Cultura

Un duelo de palabras y silencio

  • El Teatro Central acoge mañana hasta el sábado 'La clausura del amor', versión española de la obra de Pascal Rambert, con Bárbara Lennie e Israel Elejalde

En un escenario austero, vacío, simplemente decorado con un suelo blanco, sin elementos tras los que esconderse. Así planteó Pascal Rambert Clôture de l'amour, una obra en la que el dramaturgo francés sometía a una pareja a una ruptura sentimental, una intensa lucha dialéctica, desarrollada en dos monólogos consecutivos, en la que él acapara las palabras durante la primera mitad de la obra mientras ella escucha pacientemente. Después cambian las tornas y es ella a la que le toca responder. Tras su estreno en 2011 en el festival de Aviñón, público y crítica se quedaron impactados, tanto que la obra ha sido versionada en numerosas ocasiones y traducida a idiomas tan diferentes como el ruso, el japonés o el croata. En España, Bárbara Lennie -Goya a mejor actriz por Magical Girl- e Israel Elejalde han sido los encargados de tomar el relevo y dar rienda suelta a su pasión y su ira en La clausura del amor, un proyecto de Kamikaze Producciones que tras pasar por Barcelona y Madrid llega al Teatro Central de Sevilla mañana y el sábado.

"Hacer esta obra fue una iniciativa nuestra", cuenta la actriz. "Manolo Llanes, del Teatro Central, había visto la función francesa y pensó que como pareja lo haríamos muy bien. Se nos quedó la idea en la cabeza y un tiempo después contactamos con Pascal para llevarla a cabo", continúa. Rambert, como ya había hecho con otras de las versiones, se interesó por el proyecto y decidió dirigirlo. Pero en esta ocasión algo tuvo que ser diferente, pues como el propio director ha confesado alguna vez, con este montaje ha descubierto que "el español es el idioma para el que estaba escrito este texto". Y eso es mucho piropo, pues para Rambert ésta es una obra donde "lo más importante es el lenguaje". "Pascal quiere darle importancia a la palabra y al pensamiento. Pero no lo hace en forma de diálogo, donde hay que enfrentarse a las respuestas e interrupciones del otro, que rompen la línea del discurso, sino como un monólogo interior en el que se puede decir todo lo que se piensa", explica Elejalde, quien considera que de esta manera el dramaturgo logra "escapar de la banalidad del lenguaje cotidiano y elevarlo hasta la poesía, la única forma que tenemos de retratar las grandes emociones".

Sin embargo, aunque se trate de dos monólogos, sí que se establece una conversación. No sólo porque Bárbara -los personajes utilizan los mismos nombres de los actores que los interpretan- rebata cada punto de lo que Israel ha planteado, sino porque también existe otro tipo de conversación, una silenciosa en la que los gestos son el vehículo de comunicación. "La parte de la escucha es demoledora para el cuerpo, es algo muy difícil de hacer, que plantea retos a todos lo niveles", considera Lennie. Ella pasa del silencio a la palabra, su progresión es ascendente y va tomando fuerza a medida que avanza la obra. Él, sin embargo, experimenta lo contrario, del ruido pasa al mutismo. "Para los actores este es un paso natural. Desde el principio aprendemos que la escucha es tan importante, si no incluso más, que el habla", expone Elejalde. "La palabra te da vida, te estructura. Pero el silencio es muerte, te sientes golpeado por el otro. Y Pascal lleva esto al límite, crea dos sensaciones muy fuertes".

A través de este contraste de sensaciones, el autor crea un marco en el que intimismo es el protagonista. "Apela directamente a algo muy profundo de cada uno. Cualquiera que haya sentido amor puede empatizar con lo que escucha; cada espectador la vive según haya sentido el amor ", afirma Lennie. "Retrata el vacío existencial que aparece cuando uno decide separarse o cuando a uno le obligan a hacerlo. Esa sensación terrible de muerte en la que una vida llena de imágenes, deseos y futuro se acaba", añade Elejalde. Pero la obra va más allá. Es una clausura, sí, pero no un rotundo final. "Después toca reconstruirse para continuar con el devenir vital", define Elejalde. "Propone un viaje a un lugar muy oscuro, pero deja la puerta abierta para volver a empezar", en palabras de Lennie.

Además de utilizar sus propios nombres en escena, Lennie y Elejalde son pareja en la vida real. Algunas voces han querido correr el rumor de que uno de los requisitos de Rambert para representar esta obra es tener una relación sentimental. "Es un fake que hay que desmentir. Ni si quiera todos los actores que la han representado han sido pareja", confirma el actor. "Que seamos pareja nos ha facilitado en cierto sentido el trabajo, porque ya había un lazo establecido, no hemos tenido que ir construyéndolo". No era la primera vez que trabajaban juntos. Ya habían coincidido, entre otras ocasiones, en Magical Girl, donde él hacía de su marido, un psiquiatra que tiene que cuidar de su esposa, una mujer desestabilizada mentalmente. ¿Es fácil diferenciar entre realidad y ficción, saber dónde empieza el personaje y termina el actor? "Sabemos que es juego y es ficción y nos lo tomamos como tal. Pero uno deja de sí mismo en todos los textos que representa. Este trabajo no tiene sentido si no dejas parte de tu piel, de tus vísceras", concluye la actriz.

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