas llamadas de auxilio que sabe fracasadas de antemano: a los viejos amigos, a la hermana, al amor perdido, hasta a la belleza pasajera y fugaz. Trier, también nos pareció, es demasiado ambicioso, y quizás debiera haberse conformado con su principal logro, el de reflejar en el espejo kafkiano la nefasta suerte del que se acusa a sí mismo, del que se echa encima la peor de las policías posibles. Así, no es en la estilización metafórica o en la transcripción a la imagen y al sonido de estados de ánimo liminares donde el filme se eleva. Lo hace frente a la solidez enigmática de los cuerpos, la opacidad última en la que entrevemos el insondable desequilibrio entre lo que alguien dice y piensa. Se muestra ese espacio intermedio, un abismo entre rocas puntiagudas.

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