Marco | Crítica
La verdad del embaucador
Audiovisual
El sevillano Rafael Cobos inauguró este jueves en el Teatro Central un multitudinario Encuentro de Guionistas que reúne estos días al gremio para debatir las demandas y los retos de la profesión, una charla en la que el ganador del Goya por La Isla Mínima y El hombre de las mil caras recorrió su carrera con la "verdad salvaje" que el autor ha volcado en alguno de sus textos y la intuición de que el oficio no es sino la pretensión, tal vez imposible, de explicarse las inquietudes que le pesan. "Paul Schrader decía que escribir es llevar una mochila cargada de ropa sucia", recordó el creador, que concibe su trabajo como un viaje incómodo y valiente en el que explora "mis miserias, las cosas que me preocupan y me molestan de mí. Cosas que, probablemente, tengan mucho que ver con los demás, porque en realidad no somos tan especiales como nos creemos".
En un diálogo con el guionista, director y músico Jorge Naranjo, presidente de CINA (Cineastas de Andalucía), Cobos admitió que esa extraña costumbre de juntar letras se remontaba lejos, a una adolescencia en la que escribía versos –"la poesía es muy cinematográfica, su esencia es generar imágenes, que es nuestra tarea", señaló a sus compañeros– y a una juventud de "diletante" en la que abandonó varias carreras pero se mantuvo fiel a la palabra gracias al teatro. "En la Universidad teníamos un grupo y no encontrábamos obras para representar. Escribí algo, y funcionó; me presenté a premios, y funcionó también", recuerda sobre una etapa en la que el dramaturgo Antonio Onetti, presente ayer entre el público, le "inoculó" esa enfermedad incurable de emular a los demiurgos, contar historias y crear mundos nuevos.
Cobos se mostró partidario de "las peripecias pequeñas", del retrato de personajes en los que asoma su "pensamiento", como ocurría en After, un proyecto al que Alberto Rodríguez y él trasladaron la ansiedad y la insatisfacción que albergaban, "algo de lo que hablaba Houellebecq en Ampliación del campo de batalla: esa sensación de que intentas nadar y la orilla está cada vez más lejos". Después de esa película, el tándem sucumbió al molde del género, "una fórmula de entretenimiento que atrapa al público, pero que nos permite ir más allá y plantear desde ahí una reflexión más compleja". Como ocurría en La Isla Mínima, una intriga en las marismas del Guadalquivir que trazaba finalmente una radiografía de la Transición. "Debíamos empezar a rodar, por las fechas del cultivo de arroz, cuando descubrimos que la historia que queríamos contar era otra. Aquella escritura fue agónica, contrarreloj, pero hoy estoy orgulloso del resultado".
Cobos compartió con sus colegas los quebraderos de cabeza que provoca encarar ambiciosas producciones de época como La peste –"yo empecé aquel proyecto sin hijos y lo terminé con dos"– o inspirarse en personajes reales, el caso de El hombre de las mil caras. "En esa historia había ministros, presidentes de Gobierno, traficantes de armas... Cada vez que terminábamos una versión del guión me reunía con abogados y me soltaban una y otra vez: Esto no lo puedes decir".
El guionista, que se confirmó recientemente como un director solvente y con nervio gracias a El hijo zurdo, ganadora de Cannes Series, sospecha que estaba llamado a pasarse a la realización. "Me gustaba acudir a los ensayos y ver si los diálogos escritos en soledad tenían sentido", aseguró el cineasta, que en estos días ha puesto el punto final al borrador de su nueva colaboración con Alberto Rodríguez. "Será una película distinta, sobre buzos industriales, con las chimeneas petroquímicas de Huelva como escenario. La historia de dos hermanos, él y ella. Es todo lo que puedo contar por el momento".
Robin Green (Los Soprano), Jorge Guerricaechevarría (El día de la bestia), Michel Gaztambide (La caja 507) o la vicepresidenta del Writers Guild of America (West), Michele Mulroney participan hasta este sábado en el VIII Encuentro de Guionistas, que se lleva a cabo en Sevilla gracias a la financiación de DAMA, la Fundación SGAE, el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) así como con el apoyo de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales de la Junta de Andalucía y el Área de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla.
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