Ni Rocky Balboa, ni John Rambo, ni Barney, el líder de una banda de veteranos mercenarios: el mejor papel de la carrera de Sylvester Stallone (New York, 1946) es posiblemente la versión de sí mismo que aparece en este documental que acaba de llegar a Netflix y del que también es productor ejecutivo.
En plena mudanza (existencial) de Los Ángeles a Nueva York, mientras desmantela su mansión de lujo repleta de obras de arte de dudoso gusto y toneladas de memorabilia sobre sus personajes, Stallone-Sly se sincera ante la cámara, permite a Tom Zimny ver de cerca las huellas del tiempo, los golpes y las chapuzas del bótox y la cirugía, recuerda al padre severo, la infancia dura en las calles de Hell’s Kitchen, los numerosos rechazos y decepciones en su camino hacia la interpretación y el éxito a mediados de los setenta y su posterior e inevitable declive en los límites de la autoparodia, para acabar celebrándose a los 77 años como padre en proceso de reconciliación con sus hijos y defensor a ultranza de los finales felices y “el negocio de la esperanza” en el que, contra viento y marea y a pesar de los tiempos, sigue empeñado en creer en una suerte de fe ciega y oportunismo mercantil.
Los fans de Sly tendrán aquí una nueva oportunidad para adorar al ídolo anabolizado y sus imperturbables valores conservadores dentro y fuera de la ficción. Los que no lo somos tanto, no podemos sino rendirnos a la aparente y serena convicción del actor, guionista, productor y director en unos principios que, a la postre, han demostrado seguir vivos en la industria del espectáculo a la que pertenece como abanderado y por derecho propio. Siempre dentro de ese marco, que nadie espere otra cosa, este documental nos abre las entrañas de un tipo listo capaz de interpretar su propia decadencia de la misma forma autoconsciente y épica que las sucesivas sagas de sus héroes de acción a lo largo de más de cuatro décadas de la historia de Hollywood.
Viejos tiempos, tiempos salvajes: 'Ilegales 82'
Aunque algunas de las historias, anécdotas y testimonios ya aparecían en el documental de 2017 Mi vida entre las hormigas, disponible en Amazon Prime, Ilegales 82, que dirige Juan Moya y acaba de llegar a Movistar+, se centra en los primeros pasos del grupo asturiano liderado por el singular Jorge Martínez y en los preámbulos, la grabación y la gira de su primer y antológico disco homónimo con portada suicida de Ouka Leele, una de las joyas más compactas y duraderas de aquella escena musical española que dejaba atrás la Transición hacia no se sabe dónde.
Un repertorio rotundo, directo y de insobornable espíritu punk cargado de crónicas de una época e himnos de resistencia (Tiempos nuevos, tiempos salvajes, Delincuente habitual, ¡Hola mamoncete!, Tengo un problema sexual, Caramelos podridos, La fiesta…) que no han perdido ni un ápice de su pegada y que sigue girando, como la banda, en el recorrido más largo y coherente del rock nacido de aquellos días. Los ensayos clandestinos, las peleas, el ambiente marginal gijonés y el talento innato de Martínez para meterse en líos, contar historias y depurar canciones son rememorados por sus protagonistas en un documental de fan que también contribuye a la historiografía del rock nacional ahora que el género y su filosofía parecen en vías de extinción.
Un joven cinéfilo llamado Bong Joon-ho
En 2020, el coreano Bong Joon-ho hacía historia al convertirse en el primer cineasta extranjero en ganar no solo el Oscar a la mejor dirección, sino también el de mejor película por Parásitos. Diecisiete años antes, el cineasta había llamado la atención internacional con Memorias de un asesino, un thriller procedimental cocinado a fuego lento. Entre medias, títulos como The Host, Mother u Okja.
El documental Puerta Amarilla: Un cineclub de pelis B en los 90 (Netflix) no se centra en su trayectoria de éxito creciente, sino que viaja hasta los orígenes del cineasta como joven estudiante y apasionado cinéfilo que fundó un club y una revista de crítica y análisis fílmico junto a un grupo de amigos en la Corea de los 90. Más anecdótico y nostálgico que interesado por el contexto, este reencuentro celebra la pasión por el cine de autor de un grupo hoy disperso del que Joon-ho ha sido sin duda el más exitoso de sus miembros.
El estreno de la semana: Semilla del son
Cerrada su etapa con Radio Futura, Santiago Auserón mutó en Juan Perro y acudió a las raíces de la música cubana como germen para una nueva carrera mestiza, artística e investigadora que se ha fraguado en un puñado de discos y libros memorables. Ahora, casi 30 años después de ‘Raíces al viento’, este documental regresa a la isla para testimoniar el reencuentro con los viejos maestros supervivientes del son en un viaje guiado con elocuencia por el propio Auserón.
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