Una mirada moral a la India contemporánea

Secretos de un crimen | Crítica

Sahana Goswami, protagonista de estos 'Secretos de un crimen'.

La ficha

*** 'Secretos de un crimen'. Policiaco, Reino Unido-India, 2024, 127 min. Dirección y guion: Sandhya Suri. Fotografía: Lennert Hillege. Música: Luisa Gerstein. Intérpretes: Shahana Goswami, Sunita Rajwar, Sanjay Bishnoi, Kushal Dubey.

El pasado festival de Cannes sancionó con el Gran Premio del Jurado a la cineasta india Payal Kapadia (La luz que imaginamos) como nueva voz autoral para el futuro. Más discretamente, en su sección Un certain regard, dio cabida al cine hecho por otra mujer originaria de aquel país (aunque en este caso desde Inglaterra), de la mano de este policiaco que también pone su acento en la perspectiva de una mujer a través de la cual observamos las lacras y la corrupción de un sistema aún muy lejos de la promesa de modernidad que anuncian la democratización o las cifras macroeconómicas de la gran potencia asiática.

En efecto, todo en estos Secretos de un crimen pasa por la mirada moral de su protagonista, viuda de un policía que hereda (así lo dicta la ley) el puesto de trabajo de su esposo muerto en acto de servicio para verse pronto involucrada en el caso del asesinato de una niña en una zona rural del Norte del país que termina revelando las más profundas estructuras patriarcales y corruptas del sistema social, policial y judicial.

Santosh observa, escucha y calla, se deja tutelar por sus superiores, especialmente por una mujer también policía (estupenda Sunita Rajwar) que, además, intenta seducirla, actúa con intuición y valor en la búsqueda del asesino, pero en la pesquisa va descubriendo unos comportamientos donde la estructura de castas, el machismo, el racismo o las dinámicas de la violencia y el encubrimiento se superponen a todo idealismo en aras de encontrar la verdad o hacer justicia.

Una extraordinaria Shahana Goswami pone la intensidad, el asombro y la dignidad necesarios para su papel-guía y Sandhya Suri filma con pulso de género y determinación realista, a veces con cierto énfasis en la marginalidad o, como en la escena de la tortura del sospechoso, con una dosis algo elevada de sensacionalismo dramático. Podemos pasarlo por alto, también cierto trazo grueso o maniqueo: su película se abre siempre paso desde la focalización de su protagonista con un claro propósito de denuncia y crítica social sin eludir las ambigüedades, contradicciones y responsabilidades individuales y sin paños calientes respecto a la imagen del país que se proyecta, muy alejada del exotismo exportador o el buenismo folclórico.

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