La avaricia nacional
La Comunidad | Reestreno 25º Aniversario
La ficha
*** 'La comunidad'. Comedia negra, España, 2000, 107 min. Dirección: Álex de la Iglesia. Guion: Á. de la Iglesia, Jorge Guerricaechevarría. Fotografía: Kiko de la Rica. Música: Roque Baños. Intérpretes: Carmen Maura, Emilio Gutiérrez Caba, Terele Pávez, Sancho Gracia, María Asquerino, Jesús Bonilla, Eduardo Antuña.
En un astuto golpe de efecto promocional, La Comunidad regresa a la cartelera 25 años después de su estreno en una nueva copia remasterizada en 4K para auto-reivindicarse como clásico moderno de nuestro cine y de paso restaurar el prestigio perdido de Álex de la Iglesia como autor esencial de la generación de los noventa capaz de arrastrar consigo la tradición de nuestra mejor comedia esperpéntica posmodernamente integrada con la cultura popular y el cine de género y sus marcas de estilo.
Vista hoy de nuevo, la película se aguanta sobre todo gracias a uno de los mejores elencos corales del cine español reciente, mezcla de viejos rostros y cuerpos del cine español de la segunda mitad del siglo XX (Gutiérrez Caba, Gracia, Tejada, Asquerino, Pávez, Bilbao, Gabaldón, Fernández Muro, Mánver) con otros emergentes (ahí están, en pequeños papeles, Tosar o De la Torre), inolvidables secundarios característicos (Bonilla, Antuña, Villén, Gómez…) y, sobre todo, una Carmen Maura en estado de gracia a través de la que pasa toda su filmografía almodovariana y madrileña para encarnar a una mujer madura y empoderada tocada por la picaresca de la superviviente y rodeada de hienas en un viejo inmueble del centro de Madrid.
De la Iglesia parecía convocar en él al Ibáñez de Rue del Percebe, al Fernán-Gómez de El extraño viaje o al Berlanga de Plácido para ponerlos a dialogar con sus guiños cinéfilos a Hitchcock, De Palma o Polanski entre las plantas, escaleras y pisos de un edificio-cosmos en el desplegar toda una tipología costumbrista del porterismo o el cuñadismo antes de que se acuñara el término, a saber, en el estertor de una tradición celtibérica que encontraba aquí su penúltima encarnación antes de su definitiva degradación y disolución en las formas y formatos televisivos.
La Comunidad de sostiene así sobre el ir y venir, subir y bajar de una maleta millonaria manchada de sangre y ese heterogéneo grupo de personajes e intérpretes memorables, siempre con la frase, el gesto y la réplica a tiro, y sobre la estructura de guion clásica marca Guerricaechevarría, con su inevitable tendencia, que se acrecentaría a cada nuevo título posterior, a estirar el chicle y forzar el espectáculo más allá de las premisas y el tono iniciales en busca de ese cierre grandguignolesco en las alturas que pocas veces funcionó mejor en la filmografía delaiglesiana.
Intentar extraer más premoniciones o adelantos respecto al retrato de la actual sociedad española y su deriva frentista y populista se nos antoja ya algo forzado. Y es que La Comunidad parece decir más de una España que se acababa en la frontera del nuevo siglo que de esta otra donde la grasa, la mugre y la caspa huelen a perfume suave con notas de hojas del bosque y suenan a sintonía de plataforma.
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