Una cuestión de bigotes

Crítica flamenco

Juan Vergillos

12 de marzo 2010 - 05:00

Baile: Concha Jareño. Guitarra: Flavio Rodríguez. Cante: Gema Caballero, David Vázquez, Pedro Obregón. Vientos: Diego Villegas. Lugar: Sala Joaquín Turina. Fecha: Jueves, 11 de marzo. Aforo: Tres cuartos de entrada.

¿Se imaginan que Groucho Marx se presenta un día ante la cámara sin pintarse su famoso bigote? Pues una sensación parecida sentí cuando en el primer interludio musical escuché Garota de Ipanema. ¿Simplemente flamenco? Algunas de las cosas que hizo Jareño con la bata de cola serían consideradas aquí como parodias. De tomarlas en serio. Aquí se patentó una denominación de origen para el arte alado, sutil, del círculo, de la seducción, del detalle, de la sugerencia, del todo ausente en la guajira que interpretó la bailaora. La farruca, vestida de amazona, la interpretó con unos botos azules, rematando por milonga y con el aderezo de una armónica con sabor a bandoneón.

Una de las virtudes de la bailaora es la brevedad de los bailes que propone, de manera que, en una hora escasa, hubo tres números puramente musicales de transición. Uno de ellos, como digo, Jobim por bulerías con variaciones para saxo soprano y flauta. Rodríguez es un tocaor habilidoso, más que virtuoso, que deja al cante desarropado. Cante capitalino de calidad: Caballero se ha convertido en una cantaora más salvaje desde que reside en Madrid y David Vázquez es la versión contemporánea de aquellas voces poderosas de los 70: El Lebrijano, Panseco o El Indio Gitano, del que ha cogido la estética bigotuda, poco frecuente entre los flamencos. Jareño es una bailaora con chispita. Sin tensión flamenca ni dramática. Es divertida. Tanto, que es capaz de sonreir en la seguiriya de inicio. O de bailar por caracoles. Sin duda la intérprete es plenamente consciente de sus virtudes y limitaciones, y también debe de ser consciente cuando parodia y se parodia. No resiste la comparación con lo que solemos ver en este ciclo, la verdad.

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